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El sentido de la vida (Ignacio Escolar)

Ignacio Escolar es director de El Diario

"Hay cuatro etapas en la vida", me dice un buen amigo, Juan Jesús: "Lo mejor de lo mejor, lo peor de lo mejor, lo mejor de lo peor y lo peor de lo peor". El chascarrillo, tan ingenioso como inexacto, resume una manera de pensar: el sentido de la vida es descendente, de lo bueno a lo malo. Cumplir años es una pésima noticia, porque el futuro que nos espera siempre será peor. Porque, a medida que envejecemos, dejamos lo mejor atrás. "Todas hieren, la última mata" ('vulnerant omnes, ultima necat'), decía el adagio latino sobre las horas del reloj.

Esa manera de entender la vida, esa forma de estigmatizar la vejez, ha sido durante siglos la visión más extendida entre la sociedad, que inventaba eufemismos como "los mayores" o "la tercera edad" porque la palabra vejez dolía, hería, y por eso quedaba relegada como símbolo de las personas que habitaban en ella, como algo vergonzoso a esconder.

En los últimos tiempos, esa visión sobre la vejez está empezando poco a poco a cambiar. No sólo por los avances en la ciencia, que están sirviendo para mejorar la calidad de los últimos años de la vida -una revolución incipiente, la de la telomerasa, cuyas consecuencias sólo podemos imaginar-. No sólo por las transformaciones sociales, donde los 60 o los 70 años hoy no significan lo mismo que fueron ayer. También porque la evidencia empírica está demostrando que la vejez nunca fue tan horrenda como nos la quisieron vender.

Diversos estudios han descubierto que la felicidad del ser humano no es una pendiente descendente inversamente proporcional a la edad, sino que tiene forma de 'U': lo "mejor de lo mejor" de la vida no sólo está en la infancia, sino también en la vejez. La mayoría de las personas se declaran más infelices en la madurez. Mientras que los ancianos y los niños son, de media, los más felices de la sociedad.

Son dos felicidades muy distintas, pero ambas tienen un punto en común: vivir el día a día. No pensar tanto en el mañana y disfrutar cada momento. En la infancia, por la ignorancia que da esa edad. Y en la vejez, por la sabiduría adquirida.

Este nuevo número de la revista de El Diario, 'La revolución de los viejos', quiere poner el foco en la vejez, en esa etapa que empieza formalmente con la jubilación y donde el trabajo deja de ser el centro de la vida. Queremos romper estereotipos y prejuicios, empezando por reivindicar la palabra viejo, sn que sea peyorativa porque no lo es. Queremos acabar con simplificaciones, que son igual de injustas cuando caricaturizan a todos los jóvenes como irresponsables -o a todos los ancianos como inútiles-. Queremos poner el foco en los problemas reales que sufren estas personas, empezando por el más evidente: que los propios ancianos se vean arrastrados por esos estereotipos hacia una via peor.

(La Revista de El Diario, diciembre 2021)