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Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco) se une a los curas antimafia

Francisco asume una de las batallas más audaces enfrentándose a los clanes criminales, un gesto histórico que rompe con más de un siglo de silencio en la Iglesia católica

Bergoglio rompe con la obscena convivencia que permitió que el asesor financiero de Pablo VI lo fuera también de los capos de Palermo y Nueva York. O que el chófer que paseó a Juan Pablo II por Sicilia perteneciera a la Mafia

Entre los gestos más revolucionarios que ha protagonizado el Papa hay uno que ha pasado casi inadvertido y que, por fin, rompe con una vergonzosa inercia histórica de la Iglesia católica: se ha enfrentado abiertamente a la mafia, lo que en Italia es de una relevancia extraordinaria. Juan Pablo II fue el primero en romper más de un siglo de silencio oficial en 1993, durante un viaje a Sicilia, con unas famosas palabras en el Valle de los Templos de Agrigento. Pero antes de eso, nada de nada, y después, tampoco. Hasta el punto de que la actitud de Francisco el pasado 21 de marzo resulta inédita: ha sido el primer papa en acudir al encuentro anual de las víctimas de las mafias italianas, muy olvidadas y ninguneadas. Es un acto muy simple pero muy emotivo, en el que se leen uno por uno los nombres de los asesinados de forma oficial desde 1893, al margen de cientos de personas cuyo rastro se ha perdido a lo largo de un siglo. Tampoco se incluye a los propios mafiosos, lo que elevaría la cifra de muertos a varios miles.

Ante casi un millar de familiares de personas asesinadas, el Papa dirigió a los mafiosos unas palabras durísimas, sin precedentes, que no es exagerado calificar de históricas: "¡Por favor, cambiad de vida, convertíos, dejad de hacer el mal! Esta vida que vivís no os dará felicidad, alegría. El poder y el dinero que tenéis ahora de tantos negocios sucios, de crímenes mafiosos, son dinero lleno de sangre, no podréis llevarlo a la otra vida. ¡Convertíos para no acabar en el infierno, es lo que os espera si seguís por este camino! Tenéis un papá y una mamá, pensad en ellos, llorad un poco y convertíos, os lo pido de rodillas". Es uno de esos gestos que en Italia quiere decir inequívocamente que Francisco va en serio, porque éste es uno de los asuntos más serios.

Bergoglio no se ha parado ahí. Ha encargado las meditaciones del Via Crucis de Viernes Santo a Giancarlo Bregantini, arzobispo de Campobasso, que en la última década ha sido un símbolo de la lucha contra la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, en Locri, uno de sus principales feudos. Otro gesto claro. Y próximamente, aún no hay fecha, viajará al pueblo de Cassano allo Jonio, también en Calabria, escenario en enero de un escalofriante crimen mafioso: un niño de 3 años fue asesinado a tiros con su abuelo y la compañera de éste, y sus cuerpos luego fueron quemados en un coche. Nunca, ni en los peores atentados de los años ochenta y noventa, un pontífice había reaccionado a un acto mafioso con una visita al lugar del crimen.

En realidad, con estos pasos, Francisco no hace más que alinear a la Iglesia oficial con la que ya pelea desde hace años a pie de calle. Hay muchos curas anónimos que se juegan la vida en parroquias o diócesis muy peligrosas, alzando la voz contra la Mafia siciliana, la Camorra de Nápoles o la temible 'Ndrangheta calabresa. Marginados por el Vaticano. Ante una clase política corrupta y vergonzosa, ante el abandono institucional, en Italia no es raro que sea un cura quien asuma la defensa de la sociedad civil y se convierta en un personaje público, un referente moral. Es lo que han hecho, por ejemplo, sacerdotes como Maurizio Patriciello en la llamada Tierra de los Fuegos, el territorio asolado por las basuras ilegales de la Camorra; o Luigi Merola, en los barrios de Nápoles; o Aniello Manganiello, en la misma ciudad, en el moderno suburbio de Scampia, el enclave de los clanes que aparece en la película 'Gomorra'. Son curas con jersey y zapatos gastados, de esos que le gustan al Papa porque "huelen a oveja". Éstos son los más conocidos, pero de vez en cuando aparecen algunos aun más anónimos por alguna noticia escabrosa, como Ennio Stamile, párroco de un pueblecito calabrés llamado Cetraro, que en 2012 recibio en su casa una cabeza de cerdo como advertencia por sus posturas contra los clanes locales.

- Una historia de complicidad.

