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Suafat entierra al menor palestino entre protestas

Egipto media para que se mantenga el alto el fuego entre Israel y Hamás

El ministro de Exteriores israelí, el ultraderechista Avigdor Lieberman, se muestra a favor de la venganza militar

Al grito de “la sangre de los mártires nos redimirá”, miles de personas se congregaron ayer en el barrio de Suafat, en Jerusalén Este, para despedir a Mohamad Abu Jeider, el palestino de 16 años víctima el miércoles de una supuesta venganza de radicales judíos y residente de Suafat.
Bajo un sol abrasador, jóvenes enmascarados, ancianos, mujeres y niños acompañaron al cuerpo del adolescente asesinado, al tiempo que Egipto emprendió una nueva mediación para salvar el alto el fuego que el Gobierno israelí y el movimiento islamista Hamás alcanzaron en 2012. Aunque los radicales de ambos lados no parecen desear que haya un entendimiento.

“Haremos pagar a Israel por esto. La sangre de los mártires no es baldía”, proclamó Mohamed Al Fadi, un joven de este barrio palestino, escenario desde hace dos jornadas de los violentos choques entre jóvenes radicales y fuerzas antidisturbios israelíes.

Fuentes médicas palestinas informaron ayer de que cerca de 300 personas habían sufrido heridas desde que el pasado miércoles la Policía israelí halló el cuerpo carbonizado de Abu Jedeir en un bosque de Jerusalén. Según la versión más extendida, horas antes el adolescente había sido obligado a introducirse en un coche que salió a gran velocidad por la calle central de Suafat, a cinco kilómetros del casco antiguo.

- Una cámara de seguridad.

Imágenes de una cámara de seguridad de la zona grabadas a la misma hora de la desaparición muestran cómo dos individuos salen del automóvil y hablan con un chico, sentado en la acera, antes de introducirlo en el vehículo a la fuerza.

La Policía israelí ha abierto una investigación mientras que el presidente del país, Simon Peres, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, han condenado la acción e instado a los ciudadanos israelíes a la calma y la contención.

Durante las horas previas a la desaparición en Suafat, ocurrida poco después de que Israel enterrara a tres estudiantes judíos asesinados y cuyos cuerpos fueron hallados cerca de la ciudad palestina de Hebrón, una oleada de ataques a árabes se extendió por Jerusalén y la Cisjordania ocupada.

Ayer, primer viernes de Ramadán, quienes se acercaban a rezar a la mezquita de Suafat, como Ahmad Abu Salah, profesor de secundaria, denunciaban la “doble actuación de Israel, que ha lanzado a todo su Ejército en Cisjordania en busca de sus chicos y apenas se esfuerza por encontrar a los asesinos de Mohamad”.

- Trabas a la entrega del cadáver.

Una queja similar repetía el círculo familiar del chico, reunido bajo una carpa de duelo junto a la mezquita, que denunciaba, además, los impedimentos y los retrasos de las autoridades israelíes para entregar el cadáver. “Han querido evitar que despidiéramos a Mohamad como ellos han despedido a sus chicos. Pero no han podido, aquí esta todo el pueblo de Suafat y de otros lugares para gritarle a Israel que no nos doblegaremos”, explicó uno de sus tíos.

Concluida la sepultura y disparadas las ráfagas de metralleta al aire, un grupo de jóvenes, la mayoría enmascarados, se enfrentó a las tropas israelíes, que de mañana sellaron y rodearon un barrio que asemejaba un campo de batalla.

Los jóvenes volvieron a lanzar piedras y otros objetos contra los antidisturbios, que respondieron con granadas aturdidoras, gases y balas recubiertas de goma.

En el plano político, israelíes y palestinos trataron ayer de aliviar la tensión, pese a que el lanzamiento de cohetes no cesó desde la Franja.

Fuentes oficiales egipcias confirmaron que habían abierto un proceso de mediación para salvar el alto el fuego firmado -también con la ayuda de Egipto- por Israel y Hamás en 2012, tras la cruenta operación militar Pilar defensivo.

- División en el gabinete israelí.

Un esfuerzo al que este viernes se opuso el ministro de Asuntos de Exteriores, el ultraderechista Avigdor Lieberman, para quien el mensaje “la calma llevará a la calma, es equivocado”, según la prensa local.

“Debemos apretar nuestras manos sobre aquellos que apoyan y alientan el terror y eso incluye (a los líderes de Hamás) Jaled Mishal e Ismail Haniye. Necesitamos que sepan que son objetivo”, afirmó Lieberman en una visita a la ciudad meridional de Sderot, una de las más afectadas por el lanzamiento de cohetes.

“Mientras nosotros hablamos de un alto el fuego, Hamás continúa desarrollando cohetes que pueden llegar a Tel Aviv. Todo lo que estamos haciendo es posponer el problema en vez de buscar la solución. Esa no es la respuesta que hay que dar a Hamás”, agregó el ministro, residente en una colonia.

Desde que los cadáveres de los tres estudiantes judíos aparecieron, el gabinete de Seguridad israelí está dividido sobre la respuesta que debe dar a Hamás, al que acusa del triple asesinato: hay quienes hablan de mesura y quienes abogan por un ataque a gran escala.

(Javier Martín, Deia)