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La ira del chimpancé

La uruguaya Cristina Peri Rossi publica una novela sobre relaciones personales donde humanos y primates se reparten el protagonismo

Pues sólo nos faltaba esto: dos chimpancés escapados del zoológico que siembran el pánico entre los barceloneses, rompiendo coches y escaparates, ahuyentando a los turistas de las terrazas y robando en los supermercados. Que nadie se alarme, se trata tan solo del inicio de la nueva novela de Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), Todo lo que no te pude decir (MenosCuarto), en la que el comisario Fonseca y el zoólogo Suárez se conjuran para detener a los primates antes de que lleguen al parque de la Ciutadella.

A partir de ahí, la obra emprende muchas derivaciones, de tono y temática, casi en cada capítulo, para hablar del misterio de las relaciones personales, de lo que nos separa a humanos y monos, o a hombres y mujeres, siempre con referentes culturales procedentes del cine, la pintura, la fotografía, el psicoanálisis y por supuesto la literatura.

“Lo primero que tiene que hacer un escritor es seducir –admite la autora, sentada en un sofá de su piso del barrio de Les Corts–. Es como si vas una fiesta y te gusta alguien, tienes un minuto para embocarle y atraerle, con el lector pasa lo mismo, por eso dejo la lírica para los capítulos finales. La seducción es válida siempre que tu interés por la otra persona sea auténtico; si seduces por amor no mientes, el problema es la gente que seduce para inflar su ego, por narcisismo”.
Cuando se le comenta la mezcla de géneros de su obra, Peri Rossi responde que “no hay nada más decimonónico que una novela española porque no han pasado por la modernidad, a causa de la dictadura de Franco. Una novela con inicio, nudo y desenlace me parecería arcaica, me gusta que el lector participe, que se haga preguntas que no tienen respuesta”.

La autora, ni corta ni perezosa, aborda uno de los últimos tabúes de la literatura, el sexo (detallado) con animales. “Vamos a ser sinceros: te vas a un pueblito de Mallorca o del Ampurdán y encuentras cantidad de historias así, con ovejas, con gallinas...” Y aunque no avala las prácticas amatorias de Suárez, “me acerco a él con empatía, intento comprenderle”.

Es, pues, una novela sobre el deseo. O también “sobre la mayor asimetría que se da en el mundo, como decía Julia Kristeva, que es la diferencia sexual y de género. El cerebro del hombre y el de la mujer son muy distintos. Por eso un personaje afirma que ‘si las mujeres supieran nuestras fantasías, serían todas homosexuales’ y otro dice que ‘sólo un hombre puede entender la violencia de otro hombre’”. “Si en una ciudad el 99% de los delitos los cometieran los abogados –prosigue–, nos preguntaríamos qué nos pasa. Pues la gran mayoría de los psicópatas son hombres. Algo tendrán en el cerebro cuando a los depredadores sexuales se les aplican estrógenos, que son las hormonas femeninas. La conexión entre violencia y sexo existe desde antiguo, en la mitología griega a cada rato violan una mujer, incluso los dioses”.

Las historias cruzadas de la novela –donde también aparece Silvia, una cultísima prostituta uruguaya– esconden secretos porque “siempre hay algo que no se dice. Nunca podemos saber sobre los demás, sólo lo que nos quieren decir”.

(Xavi Ayén, La Vanguardia)