Más de 11.000 entradas y 1.050.000 visitantes desde el 9 de octubre de 2011

Di Benedetto, sumamente hijo (Rodolfo Braceli)


¿Puede uno valerse del reportaje para salvar una amistad trizada? Yo lo “usé” y alcé una amistad cuatro años interrumpida por mi encono. Antonio Di Benedetto --a él refiero-- por estos días cumplió sus 100 años. De haberse quedado a respirar aquí, hoy celebraría con luminoso vino oscuro. Léase: malbec. Ese hombre, sumamente petiso, fue mi maestro, no de periodismo, sí del idioma. Léase: la ética de la sintaxis.

Afronto peaje, desagravio a Adelma Petroni y Graciela Lucero; las dos lo amaron hasta más allá de las últimas consecuencias. Él fue mi jefe en Los Andes. Jodido y seductor, minucioso como relojero, estratega como ajedrecista, a eso le llamaba “trituración diaria”. Sólo sus índices para teclear, la obsesión era su estilo y la agonía su modus vivendi. Podía titubear en la práctica de algunas éticas, pero jamás renunciar a la de la sintaxis. Iba al diario de corbata, siempre negra. Auto no tuvo. Lo acompañé en su vano aprendizaje de ciclismo: zigzagueaba, y al suelo. Con denuedo, se entregó a escribir el castellano en castellano. Nunca nos tuteamos. Me aconsejaba: “Evite que su literatura se contamine de periodismo”.

Él era el protagonista de Zama, y el de Los suicidas, y el de El Silenciero, y el de El juicio de Dios. Se consideraba “culpable. Pero de otras culpas. Me gustaría ser dos para que las culpas las tuviera el otro”. Antonio descalzo apenas si arañaba el metro sesenta, pero: ¿cómo agredir el organismo de alguien que escribía el castellano con tan luminosa perfección?

Me volví insoportable; Di Benedetto me “tranquilizó”, me dio a dirigir el suplemento deportivo: opiné a rajacincha. Virulento despido mío en 1967; en 1970, a Buenos Aires. Él insistía. Mis desaires no menguaban su tenaz caballerosidad.

En Gente se elije “el cuento de 1972”. Propongo “El juicio de Dios”. Elegido. A los cuatro días, teléfono: “En este premio veo, Rodolfo, el largo brazo de su generosidad”. A la semana yo le hacía el reportaje en Mendoza. El diálogo se agudiza entre 1976 y 1977; él ya encarcelado en La Plata. El periodista Carlos Quiroz me contacta con Adelma Petroni, única persona que lo visitaba. Mientras, en Mendoza, varios hoy homenajeadores lo crucificaban con su activa indiferencia. Adelma escribe al mundo. Antonio, libre. Ella le cede el departamento de su hermano. Pero el caso es que a su amado Antonio lo pierde apenas él sale de la cárcel. Osvaldo Bayer y su mujer, testigos. Con el tiempo Antonio tendrá otra compañera, Graciela Lucero. El departamento de ella fue su casa.

Retrocedo unos años, converso con Antonio a través de Adelma. A él se le ocurre que escribamos un libro a dúo y me propone título: pasamos del Difícil ser periodista, al Difícil ser humano y de este al Difícil ser. Adelma, cada jueves, me traía lo que memorizaba de Antonio y le pasaba lo que memorizaba de mí. Con ese tráfico empezó a tomar cuerpo ese libro que desde mí sigue pendiente. Algo más sobre Graciela: tras la muerte de Antonio, al poco tiempo lo acompañó con la suya. Nombro a Adelma Petroni y a Graciela Lucero: tenue desagravio a dos seres tan ninguneados.

- El amado suicidio.

