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Las nueva elecciones (Ignacio González)

Expresidente de la Comunidad de Madrid

Terminado el plazo constitucional fijado para formar gobierno sin que se haya alcanzado un acuerdo que lo haga posible, se ha procedido a la disolución de las Cortes y a la convocatoria de nuevas elecciones por SM el Rey. Es la primera vez desde que se instauró de nuevo la democracia en España que esta situación se produce, y es la primera vez en la historia en que la izquierda no ha antepuesto a los intereses partidistas y a los egos personales su animadversión genética contra la derecha, que le ha llevado siempre a adoptar el famoso cordón sanitario para excluirla como fuera y a cualquier precio del gobierno. Los resultados del pasado diciembre sólo dejaban como alternativa posible un gobierno de izquierdas al negarse el PSOE –presuntamente el partido más serio y sólido de la izquierda en la defensa de la unidad de España y del modelo constitucional vigente frente a los que hablaban abiertamente de su derribo– a cualquier acuerdo expreso o tácito con el PP. Por eso muchos contamos con que ese gobierno acabaría viendo la luz, aunque fuera en el último minuto. Porque considerábamos más fuerte el rechazo a la derecha y a su continuidad en el poder que las discrepancias políticas y personales dentro de los partidos de la izquierda y entre sus dirigentes, barones incluidos.

Es evidente que nos equivocamos. Las divisiones profundas dentro del PSOE entre los líderes actuales y entre parte de éstos con los líderes históricos; el ánimo de revancha de unos y otros; la certeza de Pedro Sánchez de que su supervivencia política dependía de alcanzar el gobierno como fuera; las divisiones de las mareas; los conflictos internos entre los líderes de Podemos; el vedetismo de Pablo Iglesias, han podido más que su odio al PP. Y esto, que sería una buena noticia si de verdad supusiera romper el cordón sanitario y llevar a esos partidos a defender sus postulados por encima de su militancia anti-PP y su vocación antisistema, parece ser sin embargo un simple tacticismo ante la incierta situación que sigue teniendo el panorama político de cara a este nuevo proceso electoral. Las encuestas que se vienen publicando de manera reiterada cada semana presentan unos resultados que, de ser ciertos, nos abocarían a un escenario muy parecido al que salió de las urnas el 20 de diciembre pasado, lo que llevaría a que, de no cambiar personas y actitudes, se produciría una nueva situación de bloqueo. Y es evidente que ello tendría ya un coste alto para nuestro país y para todos los partidos y líderes actuales, por lo que todo parece indicar que obligatoriamente se deben producir cambios en las posiciones y actitudes conocidas hasta ahora.
La campaña que se inicia y los meses que quedan por delante pueden servir –y así debería ser– para llevar al ánimo de los ciudadanos que tienen la oportunidad, con su voto, de clarificar un panorama que los líderes políticos no han sido capaces de hacerlo, para lo cual, no sirve el amenazar con el mal menor o con la maldad de los otros, sino que es preciso lanzar un mensaje de ilusión y de solución a los problemas y retos que tienen nuestro país y los españoles. Seguir dando por supuestas casi todas las cosas se han demostrado insuficientes hasta ahora, y el riesgo de que siga sin serlo es muy alto a la luz de lo que dicen las encuestas. Esa actitud aleja cada día más a los ciudadanos de la política y de los políticos y hace el juego a unos medios de comunicación que encuentran en las confrontaciones personales, los conflictos internos y la degradación de los partidos y de la situación política una fuente inagotable de audiencia a costa del deterioro social, político y económico de nuestro país.

Para no profundizar en esa situación y evitar que se repita lo vivido en estos cuatro meses, la campaña electoral que ahora se inicia debe servir para no impedir que se pueda configurar una mayoría de gobierno serio y estable al día siguiente de las elecciones, si como parece va a ser necesario un pacto que la haga posible. Y es bueno que los ciudadanos sepan qué pueden esperar de cada líder y cada partido respecto a pactos posteriores. Como es imprescindible que expliquen la solución que proponen a los problemas concretos de nuestro país (la economía, la Educación, la Justicia, la Seguridad Social, la unidad de España), y de sus ciudadanos. La izquierda radical ha empezado a hacerlo ya, vislumbrándose un pacto entre Podemos e IU que podría incluso arrebatar al PSOE la segunda posición y la hegemonía de la izquierda.

A priori parece que el panorama no va a cambiar, reproduciéndose una situación muy similar a la que hemos tenido hasta ahora. Y si eso llega a ser así, las actitudes particulares, tanto de los partidos como de sus dirigentes, tienen que cambiar, incluyendo también la posibilidad de que lo hagan éstos últimos, si fuera necesario para encontrar la mejor solución para España. Los ciudadanos tienen más que nunca la posibilidad de decidir con su voto la situación creada a modo de segunda vuelta. Esperemos que ese voto sea suficiente para no tener que confiarla de nuevo a los intereses personales y/o partidistas. Pero si así fuera, esperemos que, esta vez, todos estén a la altura.

(La Razón)