Raúl Ruiz-Berdejo trabaja como periodista en Onda Jerez RTV, donde es Presidente del Comité de Empresa. Ha publicado tres libros: La Mano Negra (Ed. Belgeuse), SIDA. Memorias del Silencio (Ed. Otra Dimensión) y El Recuerdo Infinito (Ed. Corona Borealis). Actualmente ocupa el cargo de Secretario Político del PCE en Jerez.Al hilo de las últimas informaciones, y las justificadas sospechas que se ciernen sobre algunos de nuestros políticos, más preocupados en labrarse un próspero y provechoso futuro personal que en servir al pueblo que les confió sus esperanzas, y respondiendo al tópico interesado de que todos los políticos son iguales, es necesario recordar que existen honrosas excepciones que nos permiten seguir creyendo en la política, personas comprometidas cuyo objetivo prioritario es contribuir a mejorar el mundo en el que vivimos y que alimentan nuestra esperanza en un futuro mejor.
Y, aunque no dudo de que existan políticos íntegros y comprometidos en otros partidos y bajo otras siglas, para demostrar que todos los políticos no son iguales he de poner el acento en los de Izquierda Unida, la fuerza política que presenta en su currículum mayores demostraciones de honradez y fidelidad a sus principios ideológicos y a sus votantes.
Porque no se trata de equivocarse, que seguramente se habrán equivocado y se puedan volver a equivocar, se trata de defender con honestidad los valores y las ideas que les hicieron merecedores de una confianza que pudo ser mayor o menor pero a la que nunca traicionaron.
Baste ver, por ejemplo, a Julio Anguita, retirado tras años de dedicación política, presumir de ganarse la vida honradamente con la pensión a la que tiene derecho como profesor jubilado, mientras otros se suben al carro del capital, aprovechándose de los favores que se ganaron cuando gobernaban. O a Llamazares defendiendo con uñas y dientes los principios de la izquierda a pesar de jugar con una manifiesta inferioridad numérica, derivada de una injusta ley electoral. O a Cayo Lara dejarse el alma, con ese mensaje lleno de justicia y esa rabia que es la de todos, defendiendo la dignidad con orgullo de pueblo y fuerza campesina. O al joven Alberto Garzón, entregando la fuerza de su juventud a defender un mundo mejor para todos…
Son, ellos y otros muchos como ellos, los mismos que dedican el escaso tiempo libre que les queda a manifestarse en favor de nuestros servicios públicos, en contra de unos desahucios criminales o de una reforma laboral que nos esclaviza a todos. Son los que diariamente se fajan, en las instituciones y en las calles, en favor de una justicia social que, por desgracia, empieza a brillar por su ausencia. Y, aunque la tele apenas les conceda unos minutos en una programación en la que el sitio está reservado para otros, ellos siempre están ahí, defendiendo el mensaje que nos incluye a todos.
Es gracias a ellos y a otros muchos como ellos que, en cada rincón de nuestra geografía, se dejan la vida luchando por y para el pueblo, sin obtener a menudo la confianza que sin duda merecen, que aún podemos conservar la esperanza. Porque, afortunadamente, todos los políticos no son iguales. Los de IU son pueblo aunque, a veces, a ese mismo pueblo le cueste darse cuenta de eso.
Crónica Disidente