El suicidio, “costumbre de familia”, me decía Antonio. En el traslado de los restos de su padre, pidió abrir el ataúd, “seguro de que su cuerpo se conserva preservado por el veneno”. “Antonio, ¿para qué abrirlo?” “Oportunidad de saber si mi padre virilmente estaba tan dotado como le hicieron fama”. “¿Y?” “Verifiqué. Su fama no era inmerecida”. Desde su prisión --Adelma mediante-- Antonio me pedía:

--Usted dará prueba de amistad si me envía cianuro.

--Si obedezco, nos quedaremos sin esta amistad.

--¡Apiádese! Apreciaré el cianuro como muestra de su afecto.

--Antonio, usted quiere suicidarse, pero sin morirse.

Eso le decía yo a través de Adelma, y él respondía: “Privándome del cianuro, usted, Rodolfo, toma venganza por daños que yo le hice siendo su jefe”.

¡Ay, las mujeres!

Le gustaban las rubias y morochas y delgadas y gordas... Y sobre todo, la del prójimo. Andinista de mujeres imposibles, lo confiesa: “Lo único que se conserva con la edad es la necesidad de ser amado”. Puesto a salvarse mamando a la loba, Antonio fue Rómulo. Y fue Remo. Los dos en una sed.

Di Benedetto y el ruido. Un día el periodista Gómez Márquez aparece con radio, Antonio muta en felino: “¿No se enteró por Schopenhauer de las torturas que el ruido causa a la gente que piensa? Su radio machuca mi cerebro, ¡¡baaasta!!”.

Otra obsesión, la higiene: no tocaba la cerradura de la puerta del baño. A los hombres les daba una mano desmayada. A las mujeres les daba la mano para siempre. Confiesa esta obsesión: “Emanuel niño no jugaba a las bolitas para que no se ensuciaran”.

Él y el viento. “Era la siesta. Me veo en el patio, estoy en un cajón de madera, olvidado por la familia cuando se desencadena el Zonda. Varias horas replegado, indefenso. Cuando corre viento, mi cabeza no es mía. Y sufro”.

Para Di Benedetto, el único paraíso es el arduo purgatorio. La última palabra de su último libro es olvido. La escribió para que no fuera cierta.

- Madre y confesión.

Rosario Fisigaro (Sara), brasileña, era el nombre de su madre. En las jodiendas laborales yo quería ajusticiarlo. Pero sonaba el teléfono a las seis. Yo atendía: “Di Benedetto, su madre”. Antonio se precipitaba sobre el teléfono y emitía un mamáh aspirado, como el que podría lanzar un niño perdido que la encuentra ¡de pronto! Decía mamáh él, y yo me quedaba sin una gota de odio. Cuando en 1972 viajé a Mendoza a entrevistarlo, hacía un año que Sara había muerto. Di Benedetto me dijo: “Yo creo que el hombre no es bueno; las necesidades, el afán de descollar, hacen que use armas innobles. Si se porta bien es obligado por la sociedad. Adentro suyo sufre, se tortura. Por eso necesitamos la confesión. ¿Y quién es el ser que en forma directa nos otorga el perdón?... Es la madre. Yo la perdí. Siento profunda soledad. Si me juzgo, como los inventados por Pirandello o Dostoievsky, me siento culpable y sin redención. Porque, ¿quién me perdonará, quién?... La otra posible alternativa de confesión la da el amor en pareja”.

A lo bestia, le pregunté lo que él esperaba: “¿Y ahora, Antonio?” “Yo era mi madre. Mi madre era yo. Ya no está mi madre. Ahora busco un destino para mi hija y para mis libros... Morir quisiera en lugar donde nadie me reconozca. Vivir es un desafío. Morir es un acto íntimo... Cuando eso ocurra, y lo deseo pronto, si algo provoco, que no sea llanto sino reflexión”. “Usted no quiere morirse ni suicidarse ni nada, Di Benedetto”. “No sea cruel, Braceli. Comprenda: yo era mi madre. Mi madre era yo. Ya no está mi madre”.

