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Perceptible baja en la imagen del presidente Macri a nueve meses de gestión. Es la economía, estúpido

Casi la totalidad de los consultores en campañas electorales coinciden en que, al cumplirse nueve meses de la asunción de Mauricio Macri, el Presidente perdió unos quince puntos de imagen positiva. Por eso, hoy son más los que opinan mal del mandatario que los que opinan bien y siete de cada diez afirman que la economía está mal o muy mal, con una mayoría que sostiene que tuvieron que recortar sus consumos, especialmente en alimentos. En esa sintonía también son mayoría los que dicen que las tarifas son impagables y los encuestadores perciben un aumento de la pobreza y un deterioro del salario real.

Las polémicas entre los consultores surgen cuando se habla de las expectativas de los ciudadanos. Algunos piensan que la mitad de la población tiene expectativas de que las cosas mejoren e incluso quieren creer que las cosas van a mejorar. En parte porque votaron a Macri en la segunda vuelta, en parte porque son críticos del anterior gobierno y reciben el bombardeo de las denuncias contra Cristina Fernández de Kirchner y sus funcionarios.

Sin embargo, la mayoría de los consultores consideran que también las expectativas están bajando, porque hay una franja importante que no cree que las cosas mejoren y, por ejemplo, la mayor parte de los consultados piensa que no vendrán las inversiones prometidas por el gobierno. El panorama se presenta preocupante para el Poder Ejecutivo de cara a las elecciones de 2017: dependerá de las divisiones en el peronismo y de la economía. Cambiemos necesita revertir el grave cuadro de la economía.
Página/12 dialogó con siete de los más conocidos consultores. Se trata de profesionales que tienen miradas muy distintas entre sí y que trabajaron y trabajan para candidatos de diferentes signos.

- Datos.

“El gobierno comenzó su mandato con una muy fuerte expectativa de mejoras en lo económico tanto en relación al país como en el hogar –señala Hugo Haime, titular de Haime y Asociados–. En agosto de este año en lugar de que las expectativas mejoren y que se perciban mejorías tanto a nivel del país como en el hogar, la situación empeoró. La expectativa a futuro se ubicó en agosto en 5,3 puntos en una escala de 1 a 10 y la percepción de que las cosas en el país están peor creció 14 puntos. Más grave aún, 19 por ciento más de los consultados dijeron que las cosas en su propia casa empeoraron. Hoy un 56 por ciento de los encuestados nos dice que las cosas están peor en el país y un 42 por ciento nos dice que están peor en su hogar”.

“Claramente para la opinión pública las cosas empeoraron. Según nuestros datos, el kirchnerismo dejó treinta por ciento de pobres y más de veinte por ciento de hogares viviendo de planes. Hoy la situación en lugar de corregirse se agravó. Con estos condicionantes, claramente el humor social no puede ser de gran alegría. Por el contrario es de incertidumbre y enojo. A su vez no llega a la mitad de la población quienes creen que entre este año y el próximo llegaran inversiones que generen trabajo”.

Para Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo, “la situación económica no ha mejorado, pero para el último trimestre del año puede computarse que la inflación se viene desacelerando, las expectativas generales son levemente mejores y las expectativas de los economistas son mejores. En la política se registran esas señales ambiguas y sigue prevaleciendo una actitud de precaución y cautela. La opiniòn pública refleja eso mostrando dos caras: una es la de la insatisfacciòn con la situación económica, otra la de la relativamente buena aceptación del presidente Macri y la gobernadora Vidal. La gestión es evaluada de manera desigual, en general más acorde con la mala valoraciòn de la economía que con la buena valoración del presidente”.

“Las encuestas dejan al descubierto un dato alarmante para la actual gestión –afirma Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP)–: el 72 por ciento afirma que la marcha de la economía en la actualidad es abiertamente negativa. Aunque la imagen del presidente Macri no tiene valores tan profundamente negativos, todo parece indicar que por estos tiempos la realidad frente a la economía es más fuerte que el deseo y ante tal situación la esperanza, al menos, se pone en tela de juicio. Ocurre que el nivel de aprobación de lo actuado por el gobierno en el ámbito económico solo recibe la aprobación del Núcleo Duro Macrista”.

