Estas desavenencias no se refieren solo a la discusión entre Europa y EE UU sobre si el mejor camino para salir de la crisis pasa por ajustar primero las economías para luego iniciar una senda de crecimiento más sana y sostenible (posición de la UE) o mantener los planes de estímulo y recuperarse, y solo a continuación potenciar severos planes de reducción del déficit y la deuda pública (tesis de EE UU y la mayor parte de los países emergentes).
Desde hace algún tiempo se está abriendo otro boquete entre EE UU y China. Este verano, cuando demócratas y republicanos apuraban el plazo para ampliar el límite de deuda pública de EE UU si se quería que la Administración siguiese funcionando con normalidad (pagos a proveedores, funcionarios, obligaciones, etcétera), un portavoz del Gobierno chino alzó su voz para enseñar capitalismo a EE UU. Lo nunca visto. Demandó a Washington para que se apretase el cinturón y pusiese fin a su "adicción a la deuda", porque "comerse en abril el grano de mayo nunca será una solución permanente para un problema".
¿Cuál es el poder de China sobre Estados Unidos para que pudiera lanzarle esa reprimenda pública?: ser el mayor acreedor de la única gran superpotencia del mundo. Dos terceras partes de las gigantescas reservas de divisas chinas (3,2 billones de dólares) están en dólares, y de ellas, 1,2 billones están invertidos en bonos del Tesoro americano.
La pasada semana, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed), contraatacó y al señalar culpables al frenazo de la economía americana citó no solo la política de austeridad europea en bloque, sino también la política cambiaria china. Según Bernanke, Pekín debe permitir una apreciación de la moneda china (el yuan), que, a su juicio, se encuentra un 15% por debajo de su valor real, para beneficiar a las exportaciones del país asiático. La política de tipo de cambio de China "ha impedido hasta cierto punto el ajuste económico global".
Lo único que le faltaba al planeta en estos momentos es una "guerra de divisas", como síntoma de proteccionismo. En la reunión de hace unas semanas de los países BRIC (Brasil, Rusia, China e India) en Washington, coincidiendo con la asamblea del FMI, los cuatro países hablaron de una petición que se repite siempre que se ven sus máximos mandatarios: sustituir el dólar por una cesta de monedas, en las reservas de divisas de los países, para no dar ventaja alguna a EE UU.
El País