(A ese día, le bajó su noche debida. El escritor gimió: “Madre, ¿me has abandonado?” La voz entrañable le respondió: “Hijo hijito, volveré a nacer, para parirte”. Implacable en el insomnio, el escritor suplicó: “Madre, hace frío en mi corazón, ¡venga pronto!”)

(Página 12, 01/12/22)

Italia reabre el debate sobre dar la nacionalidad a los hijos de migrantes

El futuro de Europa

El Parlamento se divide sobre una ley para naturalizar a través de la escolarización

Ahora sigue vigente el ‘ius sanguinis’, que otorga la ciudadanía a los que tienen sangre italiana


Hay más de un millón de menores extranjeros en Italia, que representan el 11,5% de la población residente en el país por debajo de los 18 años. Son más de 870.000 los estudiantes de origen extranjero en la escuela italiana, dos tercios de ellos nacidos en el territorio. Estudian en Italia, van al médico en Italia, juegan con italianos. Pero no gozan de los mismos derechos que sus compañeros.

Italia ha resucitado estos días un viejo debate: cómo resolver la encrucijada del millón de niños hijos de migrantes que no tienen la ciudadanía. El Parlamento está debatiendo una propuesta de ley para introducir el ius scholae , es decir, el derecho a la nacionalidad para los menores –tanto los que han nacido en el país como los que llegaron antes de los 12 años– después de cumplir un ciclo de cinco años de escolarización. Se trata de la última de las ideas que ha llegado a la Cámara de Diputados después de otras propuestas que se han discutido durante años pero sin que pudiesen prosperar por la férrea oposición de la derecha.

Todavía está vigente una ley de hace treinta años basada en el ius sanguinis. Puede tener derecho a la ciudadanía quien demuestra tener sangre italiana, y no quien reside o nace en el país. Los nacidos en Italia de padres no italianos pueden pedir la nacionalidad si han vivido ininterrumpidamente en la península hasta la mayoría de edad. Solo pueden empezar a tramitar los papeles para obtenerla una vez cumplidos los 18 años. En el caso de que no hayan nacido en Italia, deben seguir el mismo procedimiento que sus padres. Es decir, haber residido legalmente durante al menos diez años –y cumplir ciertos requisitos–, o bien casarse con un italiano. Hay algunas excepciones, como las de Ramy Shehata y Adam el Hamami, que con 13 y 12 años pudieron esconder su teléfono y avisar del secuestro del autobús en el que viajaban con sus compañeros y de la intención de su conductor de prenderle fuego. Les otorgaron la nacionalidad por sus méritos civiles.

Para Giuseppe Brescia, el diputado del Movimiento 5 Estrellas (M5E) que ha impulsado el ius scholae , esto es una “paradoja absurda”. “Es posible que haya personas en la otra punta del mundo que nunca han pisado Italia y descubren un parentesco lejano que tienen más derechos sobre los niños que van al colegio con nuestros hijos”, explica a este diario. “La sociedad ha cambiado mucho desde 1992 –insiste–. Entonces se buscaba mantener vínculos con los emigrantes italianos, y ahora Italia es un país con muchísimos inmigrantes cuyos hijos no pueden, por ejemplo, acceder a concursos públicos ni votar”.

Pero, como sucedió anteriormente, la cuestión ha despertado una guerra política. En especial, entre el M5E y el Partido Demócrata (PD), que apoyan la propuesta, y partidos ultraderechistas como la Liga o Hermanos de Italia, contrarios a hacer concesiones a los migrantes. “Es una locura porque daría la nacionalidad a todos los delincuentes de las bandas, mientras que para los niños extranjeros que van a la escuela ya están garantizados sus derechos”, ha criticado el líder de la Liga, Matteo Salvini. Su partido ha reaccionado presentando 1.500 enmiendas al proyecto de ley para bloquear su aprobación.

