Arturo San Agustín es periodista
Tengo 72 años. Soy de Barcelona y crecí en Santa Coloma y la Barceloneta. Soy periodista. Estoy casado, sin hijos: ¡la mejor decisión de mi vida! ¿ Ideología? Soy anarquista conservador. ¿ Creencias? Creo que creo en algo que podría llamarse Dios
‘Pasaporte sentimental’.- Arturo San Agustín lo mira todo desde unos ojillos afilados y nada se le escapa, nada, y es por eso que escribe como los ángeles o como los buitres. Ha escrito en los papeles durante medio siglo, y sigue. Publica ahora Pasaporte sentimental (Catedral), un librito que es un joyero de gemas rutilantes, un collar de lugares maravillosos que ha visto y vivido bajo todos los cielos. Me ha deslumbrado por su delicadeza en las descripciones y finas observaciones: un prodigio de lunas y lagos y sabanas y huracanes y trenes y cafés y cementerios y copas y flores y tortugas y chacales, un collar precioso de islas y mujeres, que aprecias y saboreas con el hedonismo de su mirada. Arturo San Agustín me regala su frase favorita del Padre de la Iglesia de su apellido: “No soy nada, pero si me comparo...”
- Me dice que no haber tenido hijos...
- Ha sido mi mejor decisión, consensuada con mi mujer.
- ¿Por qué se alegra?
- Porque hubiese sido un mal padre. Mi padre era severo. Yo lo hubiese reproducido.
- ¿En qué era severo?
- Me impedía leer tebeos. Me obligaba a jugar al ajedrez. Era anarquista y sobrio. Yo era hijo único. Me aburría. Me salvaba ver películas... y leer.
- Cuénteme una estampa de niñez.
- Crecí en la Barceloneta, entre hijos de portuarios y pescadores: aprendí dignidad. Lo peor es el chivato.
- ¿Qué quiso ser usted de mayor?
- Escritor, para subir y bajar de un avión.
- Lo que quería es viajar.
- Sí. Ser escritor es ser periodista: conocer la vida, vivir. O reescribirás lo leído.
- ¿Y vivió y escribió?
- Primero fui idiota. Fui publicitario y gané dinero. Hay idiotas y hay idiotas con dinero, que son los más insoportables.
- ¿Fue usted uno de estos?
- Una mañana, en Cannes, salí a un balcón del hotel Martinez, vistas a la Croisette, albornoz blanco y zumo de naranja.
- ¿Eso es idiota?
- Vi en el balcón contiguo a un conocido, con su albornoz como yo. “¡Vaya fantasma!”, pensé. Desde entonces abandoné la publicidad. Y me metí en el periodismo.
- ¿Qué es el periodismo?
- Viajar y conocer gente. Y pasarlo bien.
- Su primera pieza periodística fue...
- A fines de los setenta, cuando entrevisté a Dalí, que me conminó: “Si escribe una entrevista corta me enfadaré, ¡que sea larga!”.
- Ha sido usted entrevistador magistral.
- El único maestro fue Manuel del Arco, déjese. Era aragonés, como mi padre.
- ¿Qué es entrevistar?
- Entrevistar es, sobre todo, querer saber.
- ¿Y si el entrevistado se te cierra?
- Entrevistar es, también, seducir.
- ¿Quién no se dejó entrevistar?
- En Buenos Aires, un cardenal argentino. Bromeé y le emplacé: “Cuando sea Papa”.
- ¿Bergoglio? ¡Acertó usted!
- Sí, no olvide que soy San Agustín. Francisco me debe una entrevista.
- El Vaticano le fascina.
- Es puro poder en formas sutiles. Creo haberlas aprendido, pero siempre acaba brotándome la Barceloneta.
- Ha viajado mucho. ¿Qué es viajar?
- Encontrarme con alguien. Las puestas de sol son todas iguales, pero todas las personas son distintas.
- ¿A qué personas ha buscado?
- A las que tuvieran algo que decir.
- ¿Qué paisaje le ha hecho llorar?
- No soy de lágrima fácil. Lloro sólo si alguien a mi lado llora.
- ¿Dónde ha escuchado el mejor silencio?
- En una sabana sudafricana. Cae el sol bruscamente y callan las criaturas del día. ¡Silencio abrumador, absoluto, terrorífico! Hasta que llegan los sonidos de las criaturas de la noche.
- ¿Dónde ha visto el mejor cielo?
- En una isla del Mediterráneo, bajo un emparrado. Saboreo una ensalada de tomate, junto a un grupo de buenos amigos. Y un vino sencillo bebido en porrón: levanto la cabeza y veo el cielo. ¡Ese cielo!
- Qué catalán es comer calçots y beber en porrón, me enseñó Bigas Luna.
- Pero muchos catalanes cierran los ojos. Yo no, yo miro.
- Se ha comparado usted con un buitre.
- Lo veía de niño en mis veranos en Riglos. Los veo hoy en el Matarraña. Limpian el monte de cadáveres y huesos. La puta águila mata. El buitre es más ecológico.
- ¿Qué tiene usted en común con su querido buitre?
- Que algunos lo critican. Que les den. El buitre ve todo. ¡Viva el buitre!
- Le diré ahora una palabra: Italia.
- Italia es, para mí, una mujer joven en bicicleta, que compra un ramo de flores y bebe dos sorbos de un café corto, de pie. Y es una mujer mayor, aristocrática: admira los pétalos caídos de una flor.
- ¿Qué comida compartirá con esas mujeres?
- Unos espaguetis aglio e olio y peperoncino , qué fácil. ¡Mi tema es la mujer! Las mujeres han sido generosas conmigo.
- De todos sus viajes, ¿a dónde volvería?
- A las personas con las que he sido feliz.
- ¿Dónde está el paraíso?
- No existe, es un invento útil para seguir caminando.
- ¿Qué escribiría justo antes de dejar de escribir?
- Toda la verdad y nada más que la verdad de lo que soy.
- ¿Es eso posible?
- Nada hay más valioso que una mentira que embellece el mundo.
(Víctor-M. Amela, La Contra, La Vanguardia, 02/05/22)