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El franquismo y Mola, ¿existieron? (Iñaki Anasagasti)

Senador de EAJ/PNV.

La primera pregunta oral en el pleno que la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, contestó en el Senado fue la que le hizo Joseba Zubia sobre el destino de los restos de Franco en el Valle de los Caídos. La buena señora contestó diciendo que de momento no harían nada y que el PSOE ha tenido más de 25 años para trasladarlos y nunca lo propuso. Tenía razón. Ante la pregunta, sectores de la derecha española criticaron que, con la crisis que se vive, se nos ocurra formular semejante cuestión. Obvian que también lo hacemos sobre la crisis, pero lo que no quieren es que se inquiera sobre estas cuestiones de principio y de label democrático.

Asimismo, la primera pregunta que contestó en ese mismo pleno el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, fue la que le hice sobre el 75º aniversario del bombardeo de Gernika. Y aproveché el viaje para hacerlo también sobre la petición de perdón pendiente del Gobierno español, así como hizo el alemán en 1997, y sobre el Guernica. La contestación fue la de siempre. No va con ellos. El hombre puede llegar a la luna, pero el cuadro solo se puede trasladar del Casón al Reina Sofía, nunca a Euzkadi. En el fondo piensan que Euzkadi no es España y solo lo es Madrid. Estupendo.

Siguiendo con esto, hasta el juez Garzón ha sido inhabilitado por permitir escuchas telefónicas a los abogados de la causa Gurtel. Y además espera sentencia por su osadía en tratar de investigar la causa del franquismo. Los testimonios de víctimas de aquella atrocidades en el Supremo parecían sacadas de una película de horror sobre lo peor del nazismo. La España alegre y confiada, la de pandereta y de Frascuelo, nada tiene que ver con lo que se escuchó en aquella sala. Pero el franquismo, sin una causa general en su contra, seguirá ahí cada vez más fuerte y los franquistas diciéndonos que hay que mirar al futuro mientras miles de republicanos y nacionalistas reposan en fosas comunes y cunetas invisibles. The New York Times defendió al magistrado en un editorial donde decía que el juicio resulta "un eco perturbador del pensamiento totalitario de la era de Franco y una ofensa a la justicia y a la historia".

Murió Fraga Iribarne y el Congreso dedicó parte de su sesión a escuchar una pieza hagiográfica del presidente del Congreso en acto insólito en cualquier país europeo. Fraga fue un fascista durante la mayor parte de su vida, un censor, un colaborador del régimen, un ministro que apoyó el fusilamiento de Grimau y permitió los hechos de Gasteiz y Montejurra y, como ponente constitucional, se opuso al Título VIII y al Estatuto de Gernika. Ni la izquierda ni el PNV estuvieron en ese acto indigno. Pero sí el PSOE. Y luego andan preguntándose qué es lo que les pasa. Sencillamente, han traicionado a la historia.

La semana pasada la revista alemana Der Spiegel publicó un relato del embajador alemán en Madrid entre 1977 y 1982, Lothar Lahn, donde decía que el rey le había mostrado "comprensión hacia los artífices del golpe de Estado del 23-F, cuando no simpatía" diciéndole que "la última responsabilidad del mismo no era de los cabecillas, sino del presidente Suárez por no hacerles caso". Ahí queda.

La Real Academia de la Historia española no recoge velas y el Diccionario Biográfico español seguirá con los mismos errores y horrores como, por ejemplo, este: "Francisco Franco. Pronto se hizo famoso por el frío valor que sobre el campo desplegaba'. / 'Una guerra larga de tres años le permitió derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores. Para ello, y contando con la hostilidad de Francia y de Rusia, hubo de establecer estrechos compromisos con Italia y Alemania'. / 'Montó un régimen autoritario pero no totalitario'". Este diccionario lo subvencionó el Gobierno Zapatero con 6,4 millones de euros. Es lo que hay. Y no va a cambiar. El franquismo sociológico gobernando con la historia en clave seudo democrática existe. Veremos qué hace y dice en el juicio contra Urdangarin. De ahí la importancia de no bajar la guardia y de combatir la crisis pero también denunciar todos estos hechos que no son de hace setenta años, sino de este mes. Y lo peor del caso es que el PSOE les apoya.

