Estos prisioneros representan el 67,7% de la población carcelaria del país, que asciende a 58.381 personas repartidas en trece centros penitenciarios, de acuerdo con las cifras ofrecidas por el Servicio Correccional de Ruanda (SCR).
La mayoría de los reclusos ya han sido condenados, pero 144 siguen todavía con la condición de acusado. El Servicio Correccional de Ruanda también señaló que 37.232 de los presos condenados por genocidio son hombres y que 2.340 son mujeres.
Después del genocidio ruandés, en 1995, fueron arrestadas más de 120.000 personas por su presunta participación en el mismo, la mayoría de ellos hutus.
Para descongestionar los centros de detención, Ruanda adoptó una medida para quienes confesaran su participación en el genocidio, consistente en sustituir la pena de cárcel por trabajos de servicio a la comunidad.
El genocidio perpetrado por extemistas hutus, que comenzó tras la muerte del presidente ruandés hutu, Juvenal Habyarimana -cuyo avión fue derribado sobre Kigali el 6 de abril de 1994, supuestamente por los tutsi- dejó 800.000 muertos según la ONU, principalmente de la minoría tutsi, entre abril y julio de 1994.
Gara