Por eso el otro día, el 21 de marzo, en el acto con las víctimas, Francisco rompió la distancia de la Iglesia oficial con los sacerdotes antimafia. Entró en la iglesia de la mano, literalmente, de Luigi Ciotti, el cura más conocido de este colectivo. Nunca antes Ciotti había entrado en el Vaticano o había sido recibido por un papa, aunque lleva desde 1994 al frente de la asociación Libera, que lucha contra el crimen organizado. Pero en los despachos de la Iglesia hacían como que no se enteraban. Es lo que llevan haciendo desde que nació la Mafia, a finales del siglo XIX. El propio Ciotti, consciente de que con Bergoglio se ha abierto una nueva fase, no se mordió la lengua y dijo ante él una verdad dolorosa, que hasta ahora era un auténtico tabú: "No siempre la Iglesia ha prestado atención a las víctimas de las mafias y al fenómeno de la criminalidad organizada. No han faltado silencios, infravaloración, exceso de prudencia, palabras de circunstancia".

La historia del desinterés, la comprensión o incluso la complicidad de la Iglesia con la Mafia resulta increíble, pero es parte de la propia alma de la Cosa Nostra. Desde los inicios ha habido curas mafiosos, con pistola, que pertenecían a bandas de delincuentes o incluso las dirigían. Conventos que han servido para esconder a criminales fugados y ocultar arsenales. Del mismo modo, religiosos honestos que se enfrentaban a la Mafia eran a veces eliminados y la Iglesia nunca se ha molestado en recordarlos ni reivindicarlos.

Los capos eran vistos en los pueblos como parte del sistema establecido, algo así como los caciques locales, garantes del orden y las buenas costumbres. Los mafiosos, además, tienen una peculiar relación con la religión, son muy de llevar crucifijos y estampitas y se consideran buenos cristianos. El ritual de iniciación al clan suele consistir, desde siempre y hasta hoy, en quemar una imagen de la Virgen con unas gotas de sangre del elegido mientras se pronuncia un juramento de eterna fidelidad.

Esta asombrosa combinación antropológica se escenificaba socialmente en los pueblos, por ejemplo, en Semana Santa, donde los capos tenían puestos privilegiados en las procesiones o en los bancos de la iglesia, o gozaban de reverencias ante sus balcones. Menos, pero hoy sigue pasando. En algunos casos se llegaba a la simbiosis absoluta en las representaciones teatrales de la Pasión: el jefe mafioso hacía el papel de Cristo.

No sólo ocurría en Sicilia. Las más importantes reuniones de los capos de la 'Ndrangheta se han celebrado desde hace un siglo en el santuario de Polsi, a los pies de la 'Madonna', patrona de aquellas montañas y de sus dominios, el Aspromonte. En 2007, la matanza de seis jóvenes sicarios en una pizzería de Duisburg destapó bruscamente un secreto a voces: la infiltración de la mafia calabresa en Alemania. Uno de ellos acababa de pasar por el ritual de afiliación al clan: tenía una estampita del arcángel San Michele medio quemada en el bolsillo.

Pero ha sido más insidiosa la permisividad de la Igleisa oficial, que miraba para otro lado y con ello contribuía a crear el consenso social imprescindible, además del miedo, en el que crecen estas organizaciones criminales. Sobre todo a partir de la posguerra, porque la Mafia fue un aliado impresentable de la Democracia Cristiana, el Vaticano y la OTAN durante la Guerra Fría. Ayudaban en el trabajo sucio y en los años cuarenta y cincuenta fueron asesinados en Italia decenas de sindicalistas o líderes comunistas. Para el arzobispo de Palermo, la Mafia simplemente no existía, era "un invento de los comunistas" o un prejuicio racista hacia los sicilianos. Los primeros documentos de los obispos sicilianos que la mencionan tímidamente son de 1973, gracias a las aperturas del Concilio Vaticano II. Y es una tendencia que partió desde abajo, de curas de base, en parroquias de frontera, contra la resistencia de sus superiores.

- Finanzas vaticanas.

Todo esto se complica, y mucho, con la penetración de la orgnización en las finanzas vaticanas. Michele Sindona, asesor financiero de Cosa Nostra, era también el hombre de confianza de Pablo VI para los dineros y mangoneó en el IOR, el banco vaticano, todo lo que quiso. La entidad, opaca y ajena a todo control, era ideal para blanquear capitales y el clan de los Corleoneses la usó exactamente para eso. De aquí sale también el escándalo del Banco Ambrosino, el asesinato de su presidente, Roberto Calvi, y del propio Sindona. Y hasta la teoría de que Juan Pablo I, muerto a los 33 días de ser elegido, fue asesinado en 1978 por pretender hacer limpieza en el IOR. Una polémica entidad financiera que sólo ahora, primero con Benedicto XVI con una gran oposición interna y, por fin, con Francisco, empieza a ser saneada. Hasta ahí alcanza la sombra del crimen organizado en el Vaticano. Pero es que llegó incluso hasta las barbas de Juan Pablo II. Un detalle asombroso y muy desconocido es que durante la primera visita de Wojtyla a Sicilia, en 1982, el chófer que le paseó en el coche oficial por Palermo era... un mafioso, Angelo Siino. Es decir, la Mafia paseó a Juan Pablo II por su feudo.

