'Balvanera' (editorial Edhasa) de Francisco Narla: “Los conquistadores eran menos, pero sus valores eran mejores”

Francisco Narla es ganador del premio Edhasa de narrativas históricas por ‘Balvanera’

¿Edad? Fui niño viejo y devoralibros; quise ser joven jamesbond; me equivoqué y aspiro a ser un ignorante esforzado. Soy de Lugo, de Friol. Casado y feliz con una santa; tenemos dos niñas y muchos animales en el corazón de Galicia... ¿Política? Demasiados políticos. La leyenda negra española es tan falsa como negra

Libertadores o esclavizadores.- El Yucatán de Narla es un rincón del imperio de los Austrias donde una puta, un fraile y un bastardo, hijo de puta española y putero inglés, se buscan la vida sin apellidos bajo un orden imperial donde tenerlos era todo. En sus aventuras y desventuras, que son las más, se muestra un mundo en el que los valores cristianos van sustituyendo a los de las culturas nativas; porque, pese a la crueldad bien descrita de algunos encomenderos, las misiones aplican las reformas de la controversia de Valladolid, donde Francisco de Vitoria en el s. XVI liberó del trabajo a los niños y las embarazadas y Ginés Sepúlveda proclamaba que no podía haber esclavitud, porque todos somos hijos de Dios. Después, las universidades, catedrales, bibliotecas y hospitales españoles adelantaron económicamente a Hispanoamérica hasta bien entrado el s. XIX


- ¿Por qué los Austrias vestían de riguroso negro?

- Era un negro lustroso que entonces solo daba el palo de tinte del Yucatán y obtenerlo era una epopeya que novelo y que lo hacía carísimo y, por su exclusividad, el preferido de las élites.

- ¿En la Riviera Maya hubo riquezas sin cuento que los españoles rapiñaron?

- En realidad, era una tierra pobre con ciudades mayas espectaculares, eso sí, pero edificadas sobre el sufrimiento, la esclavitud y la sumisión a cultos primitivos...

- ¿Y el imperio español no las cambió por su propia sumisión y sufrimiento?

- Los conquistadores eran menos, pero se impusieron no por la fuerza, sino porque sus valores eran mejores. Cualquiera que se documente comprobará que Cortés, Pizarro y los que, como ellos, buscaron un futuro mejor en lo que creían las Indias jamás hubieran ganado solo con las armas. Por eso, se impusieron y hoy toda Hispanoamérica habla español.

- No sé de qué valores habla, pero se impusieron los microbios, el acero y la pólvora.

- Hablo de que el cristianismo ofrecía a los americanos subyugados por otros nativos un futuro en el que todos eran iguales como hijos de Dios. Eso fue un enorme progreso y hasta el quinto real, el 20% de impuesto de los Austrias sobre toda transacción, era inferior al que exigían los mexicas. Las guerras entre etnias nativas ayudaron a la conquista.

- ¿No llegaron los mayas, los aztecas, los incas a dominar la astronomía y arquitectura?

- Pero sin salir de la superstición; no exageremos. Para los mayas, la sangre era la materia primigenia que engendraba la vida. En una de sus ceremonias perforaban el pene con la cola de una manta raya y lo hacían sangrar para copular con la diosa de la vida...

- Supongo que no era indoloro.

- También el canibalismo o la esclavitud eran habituales allí antes de que llegaran los europeos: españoles, pero también portugueses, lombardos y de otras regiones de Italia y Países Bajos bajo los Austrias: ante todo eran católicos y serlo era un progreso para todos.

- ¿Pero ser nativo no era ser un perdedor?

- Muchas encomiendas se entregan a caciques indios; y conquistadores castellanos, extremeños y de todo el imperio se casan con indias. Hay muchísimos indios que están encantados de estar con los españoles y superar un orden precedente en el que te podían abrir en canal para cogerte el corazón y carecías de cualquier derecho...

- ¿Para sufrir la Inquisición y sus torturas?

- La Inquisición española es la que menos víctimas tuvo: en España fueron 3.000 ajusticiados; y durante el mismo periodo solo en Alemania tuvo 35.000… Por no hablar de los procesos de brujería en toda Europa. Y en España no había condena sin juicio.

- ¿Pero no se impuso la fe por la fuerza?

- Mire, al final, si no hubiéramos sido nosotros, en Hispanoamérica se hubieran impuesto los ingleses, y en Norteamérica, que acabaron colonizando ellos, las cosas fueron mucho peor para los nativos.

- ¿Qué insinúa?

- Que hoy en cualquier calle de Hispanoamérica te cruzas con una mayoría de etnia indígena que puede hablar con orgullo de sus ancestros; en Norteamérica, los indios son una excepción confinada en reservas.

- ¿Acaso la cruz no fue siempre fiel compañera de la espada y no hubo otra sin la una?

- También los españoles sufrieron los tormentos nativos. Por ejemplo, el del tamanduá, oso hormiguero, de lengua rasposa y afilada, al que se convocaba colocando al desdichado conquistador capturado de cúbito supino con el ano untado de pasta de hormigas...

- ¡Glups!

- El olor atraía a la bestia, que, intentando capturar las inexistentes hormigas, con su lengua destrozaba el supuesto hormiguero con sus aceradas garras durante horas.

- Tampoco parece humanitario.

- Otros españoles fueron atados a un tablón con un agujero en la zona genital y abandonados a la deriva en un río con pirañas con un corte en el escroto. El sacrificio humano era esencial en los cultos precolombinos.

- Hubo conquistadores sangrientos.

- Hubo cafres, sin duda, pero la mayoría iban a trabajar y ganarse la vida. Y hubo africanos, como el famoso Estebanico, que fue un conquistador más junto a Cortés. El comercio de esclavos se disparó sobre todo con la plantación de algodón en el sur norteamericano.

- Pues está bien documentado el comercio de negreros españoles y, luego, catalanes.

- En su mayoría, eran portugueses. El sistema de encomiendas español, con sus defectos, hizo encomenderos también a muchos nativos, y los nativos a ellas asignados eran trabajadores, no esclavos.

- ¿No murieron a millares en las colonias?

- Los franceses alardean de su legislación laboral pionera en 1860, cuando la española es de 1512 en las leyes de Burgos, con Francisco de Vitoria, que prohíben trabajar a las embarazadas y los niños.

(Lluís Amiguet, La Contra, La Vanguardia, 13/07/22)