“En encuestas que hicimos recientemente, ocho de cada diez argentinos señalan que debieron recortar gastos de su presupuesto familiar. En cuanto a los recortes propiamente dichos un 38 por ciento resignó en alimentos y bebidas (menos consumos de carnes y lácteos, más de harinas y polentas, pases a segundas y terceras marcas). El 27 por ciento cortó en servicios, un quince en ocio y entretenimiento, un diez por ciento en vestimenta y calzado, y hasta casi un tres por ciento en salud y medicamentos. Alrededor del 55 por ciento está abiertamente en desa- cuerdo con el aumento de las tarifas de los servicios públicos. Sin embargo, para las tres cuartas partes los aumentos son excesivos e imposibles de pagar”.

- Optimismo/pesimismo.

Para Eduardo Fidanza, de Poliarquía, “las opiniones sobre la situación económica y las expectativas sobre el país se caracterizan por una peculiaridad: una porción significativa de la opinión pública hace una evaluación negativa de estos aspectos en la coyuntura, mientras estima que la situación mejorará en los próximos meses. Eso permite diferenciar tres segmentos. Uno es el de los optimistas absolutos, que afirman que la situación actual es buena y mejorará aun en el futuro. Otro es de optimistas realistas, que afirman que la situación es mala pero mejorará. Y otro son los pesimistas que sostienen que la situación actual es mala y empeorará. Según los datos de Poliarquía, los dos primeros grupos conforman aproximadamente el 55 por ciento de la población, mientras que los pesimistas alcanzan a alrededor del 35 por ciento. En términos generales, y a nivel nacional, los primeros apoyan al gobierno, los otros lo impugnan”.

Federico Aurelio, de Aresco, piensa que “la mitad de los argentinos valoran negativamente su situación económica personal y el 68 por ciento valora negativamente la situación económica del país. Estas evaluaciones que se deterioraron sustancialmente en los primeros cuatro meses del Gobierno se mantienen estables en los últimos meses. Las expectativas de la situación económica son equilibradas entre los que consideran que la situación va a mejorar y los que son pesimistas al respecto. El principal factor del deterioro de la situación económica es la pérdida del poder adquisitivo de los salarios producto de la inflación y el empeoramiento de la situación laboral”.

“Si hace un trimestre –analiza Artemio López, de Equis– el 50 por ciento de los consultados a nivel metropolitano por el conjunto de las consultoras en promedio, consideraban que su situación económica no había variado respecto al año 2015, hoy el 70 por ciento considera que está peor. En línea con la percepción de empeoramiento de la situación personal, la evaluación de positiva de la gestión del gobierno nacional cae de manera notable. Mientras el 50 por ciento consideraba “buena o muy buena” la gestión de gobierno nacional hace un trimestre, hoy solo el 35 por ciento la sigue considerando positiva mientras que el restante 65 por ciento la observa ‘regular o mala’, con el agregado de que está evaluación negativa atraviesa también a un 30 por ciento de aquellos que dicen haber votado al oficialismo. Sucede que la persistente inflación y las últimas medidas económicas, en particular el tarifazo, son consideradas negativas por el 80 por ciento de la población metropolitana”.

- Divisiones.

“La opinión pública está dividida –evalúa Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados–. La caída de la imagen del Presidente y de su gestión fue el reflejo inicial de los sectores que se agregaron al envión que tienen los mandatarios al principio de sus gestiones. Son ciudadanos que no habían votado a Macri. Luego, durante el correr de los meses, empezó a erosionarse el apoyo de los propios votantes de Macri en el ballotage. No obstante, para nosotros conserva alrededor de cuatro de cada diez ciudadanos, lo que corresponde al voto duro de Cambiemos. En las PASO Macri había obtenido el 30 por ciento de los votos, en la primera vuelta tuvo 34 por ciento y en el ballotage un poco más del 51. Hoy, cuando se evalúa su gestión, el saldo es negativo: 54 por ciento opina mal contra un 44 que opina bien”.