En el 2015 la izquierda ya intentó lanzar el ius soli (derecho de suelo) para dar la ciudadanía a los nacidos en Italia de padres inmigrantes que tenían permiso de residencia. Tampoco triunfó otra propuesta posterior, el ius culturae (derecho de cultura), una norma muy parecida al scholae que no incluía a los niños que no han nacido en Italia. “Es una ley muy equilibrada que reconoce un recorrido para la integración y el trabajo de los maestros para crear comunidad”, defiende Brescia.

(Anna Buj, La Vanguardia, 13/07/22)

Sánchez gira a la izquierda

El estado de España

El presidente anuncia nuevos impuestos a bancos y eléctricas ante la crisis de la inflación

“Me voy a dejar la piel para defender a la clase media y trabajadora”, asegura el jefe del Ejecutivo

“Este Gobierno no va a permitir que el sufrimiento de muchos sea el beneficio de unos pocos”, alega Sánchez

“¿Tras la beca para ricos van a plantear un cheque de combustible para yates?”, ironiza el presidente ante el PP

Sánchez trata de mostrar empatía con la angustia ciudadana: “Comprendo el enfado; también es el mío”


“¡Vamos a ir a por todas!”, advirtió Pedro Sánchez, para tratar de imprimir un fuerte impulso a la legislatura. La primera jornada del debate sobre el estado de la nación fue ayer la ocasión de oro proyectada por el presidente del Gobierno para pisar el acelerador ideológico, imprimir un enérgico giro de timón a la izquierda que devuelva la ilusión a sus apesadumbradas filas, neutralizar la imagen de un Ejecutivo agotado y desbordado por la crisis de la inflación, y tratar de frenar el cambio de ciclo político que anima Alberto Núñez Feijóo al frente del Partido Popular.

Sánchez disparó así la agenda progresista y de izquierdas para hacer frente a las incertidumbres de la crisis inflacionista y energética provocada por la guerra en Ucrania y, durante su primera intervención en el debate, desplegó una batería de nuevas medidas de amplio calado económico y social que, a juicio de la Moncloa, “marca la ruta para completar la legislatura”, ya en diciembre del 2023.

Las de mayor impacto político y económico son los nuevos impuestos, excepcionales y temporales, que se aplicarán a las entidades bancarias y grandes corporaciones eléctricas, gasistas y petroleras, y que prevén recaudar hasta 7.000 millones de euros durante dos años. “Este Gobierno no va a permitir que el sufrimiento de muchos sea el beneficio de unos pocos”, aseguró Sánchez para justificar los nuevos gravámenes a los beneficios extraordinarios de bancos y energéticas. “Aunque incomodemos a los más poderosos, vamos a ir a por todas”, insistió el presidente.

Otra medida, de gran impacto social, es la gratuidad de los abonos de transporte ferroviario en Cercanías, Rodalies y Media Distancia, desde el 1 de septiembre hasta el 31 de diciembre. Y una iniciativa que planta cara a las políticas “neoliberales” que Sánchez atribuye al PP y, singularmente, a la madrileña Isabel Díaz Ayuso, es una beca complementaria de 100 euros mensuales, también entre septiembre y diciembre, para cerca de un millón de alumnos que ya disfrutan de una ayuda, para evitar que abandonen los estudios por motivos económicos.

“¿Después de la beca para ricos, qué van a plantear? ¿Un Imserso para millonarios en Bora Bora con cargo al erario público? ¿Un cheque de combustible para los yates?”, retó Sánchez al PP.

“Mi compromiso es rotundo: iremos a por todas para defender el interés de la mayoría social. Me voy a dejar la piel para defender a la clase media y trabajadora de nuestro país”, aseguró el presidente, entre sonoros aplausos de las bancadas socialistas y moradas. Todas estas medidas sirven para escenificar la reconciliación de la coalición gubernamental y recomponer su unidad, tras el último choque por el aumento del gasto en Defensa ante la guerra, que Sánchez insistió en justificar para proteger a España. “No participar del esfuerzo bélico no nos libraría de las consecuencias de la guerra”, alegó ante Podemos. “La paz no viene sola”, advirtió.

