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Patxi Irurzun: "'Atrapados en el paraíso' no estaba perdido, solo había tenido mala suerte"

Patxi Irurzun (Iruñea, 1969) estudió Filología y trabajó en fábricas, almacenes y bibliotecas antes de dedicarse a la escritura en exclusiva. En su haber se encuentran novelas, libros de viajes y libros para niños, aunque los cuentos son su género favorito, siendo «La tristeza de la tienda de pelucas» (Pamiela, 2013) su última incursión en el mismo. Es colaborador de GARA y otros medios de comunicación

«Atrapados en el paraíso» es un personal relato -impregnado de sinceridad, cariño y humor- del periplo que, en 2002, Patxi Irurzun realizó por Filipinas y Papúa Nueva Guinea gracias a los 6.000 euros del I Premio de relatos de viajes de «El País» para gastar en un solo viaje. El libro vio la luz hace diez años de mano del Gobierno de Nafarroa, tras ganar el Premio a la Creación Literaria que este concede. Diez años después, la modélica editorial Pamiela ha dado una «segunda oportunidad» a este trabajo, añadiendo en la nueva edición las impresiones de algunos lectores (descargables completas en la red junto con otros textos y estudios relacionados con el libro), un nuevo prólogo del autor y el relato con el que ganó el premio de «El País» y con el que todo empezó.

- Más que un libro de viajes, su libro es un muy personal diario de su pasar por Filipinas y Papúa Nueva Guinea.

- No tenía la idea de escribir un libro. Fuimos con la idea de hacer reportajes y, a la vuelta, viendo que los reportajes no gustaban, que los temas «no eran para los domingos», me puse, a tumba abierta, a escribir el viaje en clave de reportaje y me salió en forma de diario, algo personal. No quería que fuese un viaje de libros al uso, obra del típico superviajero: yo quería acercarme al viajero común; a pesar de que los destinos fuesen raros, intenté reflejar esas cosas que le suceden a la gente cuando viaja, los problemas con el equipaje o con el idioma, por ejemplo, entrando por ahí el tono humorístico.
- En un momento dice que los recuerdos son útiles para escribir algo «tan superficial como todos los libros de viajes». Parece que no tenía buena opinión del género.

- Los libros y reportajes de viajes siempre me han parecido que están hechos por paracaidistas que pasan unos pocos días en cada lugar y así es imposible llegar a conocer países de los que solamente se sabe lo leído. Sólo puedes llegar a conocer la superficie y contar tu experiencia personal.

- ¿Cómo se lleva viajar por el tercer mundo con esa sensación de ser un privilegiado, con esa mala conciencia?

- Yo encima fui a parar a un basurero, a un sitio donde la gente vive de lo que los otros tiran y, además, todo en un país, Filipinas, bastante pobre. Todo esto me impresionó, así como el hecho de ir por la calle y que la gente me mirara como si fuera un dólar con patas. Era difícil hacerles entender que yo, en mi país, era pobre. ¿Cómo le va a entrar en la cabeza a alguien que vive en un basurero que, los blancos que aparecen por allí con unas cámaras terribles haciendo fotos puedan ser pobres? Esto provoca unos sentimientos contradictorios que no se sabe muy bien cómo abordar.

- Es también contradictorio que odie viajar y, aún así, vaya hasta Nueva Guinea.

- Soy un viajero accidental. Me obligó el premio, que consistía en gastar el importe del mismo en un solo viaje. De otro modo, no hubiese ido. Por otro lado tenía esa sensación de no poder perder esa oportunidad increíble de ir a donde nadie va, para alguien que, como yo, se dedica a escribir. Pero es cierto que, aunque en el pueblo suelo decir que a mí me gusta estar en casa tranquilo escribiendo, pasé dos o tres años viajando; eso sí, forzado por la literatura.

- Algo nos impulsa a realizar viajes iniciáticos. En el libro dice que, a pesar de los pesares, «no podía hacer como las otras veces, renunciar a las oportunidades, a la buena suerte, a vivir, sólo por miedo».

- El viaje me pilló con cierta edad, con 32 años. Sin embargo, el proyecto era una cosa tan fuerte que ni por miedo me iba a echar atrás, ni siquiera por amor (empezaba entonces una relación). Aquello me atrapó en una época de cambio, de inestabilidad, pero, al mismo tiempo, tenía la opción de hacer un viaje largo. Lo contemplaba como una buena oportunidad para escribir, aunque a la postre, y desde el punto de vista periodístico, la cosa me decepcionó un poco.

- En el libro el personaje del fotógrafo concibe el viajar como escapada, como vía para olvidar.

- A veces hay que alejarse mucho para ver de cerca lo que está pasando, lo que se tiene. Pero, por mucho que uno se aleje, que huya, no hay forma de desprenderse de lo que tenemos, de lo que somos. En mi caso no se trataba de un problema: en realidad pensaba que tenía que estar aquí, por mi novia y demás; pero, por otro lado, viendo todo aquello desde la distancia, fue una forma para asentar lo que tenía aquí.

- Hablando del oficio de periodista, señala en un momento del relato que «las buenas noticias no eran noticia. Una buena noticia para un periodista era una mala noticia», pero pueden servir para escribir otro tipo de asuntos.

- Uno de los personajes del libro es un periodista de EFE, Txema, de Eibar, que decía que su trabajo consistía en hablar de tifones, de ferrys hundidos, que de la parte de Asia que cubría sólo daba malas noticias, que aquellos países no generaban otro tipo de cosas. Parece que cuando se viaja a este tipo de lugares, se van a encontrar este género de cosas y, sin embargo, lugares como el basurero encierran historias como gente que se casa, se reproduce, como en el resto del mundo; es una cosa que se refleja menos pero se da, aunque no hay interés en sacar reportajes que sean molestos cuando la gente está mojando el cruasán en el café con leche.

- El libro, editado hace diez años por primera vez, resiste el paso del tiempo. ¿Qué ha motivado esta reedición?

- La primera edición corrió a cargo del Gobierno de Navarra, con escaso recorrido comercial. A pesar de ello, el libro ha tenido su vida secreta, ha habido gente que lo ha ido descubriendo y se ha hecho fan del mismo: La banda del abuelo, una banda de Arrasate, lo sortea en sus conciertos... Tiene como una legión de seguidores. Kutxi, de Marea, me decía que lo tenía que reeditar, que acostumbraba a regalarlo y le daba vergüenza la edición. La reedición incluye las opiniones de los fans (algunos están en papel y otros se pueden descargar en pdf). Más que una reedición, es darle una segunda oportunidad; de hecho, se presentó hace pocas semanas y en la Feria de Iruñea se vendió bien: no es un libro que estuviera perdido, había tenido mala suerte.

(Alvaro Hilario, Gara)