Pero, ya se sabe, la izquierda plural siempre tan oportuna para eso del electoralismo. No se sabe mover bien entre lo orgánico, lo institucional y la lucha social, no sabe (todavía es demasiado joven o quizá viene de demasiado lejos y tiene demasiado retorcido el colmillo) compaginar bien los momentos de las peleas y los momentos de imagen unitaria que la gente necesita para confiar en ella. Demasiada complejidad orgánica, demasiado personalismo en los salvadores de la izquierda a título individual o grupuscular. En fin, las cosas de toda la vida. ¿Quién no tiene algún amigo o conocido al que no me es posible acercar a la militancia de IU, pues es preferible que trabaje socialmente en el entorno de la izquierda plural, o que incluso colabore en la elaboración del programa, antes que desanimarle con las peleas internas o las tediosas reuniones mal preparadas y de escasa sustancia política?
No sólo las fuerzas políticas se preparan para las elecciones andaluzas. También las fuerzas sociales encaran éstas del 25 de marzo (25-M) como un evento de especial importancia. Algunos quieren ver en el post 25-M el inicio de una nueva fase política de Andalucía. Prefieren que haya un cierto contiuismo, con las rectificaciones que haya que hacer de lo mal hecho por parte de quien hasta ahora ha gobernado Andalucía durante todo el período democrático (33 años ya), el PSOE. Y otros apuestan por un cambio radical, pero hacia más izquierda, pues sabemos por la experiencia del Estado, que tanto PSOE como PP, cuando gobiernan en solitario uno u otro, hacen las mismas políticas. Pero generalizando, las fuerzas que articulan socialmente Andalucía, sus sindicatos, las asociaciones de consumidores, de autónomos, de usuarios de los bienes públicos, prevén que va a haber cambios después del 25-M. Y ésa es una expectativa que se debe defraudar.
CC.OO. ya se ha definido como partidaria de un cambio de la mano de “la izquierda plural”. Al menos oficiosamente. Lo mismo ATTAC y otras. Pero, ¿será capaz la tal izquierda de articularse pluralmente? Quizás sea más fácil de lo que nos creemos todos, si miramos el patio interior de nuestras respectivas capillas ideológicas o políticas. El cimiento debe estar asentado sobre un programa de la izquierda bien hecho, por supuesto, donde se recojan las aspiraciones de este asociacionismo y las soluciones más globales, pero también las más concretas. No se trata de crear un programa de máximos y otro de mínimos, sino de preparar el gobierno al día siguiente de las elecciones, como quería el Julio Anguita de los mejores momentos.
Pero la patronal andaluza también está preparando su estrategia. La patronal andaluza, la CEA, no es muy distinta de cualquier otra patronal de España, pero está muy acostumbrada a negociar con el PSOE-A. Quizá por eso no asoma tanto la patita a la hora de escorarse hacia el PP como lo hace la patronal madrileña, por ejemplo. Pero a Herrero se le nota que está más entre los suyos cuando está con el PP.
Y sobre todo a la CEA se le están afilando los colmillos ante la posibilidad de hincarle el diente a la tarta de las instituciones del estado del bienestar. En Andalucía, como en el resto de España, hay mucho capital excedente que no quiere ya colocarse en el sector de la construcción después de su estrepitosa caída, y tampoco está dispuesto a correr aventuras en torno a los servicios de escasa calidad, pues estima que el negocio del turismo, aunque todavía tiene capacidad de desarrollo, está un tanto ligado al inmobiliario y mientras no se rompa con el principio de la sostenibilidad en la economía, no se podrá colocar ese capital excedentario de forma satisfactoria a las ambiciones de sus propietarios. Así que aplauden a un Arenas que afirma que ya está bien de milongas con la economía sostenible. Punto bueno para el PP, que les va a dejar construir más tramos de costa (si es que quedan).
Pero sabe la CEA que el negocio magro donde está es en la sanidad, la educación y las pensiones. De los 32.000 millones del presupuesto andaluz, unos 9.000 son para la sanidad y unos 7.000 para la educación. La mitad entre ambos. Por eso Herrero ha afirmado que “el estado de bienestar puede esperar”. Él lo dice en el contexto de la defensa de una reforma laboral profunda. Es el debate que toca. Pero qué casualidad que ligue la reforma laboral con el estado del bienestar. “En qué estaría yo pensando”, que diría Freud. La patronal andaluza sitúa al empleo por delante del bienestar, pidiendo que la reforma laboral sea “profunda”, que afecte a la contratación, que no sea “equidistante”, sino “suficiente”, porque en estos momentos lo prioritario es la actividad económica, crear empleo, el desarrollo que será el que luego cree el bienestar.
Pero ¿qué demonios tiene que ver el marco jurídico de la contratación con el estado del bienestar? A Herrero no le patinan las ideas. Las tiene bien centradas, y sabe lo que quiere. Quiere que detrás de la reforma laboral venga la reforma de las pensiones (a Grecia le están exigiendo la UE, el FMI y la banca una rebaja de las pensiones, nada es casual), de la sanidad y de la educación, para que caigan privatizaciones de segmentos de estos sistemas públicos tan potentes, y dejen huecos de inversión para el capital excedente de las oligarquías que están detrás de la CEA.
No vamos tan descaminados: justo en plena precampaña electoral, el Gobierno y la patronal del sector de la farmaindustria coinciden en estudiar si el concurso público de medicamentos de la Junta es legal, o por el contrario los jueces pueden echarles una manita en declararlo ilegal y así dejar inerme al sistema sanitario público andaluz para ahorrar por la vía de introducir la competencia de precios en la adjudicación de los medicamentos que este sector le vende a la sanidad pública. ¿No decían que hay que ahorrar, que estamos en época de austeridad? Pues la consejería de salud de la Junta de Andalucía ha encontrado una fórmula para hacerlo que, justamente, debe agradar mucho a los liberales, pues introducir mecanismos de competencia en el mercado de la farmaindustria para que las cuatro firmas que lo dominan no operen en régimen de oligopolio, es lo suyo. ¿O no?
Lo mismo en la educación. Andalucía ha sido una de las comunidades que han osado convocar oposiciones para que haya más maestros en el próximo ejercicio económico dispuestos a medio reemplazar (no del todo) a las plazas que quedan vacantes. Pues el ministro del PP, el señor Wert, les cambia a los opositores el temario para putearlos, y que así entren en conflicto con el gobierno de su comunidad autónoma.
Conclusión: estamos en una precampaña electoral donde se abren las venas del conflicto social, anchas como autopistas, para que, detrás de cada conflicto y cada propuesta se descubran con toda claridad las claves de la lucha de clases en nuestra tierra, para quien quiera verlas. Nunca ha estado tan clara la lucha de clases en el ámbito electoral como ahora. La elección de los trabajadores de Andalucía debe ser una opción de clase, para defender sus derechos, tan duramente conquistados por quienes les precedieron durante siglos de lucha obrera. Y ya lo dice un viejo adagio: “No hay nada más tonto que un obrero de derechas”.
Pues ya lo dice Media Markt: ¡Yo no soy tonto!
El Blog de Pedro Vaquero