La vicepresidenta Yolanda Díaz, que acaba de poner en marcha su propio proyecto político con la vista puesta en las generales del 2023, celebró así unas medidas que “son positivas para que no paguen los de siempre”. “Lo que era imposible hasta hace poco, ahora es posible”, destacó. También lo hizo la ministra Ione Belarra, secretaria general de Podemos: “Pedimos reorientar el rumbo y recuperar el ritmo de los avances sociales, y hoy empezamos a recorrer el camino adecuado”. “Hoy el presidente ha acertado”, aseguró a su vez el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, ante unas iniciativas que calificó de “valientes”.

Realismo, cercanía, compromiso y esperanza fueron, a juicio de los estrategas de la Moncloa, los grandes ejes sobre los que pivotó el discurso, de casi hora y media, con el que Sánchez inició su primer debate sobre el estado de la nación como jefe del Ejecutivo.

Una intervención en la que empezó por tratar de mostrar empatía con la ciudadanía, al asumir sus angustias. “Los tanques vuelven a marchar sobre Europa, la inflación vuelve a los dos dígitos, y la incertidumbre vuelve a entrar de lleno en los hogares de España. Soy plenamente consciente de las dificultades cotidianas de la mayoría de la gente. Sé que el salario cada vez da para menos, que cuesta llegar a fin de mes, que la cesta de la compra es más cara, y que los españoles están dejándose la piel para sacar adelante a sus familias y sus empleos”, reconoció.

“Comprendo la angustia, la frustración y el enfado de todos, porque también es el mío, me hago cargo del estado de ánimo de la gente”, admitió.

Sánchez asumió que su gran reto es la inflación, y sus “terribles efectos” en los bolsillos de los ciudadanos. Pero rebatió las recetas de la derecha y el “catastrofismo” que achacó al PP, a quienes equiparó con curanderos. “El curandero no pretende curar la enfermedad: quiere beneficiarse de ella. El curandero nos dice que la inflación es culpa del Gobierno”, reprochó. “Este diagnóstico les resultará convincente a algunos porque es sencillo y viene a reafirmar prejuicios ideológicos muy arraigados entre algunos sectores y muy propagados desde potentes altavoces mediáticos”, criticó.

Los médicos especialistas de la economía, al contrario del catastrofismo de los curanderos, aseguran en cambio que el desbocado crecimiento de los precios trae causa de la pandemia y la guerra en Ucrania, según resaltó Sánchez. Sin querer, no obstante, “echar balones fuera”. “El Gobierno está dispuesto a asumir toda su responsabilidad y a aplicar las mejores soluciones al problema. Pero no estamos dispuestos a aplicar soluciones falsas, engañosas y menos aún soluciones injustas”, advirtió ante las recetas del PP.

“No nos vamos a detener. Y tengo una mala noticia para quienes trabajan cada día por colocarnos palos en las ruedas, negar evidencias y celebrar el derrotismo. Pese a su intensa actividad, que sepan que no vamos a parar y que les esperamos en el futuro”, zanjó Sánchez frente a Feijóo.

La sesión, no obstante, registró su momento de mayor tensión con la intervención del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que exhibió desde la tribuna tres balas que habría disparado la Gendarmería marroquí contra los migrantes subsaharianos ante la valla de Melilla. Un “error imperdonable”, le reprendió Sánchez, visiblemente irritado. En las réplicas posteriores, no obstante, Sánchez y Rufián rebajaron la tensión.

(Juan Carlos Merino, La Vanguardia, 13/07/22)

El PP no se compromete a apoyar las medidas que propone Pedro Sánchez

El estado de España

Gamarra evitó el debate económico y censuró los acuerdos del PSOE con Bildu

Vox invita a los populares a “derogar la porquería legislativa del Gobierno”


Ni en la réplica, ni en la dúplica. Cuca Gamarra evitó contestar hasta en dos ocasiones a Pedro Sánchez cuando este le preguntó si el Partido Popular apoyará alguna de las medidas anunciadas por el propio presidente del Gobierno en la sesión matutina del debate sobre el estado de la nación.

