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Sabino Cuadra (Amaiur): "Dicen que el Congreso es el templo de la democracia, pero lo es de la hipocresía"

Nacido en Amurrio (Araba) en 1949 pero más de Iruñea que la fuente de Nabarreria, este abogado y sindicalista se ha convertido en el dedo acusador de la legislatura. Sus duras intervenciones contra las medidas antisociales le han dejado como uno de los diputados más referentes. Acaba de publicar un libro sobre sus impresiones desde el hemiciclo

Izquierda.- "Gentes del Estado que se tienen como muy radicales, en cuestiones de democracia y soberanía tienen posiciones lerrouxistas o jacobinas"

En el trayecto entre Alde Zaharra de Iruñea y la tribuna del Congreso español, Sabino Cuadra no se ha dejado nada por el camino. Sus discursos, claros y llanos, han alcanzado gran notoriedad en Internet. Aunque, en realidad, son el reflejo de una vida dedicada a la transformación social tanto desde el derecho como, especialmente, desde el sindicalismo. Acaba de publicar «Arrojado a los leones» (Icaria, 2014), una crónica muy personal sobre las vicisitudes en la Cámara Baja española de una persona que cambió Nabarreria por la carrera de San Jerónimo y se ha convertido en el gran dedo acusador de toda la legislatura. A través de sus 246 páginas y con prólogo del diputado de la CUP David Fernández, Cuadra relata su día a día en una institución ajena pero en la que destaca la importancia de, al menos, ser escuchados.

- ¿Cuál fue la primera sensación cuando pisó el Congreso de los Diputados?

- Se me hizo más pequeño de lo que yo pensaba (risas).

- Lo mismo dicen los foráneos cuando llegan a la plaza del Ayuntamiento de Iruñea....

- La sensación puede estar reflejada en el título del libro, encontrarte arrojado a los leones. Todo eran incertidumbres e interrogantes. No había experiencias. EA sí tenía, Aralar a través de NaBai también, pero no existía desde la izquierda abertzale en coalición. Situarte en aquel escenario es ubicarte en territorio enemigo. Por la composición del Parlamento, por su propia esencia, enraizada en una Transición tramposa que nos negó derechos democráticos, negó la ruptura y creó todo un entramado de corruptelas entre los poderes contra los cuales es muy difícil pelear. En este escenario, tú que vas como Sabino Cuadra del Casco Viejo de Iruñea, se te hace un poco fuerte. La gran ventaja que tenemos es que íbamos un grupo con valores humanos y políticos que han hecho que todos esos interrogantes se hayan diluido en buena medida. Te sientes arropado, con más seguridad a la hora de intervenir.

- ¿El hábito hace al monje? Entre la unanimidad del traje y la corbata, usted no se ha dejado llevar por el uniforme oficial.

- Lo más escandaloso del Congreso es que el poder no está allá. Se dice que es el templo de la democracia pero es el templo de la hipocresía. El poder está en la Troika, en la Iglesia, en el Ejército. Y eso se ve en las leyes que se tramitan. La Lomce tiene que ver con esto. La reforma laboral también.

Las servidumbres que se establecen entre el Gobierno y todos esos poderes ajenos es algo invisible. Se ve la escenificación de una democracia que no existe y, como toda escenificación, es algo falso. Las relaciones que existen allí no son completamente falsas, pero se basan en normas de conducta establecidas para aparentar que hay democracia y poder.

- ¿Cuándo fue la última vez que se puso corbata?

- Hace 15 años en los carnavales.

- En el libro hace mención a la fuerte implantación de lobbys.

- En el despacho recibes publicaciones de lobbys que están continuamente mandando su propaganda, invitándote a charlas, cursillos y cantidad de actividades. Yo no voy, pero que se realicen quiere decir que hay gente que va. En el debate de las pensiones ha quedado claro. Hemos sido bombardeados por determinadas empresas, compañías de seguros o bancos, que nos iban mandando sus propuestas. No sé qué ha salido de ahí, pero supongo que funciona.

- Hasta la Guardia Civil le ha enviado invitaciones.

- Sí, sí. A mí y a todos. El cuartel de Aizoain nos invitó a un acto con «vinito español». Ni siquiera tienen el detalle de sacar vino navarro. También en Madrid nos han llegado invitaciones de alguna asociación ligada a la Guardia Civil. O de la embajada americana, que pedía traje de etiqueta negro y con corbata y, si no, no podías entrar.