El sábado 11 de febrero, Gesto por la Paz, bajo el lema de Lortu Dugu (lo hemos conseguido) organizaba en el aniversario de la muerte de Gandhi su última manifestación. Gesto ha sido un cauce ético que no solo ha condenado durante 25 años los atentados de ETA sino también del GAL y el asesinato de Muguruza, y ha prestado un invalorable servicio a una sociedad silenciosa que pensaba que ETA nunca acabaría. Y, sin embargo y a pesar de los llamamientos, en la manifestación hubo poca asistencia. La gente es muy comodona y solo se moviliza por un concierto de rock o un partido de fútbol. Y eso habla mal de una sociedad democrática con valores. Soy socio del Athletic y espero que gane la Copa, pero no hay duda que la actual pasión futbolera no se equilibra con una apuesta cultural seria. Decía la semana pasada Antonio Martínez Sarrión, poeta y ensayista, que la televisión es el mejor aliado del ocio cultural. "Ya no hay diferencia entre publicidad, noticia y ficción. Además, todo se vuelca en el deporte. La gente se agarra al fútbol como a la heroína. Estamos en el momento de alienación máximo de una sociedad que ha pasado de ser lugar de consumo a lugar de subsistencia".

Lo vimos el 31 de enero. Jugaba el Athletic contra el Mirandés. El encuentro de ida de semifinales fue líder de audiencia no solo en Euzkadi, sino en España. Un 16,3% de cuota de pantalla ocupó el primer lugar del ranking y se convirtió en el partido más visto de Cuatro desde el Mundial. En ese momento, en ETB se estrenaba la película La Conspiración sobre los movimientos del General Mola antes de su sublevación militar en Pamplona. Una buena película de Pedro Olea, descendiente del histórico restaurante Retolaza del Casco Viejo de Bilbao, que le llevaba la comida a Luis Mari Retolaza cuando este estuvo encarcelado en Larrinaga. Solo le faltó a la película una mención a Fortunato Aguirre.

A la gente joven el nombre de Mola no le dice nada, ni le dirá nada si lo único que le interesa es el fútbol, pero para los madurillos es un nombre nefasto que estuvo en plazas, jardines, calles, hospitales, puentes y hasta en una estatua que estuvo en El Arenal y que jóvenes del PNV volaron con riesgo de su vida. Mola fue aquel salvaje que al organizar la sublevación redactó aquella instrucción reservada Nº 1 el 25 de mayo de 1936 que decía: "Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir cuanto antes al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos o sociedades y sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas".

Iniciado el golpe no se anduvo con chiquitas. Aquel criminal de guerra dio otra de sus directivas. "Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado". Este carnicero amenazó al lehendakari Aguirre y a su gobierno echando estas hojas desde los aviones: "Si no os rendís, arrasaré Vizcaya. Tengo medios sobrados para ello". Todo un angelito que bombardeó Bilbao, permitió que la Legión Cóndor bombardeara Otxandio, Durango, Gernika… En definitiva, un terrorista y un asesino que durante cuarenta años fue glorificado en obscena apología del terrorismo como no ha habido nada igual. Sin embargo no hay conciencia de ello. Hay conciencia de los crímenes del nazismo, pero no de los del franquismo. De ahí lo del Valle de los Caídos, Gernika, Fraga, el diccionario biográfico, los nombres franquistas en calles y plazas… Al parecer, aquello no fue un régimen dictatorial sino solo autoritario. Y ante eso hay que rebelarse. Aquello fue un charco de sangre, una orgía de odio, una sublevación militar contra un régimen democrático, una destrucción calculada. Bien está hablar de las víctimas de ETA, pero de las del franquismo también.

Echo en falta más películas como La Conspiración para que las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió y, aunque sea en el descanso del fútbol, vean y aprendan lo que fue aquella masacre que todavía hoy nos condiciona. Una sociedad equilibrada no puede vivir solo del pan y del circo.

Deia