Pablo Iglesias necesita sumar sin asustar, porque avizora las elecciones generales de 2015
Pablo Iglesias, que acababa de ser elegido secretario general de Podemos por una mayoría del 80% de votantes que representan el 50% de su censo digital, anda de ronda por los canales de televisión y las emisoras de radio, conforme al principio de que las actitudes se conforman en función de las expectativas. Los primeros turnos han sido para Ana Pastor en su programa El Objetivo de La Sexta y para Pepa Bueno en Hoy por Hoy de la Cadena SER. Se trataba de contrastar al líder emergente con sus manifestaciones anteriores y de precisar las promesas del programa para las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo pasado. Dos sesiones sin sectarismo agresivo ni complacencias amedrentadas. El entrevistado tiene una trayectoria de la que responder y se dice consciente de sus responsabilidades.
Necesita sumar sin asustar, porque avizora las elecciones generales del año que viene. La genealogía de Pablemos deriva del 15-M, aquellos acampados en la Puerta del Sol, bajo el lema de "no nos representan", que nunca articularon propuestas ni definieron liderazgo alguno. Quienes les han relevado se proponen llenar las urnas para hacerse con el Gobierno. Quieren limar aristas e instalarse en los modos de la ambigüedad calculada. Pasar de las rotundidades a los matices y refugiarse en la pedagogía de las parábolas. Difuminar las promesas taxativas, esas que luego los votantes pueden aducir como incumplidas. Instalados en la Moncloa, acabarían con los desahucios mediante la equiparación de la Ley española a la sentencia del Tribunal Europeo donde es obligatoria la alternativa de una solución habitacional.
Su líder sostiene que los recortes no funcionan. Su receta contra el paro combinaría el aumento de los ingresos de los trabajadores con políticas expansivas. Busca reactivar a los consumidores. Los recursos para asignar una renta básica universal, de importe indeterminado, procederían de alinear nuestra tributación con la de los socios europeos y de luchar contra el fraude fiscal. Su objetivo, desactivar la bomba de la exclusión social. Su modelo, Dinamarca donde los más ricos tributan más.Ningún sueldo sobrepasaría 20 veces el salario mínimo interprofesional. Pablo Iglesias convocaría a los mejores para confeccionar propuestas de sentido común.
Del impago de la deuda ha pasado a la reestructuración, en línea con los premios nobel y el economista jefe del FMI. Abre la puerta a nacionalizar empresas privatizadas si incumplieran. Pero prefiere el eufemismo desprivatizar, siempre por vía legal. Es contrario a la enseñanza concertada en los centros pastoreados por los obispos, en particular en los que segreguen por sexo. Acepta los casos que supongan un avance experimental. Calla sobre la enseñanza de la religión. Mantiene su admiración por el régimen chavista de Venezuela, un ejemplo a seguir por el mecanismo revocatorio del presidente. Espera documentación del opositor venezolano en prisión, Leopoldo López, para interceder a su favor.
Denuncia el convenio con Washington sobre las bases de Rota y Morón. Propone un referéndum para salir de la OTAN. No quiere en España más militares que los españoles. Rehúsa objetar la ley mordaza de Ecuador. Repudia la mercantilización del derecho a la libertad de expresión y se niega a rectificar su aversión a los medios de comunicación privados. Se escabulle del referéndum Monarquía-República. Frente a la declaración unilateral de independencia, señala que la Generalitat es incompetente. Suma voluntarismo de que mejor y más felices juntos. Promete permanecer ajeno a la casta, sin entender que todos somos biodegradables, que a todos cambia el poder.
(El País)