- Durante esta legislatura se han producido continuas marchas junto al Congreso español. ¿No se siente extraño trabajando en esta institución cuando miles de personas la rodean exigiendo democracia?

- Evidentemente. Pero es una extrañeza pasajera. Entras entre la Policía, vas a tu asiento, fuera hay gente gritando... Pero tú te identificas con lo que está planteando esa gente. En la mayor parte de los casos, hay un nivel de complicidad y ellos ven en ti ese mismo nivel de apoyo, por lo que se diluye. Es una cosa chocante.

- Uno de sus recursos retóricos más habituales son las referencias al santoral. Teniendo en cuenta que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha condecorado recientemente a una virgen, ¿quién cree que tiene mayor dominio de las referencias santas?

- El ministro del Interior está puesto en ese tema (risas). Que conste que después de recordarle aquella frase de San Ambrosio de que «quien es rico o es ladrón o es hijo de ladrones», me regalaron un santoral completo de unas 300 páginas que me sirve para sacar alguna que otra idea. De todos los sitios pueden extraerse buenas conclusiones.

- Sus vídeos son muy reproducidos en Internet. Sin embargo, en el momento de pronunciar un discurso es habitual que el hemiciclo esté casi vacío. ¿Supone predicar en el desierto?

- Con carácter general y salvadas las votaciones y los debates con el presidente del Gobierno y los ministros, el promedio de asistencia es de unas 60 personas de 350. A mí me ha tocado en alguna intervención mirar abajo y ver solo a doce diputados. Por un lado, te da rabia. Por otro, pasas mucho. En definitiva, a quien te diriges no es a esa gente que no ha venido, sino a los de casa... No voy a convencer a la mayoría absoluta del PP. Ni siquiera, en muchas ocasiones, al PSOE. Pretendo transmitir el programa con el cual los 300.000 votantes de Euskal Herria nos mandaron al Congreso. Para que se enteren de que eres fiel a lo que ellos expresaron y para que, más allá del Ebro, se vea que lo que dices tiene mucho que ver con las preocupaciones que se plantean por parte de mucha gente.

- Ante la saturación de discursos, usted suele recurrir a mostrar fotografías o exhibir camisetas. ¿Cree que si no se entra en el «show» no hay posibilidad de ser escuchado?

- Amaiur es el quinto grupo del Congreso, tenemos más diputados que el PNV y UPyD. Pero no aparecemos en ningún sito. Es muestra de una marginación consciente por parte de los grandes medios de comunicación y unos cuantos de los medianos. Más allá del Ebro y también algunos de Euskal Herria. Los grandes medios, además, lo único que sacan quieren vincularlo al tema de la violencia y de ETA ocultando que el 80% de nuestras intervenciones tienen que ver con temas sociales. Sin hacer del Parlamento un circo, en ocasiones te ves obligado a forzar el verbo o la actitud para romper con el boicot.

- Uno de los principales objetivos era la resolución del conflicto. ¿Cree que el Gobierno español, con su inmovilismo, provoca una legislatura perdida?

- Por parte del Gobierno es evidente. No solo no ha habido cambio sino que ha ido a peor. A nivel del PSOE, casi lo mismo. Los cambios del discurso han sido cero en relación con este tema. No ha habido iniciativa alguna en este sentido y las intervenciones han ido hacia el cerrojazo, en contra de lo que decían hace años, de que una vez que callasen las armas se podría hablar de todo y llegar a acuerdos. Callaron las armas y aquí no ha pasado nada. En el resto de formaciones soberanistas y de izquierdas yo insistiría en que existe un miedo escénico muy grande, por parte de IU en particular, por identificarse con demandas estrictamente democráticas que en otros temas sí que defiende. Que 80 personas estén siendo juzgadas en la Audiencia Nacional y que cause menos preocupación que cualquier represión que pueda darse en torno a un escrache sobre vivienda o cualquier movilización en Madrid... No tiene punto de comparación. Sin embargo, la sensibilidad en relación con estas actividades represivas por parte del Gobierno es más alta que ante hechos escandalosos como los juicios o seguir con las ilegalizaciones o que se sigan practicando torturas condenadas por instancias internacionales. Por desgracia, dentro de un amplio espacio de la izquierda estatal sigue existiendo eso que llamo miedo escénico pero que me temo que va más allá.

(Gara)