Aquella vez, el Papa no dijo nada de Cosa Nostra en sus trece discursos y eso que había un muerto al día en las calles de Palermo en la más feroz guerra de clanes. Tampoco en su siguiente visita, en 1991, pero fue porque se salió del guión, no lo llevaba ni estaba escrito en el sermón. Lo que le llevó a romper la pauta fue un encuentro improvisado que tuvo antes de la misa del 9 de mayo con los padres de un magistrado asesinado. Fue un alto en el camino que no estaba en el programa. Esa charla, muy breve, de siete minutos, derrumbó un histórico muro de silencio. Horas después, Juan Pablo II condenó severamente a los mafiosos y les advirtió: "¡Convertíos! ¡Un día llegará el juicio de Dios!" Para la organización fue un 'shock' la ruptura de un histórico pacto tácito de no agresión, como han revelado algunos 'arrepentidos', y reaccionó. En julio de ese año colocó bombas en dos céntricas iglesias de Roma, dentro de su brutal campaña de atentados contra el Estado y las instituciones. En septiembre asesinó a Pino Puglisi, un párroco de Palermo que se enfrentaba a los clanes. Ese domingo no hubo una sola mención al crimen en las misas de Sicilia. Puglisi fue beatificado por fin el año pasado por Francisco, aunque naturalmente el proceso venía de antes, y se convirtió en el primer mártir oficial de la lucha contra la Mafia.

Uno de los asesinos de Puglisi fue Gaspare Spatuzza, uno de los matones más sanguinarios de los Corleoneses. Años después fue detenido y, finalmente, se convirtió en 'arrepentido', el más importante en los últimos años. En este giro radical aparece de nuevo por sopresa la religión, siempre tan mezclada con la Mafia, ya que ha tenido un gran peso la aparente conversión que ha vivido en la cárcel. Bajo la tutela de un fraile capuchino, Spatuzza se puso a estudiar Teología y ha superado los exámenes con buenas notas.

Naturalmente, es para preguntarse cuál será ahora la reacción de Cosa Nostra a esta nueva cruzada de Francisco. La organización no es la misma de los años noventa, entonces muy potente y en la fase más terrorífica de su historia, dirigida por Totò Riina, pero no puede descartarse una señal de aviso.

De momento, es en la propia Iglesia donde ya se ha captado el mensaje. Este miércoles, la Conferencia Episcopal de Calabria decidió, siguiendo las palabras del Papa sobre "el coraje de la denuncia" y la "fuga de cualquier omertà (ley del silencio)", que los nuevos estudiantes de los seminarios tengan que estudiar a partir de ahora una asignatura sobre la 'Ndrangheta, su historia y sus características. Especialmente, su particular concepción de la fe y su uso de símbolos religiosos. Con Francisco, la Iglesia católica quiere por fin enterarse de qué va todo esto. Ya era hora.

- Líder de 1.500 grupos activos contra la Mafia.

Luigi Ciotti es el cura más conocido del movimiento antimafia. Fundó en 1995 la asociación Libera, que agrupa a 1.500 grupos y organizaciones activas contra la criminalidad. Promueve el uso de bienes confiscados a los clanes y también el cultivo con cooperativas de las tierras incautadas. Organiza cada 21 de marzo un encuentro anual de las víctimas, al que Francisco ha acudido este año.

- Planta cara a la Camorra en la 'Tierra de los Fuegos'.

Maurizio Patriciello encabeza las denuncias en la 'Tierra de los Fuegos', una zona de la región de Nápoles donde la Camorra ha arrojado durante décadas la basura ilegal y peligrosa de sus empresas tapadera. El escándalo ha estallado ahora al dispararse los casos de cáncer y con confesiones de arrepentidos que incluso hablan de residuos nucleares enterrados sin control.

- Acribillado en la sacristía.

Giuseppe Diana es un cura asesinado por la Camorra, cerca de Nápoles, en 1994. Es, junto a Pino Puglisi, el otro 'mártir' de la Iglesia. Era párroco de Casal di Principe, territorio del clan de los Casalese, en los años de máxima potencia de este grupo mafioso, el mismo que ha condenado a muerte al escritor Roberto Saviano. Fue acribillado en la sacristía. Tenía 35 años.