La secretaria general del PP –quien ayer ejerció de portavoz del partido líder de la oposición ante la imposibilidad de Alberto Núñez Feijóo para hacerlo dada su condición de senador, y no de diputado– dio la callada por respuesta.

Fuentes populares explicaron en los pasillos del hemiciclo que “comprometerse a algo sin conocer los detalles sería demasiado arriesgado conociendo los antecedentes de Sánchez”, de ahí que Gamarra se ciñera al discurso trabajado la víspera por la cúpula de Génova.

A cambio, no sin antes acusar al Ejecutivo “de dejar un país peor y más pobre con sus políticas”, la portavoz del PP relegó el debate económico a un segundo plano y reprochó al Gobierno sus alianzas con Bildu de las que se ha materializado el acuerdo para la aprobación de la ley de Memoria Democrática.

Gamarra calificó de “inmorales” los pactos del Gobierno con este grupo vasco prolongando así las críticas lanzadas en los últimos días por cómo el Partido Socialista de Euskadi había organizado el reciente homenaje institucional por el 25.º aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA.

La estrategia del PP inicialmente orientada a exhibir argumentario económico para atajar la inflación, y de la que Feijóo había ofrecido varios spoilers en los días previos, viró hacia la acusación al Gobierno por “querer reescribir la historia traicionando a las víctimas”.

La portavoz del PP, protagonizó uno de los momentos singulares de esta primera sesión del debate cuando pidió guardar “un minuto de silencio” que fue secundado por el conjunto de la Cámara.

El gesto de Gamarra no solo no provocó la división pretendida –ya que junto a Sánchez y a la bancada socialista también se unieron los representantes de EH Bildu–, sino que, además, fue reprendido por la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, quien le recordó que se había saltado varios puntos del reglamento, ya que los minutos de silencio deben plantearse previamente en la Junta de Portavoces y ser aprobados por consenso.

Pero Gamarra no varió un ápice su intervención. El alcance y el rédito obtenidos el pasado fin de semana con su estrategia por los tributos al concejal de Ermua determinó la estructuración del discurso de la dirigente popular.

Al punto de poner a ambas cosas –la gestión del Gobierno y la lucha contra ETA– en el mismo nivel. Augurando que “ese mismo espíritu de rebelión cívica que alimentó a los españoles hace 25 años es el que nos sitúa ahora frente a este Gobierno”.

Ese fue el momento más bronco de esta intervención. A las quejas de la bancada socialista le siguió la respuesta directa de Sánchez: “Quienes realmente han utilizado el dolor de las víctimas del terrorismo con fines espurios han sido los dirigentes del PP”, recordando las horas posteriores a los atentados del 11-M.

Quien sí se centró en la coyuntura económica fue el líder de Vox calificando la situación de España de “muy grave” y alertando de que podría acabar siendo “dramática si continúa Pedro Sánchez en el Gobierno”. Santiago Abascal recalcó que el país necesita ya una alternativa que le expulse de la Moncloa, y para ello esbozó un discurso dirigido a partes iguales a criticar al PSOE y a atraer al PP. A quien tendió la mano para “derogar toda la porquería legislativa extremista que se ha traído a esta Cámara y las ilegalidades separatistas”.

Abascal dibujó un futuro de colaboración entre PP y Vox que la mayoría absoluta de Juanma Moreno en las pasadas elecciones autonómicas de Andalucía ha alejado más de lo que los ultranacionalistas desearían.

Y, convencido de que la suma de las derechas sí será necesaria tras las elecciones generales del 2023, finalizó discurso hablando en plural: “Reconstruiremos todo lo que destruyan y levantaremos todo lo que derriben: desde la economía hasta las cruces”, advirtió a Sánchez anticipando un último año de legislatura de oposición sin cuartel.

(Asier Martiarena, La Vanguardia, 13/07/22)