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Ghosn continúa en el infierno

Carlos Ghosn, el expresidente del grupo Renault, refugiado en Líbano tras escapar de Japón, es perseguido por la justicia francesa por la sospecha de haber cobrado comisiones millonarias de un distribuidor de vehículos en Omán, quien, previamente, habría recibido primas excesivas de la marca del rombo

80 millones de euros sería la caja B de Ghosn obtenida, según la prensa francesa, a través de Omán

Quedan lejos las fastuosas fiestas que el número uno de Renault organizaba en el palacio de Versalles

Ghosn admitió ante la justicia cobros por asesorar al distribuidor de la marca en Omán


Carlos Ghosn cayó en el infierno en noviembre de 2018, cuando lo detuvieron en el aeropuerto de Tokio, y todavía no ha salido. El expatrón del grupo Renault vive en libertad en su refugio libanés, pero el escándalo en torno a su persona le persigue. La justicia francesa investiga el presunto cobro de hasta 80 millones de euros en comisiones ilegales, según revelaron varios medios, entre ellos el diario 'Libération'.

La caída de Ghosn, de 68 años, tiene connotaciones de tragedia griega. Lejos quedan las fastuosas fiestas que daba, en su momento de máximo esplendor, en el palacio de Versalles, cuando se creía el Rey Sol del sector del automóvil. El presidente de la alianza Renaul-Nissan-Mitsubishi no reparaba en gastos. Se llevaba a su familia de vacaciones en jet privado y agasajaba a los clientes, con gran generosidad, durante el festival de cine de Cannes.

Ghosn sufrió un calvario tras su arresto en Japón, aunque logró escapar, de forma rocambolesca, un año después, escondido en una caja que fue cargada en un avión sin pasar por el control del aparato de rayos X. En Beirut, sin embargo, no ha encontrado la paz.

Los magistrados de Nanterre -en la periferia oeste de París- que se ocupan de su caso se hallan sobre la pista de un sofisticado sistema de cobro de comisiones en el que habría actuado de cómplice el distribuidor de vehículos Renault y Nissan en el golfo Pérsico, el magnate Suhail Bahuan, radicado en el sultanato de Omán. Esta vía de investigación, sobre presuntos delitos de malversación, corrupción y "blanqueo en banda organizada", amplía las presuntas irregularidades y los múltiples cobros indebidos que sospecha la justicia japonesa.

El sumario al que ha tenido acceso la prensa francesa se basa, en parte, en declaraciones del propio Ghosn realizadas a los magistrados de Nanterre que se desplazaron hace un año a la capital libanesa para interrogarle.

A Ghosn se le atribuyen lo que en la jerga jurídica de este tipo de escándalos se denominan 'retrocomisiones'. Serían pagos ilegales realizados por alguien que, previamente, había recibido dinero de esa misma persona o institución. Parece una contradicción, pero es un método habitual para tratar de enmascarar la corrupción en grandes operaciones. En Francia fueron célebres, por ejemplo, las retrocomisiones que recibieron algunos miembros del gobierno de Édoudard Balladur después de la venta de armas a Pakistán. El dinero sirvió para financiar la campaña electoral de Balladur en 1995.

Los investigadores de Nanterre creen que Ghosn pagó al distribuidor de Omán, durante años, unas primas excesivas por los vehículos vendidos y otras compensaciones, hasta un total de 120 millones de euros. En realidad, una parte considerable de esa suma habría acabado en cuentas bancarias del propio Ghosn y de su familia o en empresas vinculadas. También aparecen contratos de préstamo y avales firmados por Bahuan. Una de las beneficiarias era la entonces esposa de Ghosn, Rita. 'Libération', que dedicó al asunto, el pasado martes, la portada y cuatro páginas interiores, cifró en 80 millones de euros la caja B del antiguo número uno de Renault gracias a la complicidad del distribuidor omaní.

Ghosn siempre ha defendido su inocencia. Se considera víctima de un complot en Japón bajo el trasfondo de la rivalidad industrial Renault-Nissan y ha lamentado el escaso apoyo del Gobierno francés, especialmente del ministro de Economía y Hacienda, Bruno Le Maire. Sobre el filón omaní de la investigación admitió haber recibido 7,5 millones de dólares en 2015, pero negó que se tratara en absoluto de dinero malversado a su entonces empresa. Según su versión, actuó en privado como asesor del distribuidor omaní para sus negocios, algo bastante sorprendente dada la relación comercial que tenían y la posición de Ghosn al frente del grupo automovilístico. "Pienso que él (Bahuan) estimó que todo el tiempo que le dediqué, entre 2009 y 2015, y los consejos que le prodigué valían una recompensa", declaró.

Entonces Ghosn se sentía todopoderoso y vivía en el paraíso. Ahora no sale del infierno. Aunque sea de lujo, le fastidia su vida y arruina su reputación.

(Eusebio Val, Dinero, La Vanguardia, 09/04/22)