- Recibido con una bomba por la 'Ndrangheta.

Giancarlo Bregantini fue hasta 2007, durante 13 años, obispo de Locri, en Calabria, un feudo de la 'Ndrangheta. El día de su toma de posesión le recibieron con una bomba bajo el palco, pero rechazó la escolta. Tras el asesinato de un político, apoyó el movimiento de protesta 'Matadnos a todos'. El Papa le ha encargado las meditaciones del Vía Crucis en Semana Santa.

- Vive escoltado por las amenazas de muerte.

Luigi Merola, de 41 años, fue de 2000 a 2007 párroco de Forcella, un barrio de Nápoles controlado por el crimen organizado. Allí se dedicó a los jóvenes para evitar que acabaran de sicarios e incluso presentó denuncias a la Policía. Se destacó por su ataque a los mafiosos en el funeral de Annalisa Durante, una chica de 14 años muerta en un tiroteo. La Camorra le amenazó de muerte y desde entonces vive con escolta.

- En el barrio de 'Gomorra'.

Anielo Manganiello fue párroco durante 16 años en Scampia, el barrio más peligroso de Nápoles, en manos de la Camorra, retratado en la película 'Gomorra'. Se enfrentó a los clanes y fue un punto de referencia de la comunidad, pero sus duras críticas a las instituciones y también a la jerarquía de la Iglesia acabaron por costarle un traslado forzoso a Roma en 2010.

- El mártir oficial en la lucha contra la Mafia.

Pino Puglisi, un párroco del barrio Brancaccio, de Palermo, de alta densidad mafiosa, fue asesinado con 56 años en 1993 por Cosa Nostra por su oposición a los capos y su trabajo de denuncia con los jóvenes. Fue beatificado el año pasado por Francisco y se considera el primer mártir oficial de la lucha contra la Mafia. A la derecha, el 'arrepentido' Gaspare Spatuzza, uno de los matones que acabó con su vida.

- Conexiones.

- Negocios sucios.

Michele Sindona, siciliano, fue asesor financiero en Milán de Joe Adonis, un amigo de Lucky Luciano expulsado de Estados Unidos. Allí trabó amistad en los cincuenta con el arzobispo Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI. Cuando fue elegido en 1963, encargó a Sindona organizar la exportación de capitales del Vaticano para burlar al fisco italiano. Pero al mismo tiempo era el financiero de la Mafia siciliana e italoamericana. Se asoció en negocios sucios con el presidente del IOR, el banco vaticano, Paul Marcinkus, y con Roberto Calvi, del banco católico Ambrosiano, protagonistas del escándalo de las finanzas vaticanas de 1981. Sindona y Calvi acabaron muertos, se sospecha que por obra de la Mafia, y Marcinkus fue protegido por Juan Pablo II de la Justicia italiana.

- El banco vaticano.

El IOR ha operado siempre con total opacidad y ha servido para el blanqueo de dinero de la Mafia y de la corrupción política italiana. Benedicto XVI intentó por fin emprender su limpieza, pero encontró una gran resistencia interna. La llegada de Francisco ha acelerado el proceso, para adecuarlo a las leyes internacionales. Ha bajarado incluso cerrarlo, pero esta semana ha anunciado que seguirá su labor tras una profunda reforma.

- Organizaciones criminales.

- Mafia o Cosa Nostra.

La mafia por excelencia, la que inventa 'la marca', nace en la segunda mitad del siglo XIX en Sicilia, en el declive del reino borbónico y en el vacío de poder de la unidad de Italia. Pronto salta a Estados Unidos y en Italia alcanza su máximo poder en los años ochenta y noventa.

- Camorra.

Es la organización más antigua, del siglo XIX, y actúa sin esconderse demasiado en Nápoles y Campania. No está tan jerarquizada como la Mafia siciliana, sino fragmentada en clanes. 'Gomorra', de Roberto Saviano, desveló su cara contemporánea y su peligrosidad.

- 'Ndrangheta.

La más desconocida pero, ahora, la más potente y temible. Domina el narcotráfico mundial y está extendida por todo el mundo. Nace a finales del XIX en las montañas del Aspromonte (Calabria), es la más compleja, llena de rangos y rituales. Basada en lazos de sangre.

- Sacra Corona Unita.

La llamada 'cuarta mafia' es la más reciente, de los ochenta, y la de menor entidad. Nace por la amistad de un delincuente de la zona de Puglia con un capo de la Camorra, del que aprende cómo montar una organización criminal y de quien copia sus reglas y ritos.

(Íñigo Domínguez, Ideal)