Un fuerte torbellino preelectoral azota Egipto. Hasta en las peluquerías, en las tiendas, en muchos hogares, se discute apasionadamente sobre las presidenciales del 24 de mayo. Incluso los programas políticos y debates en televisión tienen más audiencia que los populares seriales dramáticos.
Después de la espectacular exclusión por la comisión electoral de diez candidatos –entre ellos, el general Omar Suleiman, antiguo hombre fuerte y efímero vicepresidente de Mubarak; Jairat el Shater, presentado por los poderosos Hermanos Musulmanes; Hazem Abu Ismail, candidato salafista–, el jefe de la junta militar, mariscal Tantaui, se ha reunido con los representantes de 17 grupos políticos. Está en entredicho la credibilidad de los comicios.
Los candidatos excluidos tienen 48 horas para apelar y la comisión ad hoc se pronunciará el 26 de abril. El Shater, influyente y piadoso millonario de los Hermanos Musulmanes, ya ha hecho saber que combatirá “con todos los procedimientos legales esta decisión”.
Algunos candidatos han denunciado “una tentativa del régimen de secuestrar la última etapa del procesode transición”. Pero el caso de Suleiman, de quien durante años se dijo que sucedería a Mubarak, es distinto, porque representa la voluntad del establishment militar de seguir, cueste lo que cueste, al mando del Estado. Para muchos egipcios hostiles a los cambios, Suleiman es la garantía del restablecimiento del orden y la seguridad nacional. La comisión le ha excluido porque no reunió firmas de apoyo en todas las provincias.
La candidatura de El Shater no ha sido aceptada porque aún estaba encarcelado el año pasado, con lo que no cumple las condiciones legales que impiden presentarse antes de seis años tras la condena. Como el tribunal que le juzgó, bajo la presidencia de Mubarak, le sentenció por actos terroristas, El Shater ha hecho valer que fue una condena “injusta”, y ha calificado su exclusión de “medida política y no legal”.
La razón de excluir al salafista Abu Ismail se basa en que su madre posee una doble nacionalidad, egipcia y estadounidense, y la ley exige que padres y esposas de los candidatos sean de nacionalidad egipcia.
La candidatura de Ayman Nur también ha sido rechazada por no haber cumplido los seis años desde el fin de su condena, ya que salió de la cárcel en el 2009. Nur es el único entre los candidatos que trató esforzadamente de dar su fe de vida en la oposición a Mubarak, presentándose a las elecciones del 2005, las primeras en que el rais permitió una aparente libertad forzado por su gran aliado estadounidense.
El mariscal Tanataui ha tratado de calmar la indignación, pero los problemas se le amontonan. Hace unos días, el Parlamento aprobó una ley que excluye de las elecciones a quienes formaron parte del régimen de Mubarak, y el Consejo Militar Supremo tiene la última palabra. Y un tribunal acaba de suspender la comisión parlamentaria que debía elaborar la nueva Constitución, tras la sucesiva dimisión de muchos de sus miembros –liberales, coptos, mujeres, incluso representantes de Al Azhar, primera institución administrativa musulmana de la república– a raíz del papel hegemónico de los representantes de los Hermanos Musulmanes, que se proponían elaborar un texto a su medida.
Tantaui aseguró a sus interlocutores que la deseada constitución que debe regir el nuevo Egipto post-Mubarak estará acabada en junio, antes del traspaso de poder a la nueva autoridad civil.
- Expulsados de la carrera.
Jairat el Shater.- 61 años. Candidato de los Hermanos Musulmanes. Encarcelado con Mubarak, fue amnistiado tras la caída del régimen.
Omar Suleiman. 75 años. Jefe de inteligencia de Mubarak desde 1993. Ha defendido su candidatura para frenar el avance islamista.
Hazem Abu Ismail. 50 años. Abogado y predicador en televisión, es el candidato de los salafistas, los islamistas ultraconservadores.
Tomás Alcoverro, La Vanguardia