“En síntesis, descenso de su imagen, mayor caída en la percepción de la gobernabilidad, y mantenimiento de un capital fundado principalmente en sus votantes previos a la segunda vuelta. Habrá que ver como evoluciona la situación socioeconómica y el nivel de conflictividad para que el gobierno logre recuperar o mantener un nivel aceptable de opiniones positivas hasta las elecciones legislativas”.

Como se ve, no hay demasiadas discrepancias entre los consultores: están de acuerdo en que la percepción de la economía es mala, que la aprobación de Macri viene bajando, aunque tal vez ya encontró su piso. Queda entonces la polémica sobre los que creen o los que no creen, los que todavía le dan un plazo al Ejecutivo. Según Aurelio, el plazo es a fin de año. Diciembre ha sido un mes clave en varios años del anterior gobierno y sería clave también en este.

- Mirando a 2017.

Dos de las consultoras –Hugo Haime y Asociados y Poliarquía– hicieron algún tipo de simulacro sobre cuál sería el resultado de una confrontación electoral entre Elisa Carrió (Cambiemos); Cristina Kirchner (Frente para la Victoria) y Sergio Massa (Frente Renovador). Poliarquía habla de un triple empate. Haime no quiso hacer público el resultado, pero trascendió que tiene un empate entre CFK y Massa, con Cambiemos algo más atrás. Como es obvio, se trata de escenarios trazados muy prematuramente, pero ya se exhiben las miradas puestas en la elección de 2017. Un punto clave es el nivel de unidad que puedan lograr las fuerzas peronistas. Nadie piensa que todos los que se reivindican peronistas puedan ir en una sola lista, pero habrá que ver si el nivel de dispersión es grande o no.

“Poliarquía acaba de cerrar una macro encuesta de 14.000 casos en el Gran Buenos Aires, un territorio históricamente adverso a los gobiernos no peronistas”, revela Eduardo Fidanza. “El diagnóstico electoral preliminar que se desprende de allí es que la torta está repartida en tres porciones, entre el Gobierno, Cristina y Massa. Ese resultado no constituye una novedad, sino más bien la confirmación de un dato estructural que la coalición de gobierno tiene que remontar: desde hace años el peronismo reúne dos tercios de los votos en la provincia de Buenos Aires. Si María Eugenia Vidal pudo ganar allí fue por una conjunción excepcional de circunstancias: la impopularidad de Aníbal Fernández, su propio carisma y la división del peronismo. Estos son los datos que habrá que monitorear, entonces: la calidad de las candidaturas, el consenso al interior de los partidos o coaliciones y, por cierto, la marcha de la situación económica, que si es favorable ayudará al gobierno y que si es adversa lo perjudicará, casi decisivamente”.

Para Ricardo Rouvier “el gobierno tiene una situación minoritaria a nivel legislativo y necesita revertirla. Hay que ver si el oficialismo puede usar como eje de campaña la cuestión económica o solo se centralizará en presentarse como una etapa mejor a la anterior, focalizando su mensaje negativo en relación a la herencia. Este último mensaje ya se va debilitando”.

“El otro espacio que contribuye al escenario electoral es la fragmentación del peronismo. La necesidad de unificación para agregar consensos, determina que haya un flujo horizontal en las conversaciones entre las diversas unidades de poder: Cristina y el Kichnerismo; el PJ, los grupos Esmeralda y Fénix, el movimiento Evita y otros, la CGT/CTA y el Frente Renovador. Es imposible pensar en una alianza de todos, pero sí de algunos que intentarán presentarse en forma competitiva en el próximo turno electoral. Mientras algunos se alejan del kichnerismo otros como Scioli intentan ser bisagra entre el peronismo y el kichnerismo, tratando de restaurar la unión que dio sus frutos entre el 2003/15. No hay que descartar de que en algunos distritos como la Provincia de Buenos Aires, se intente que el PRO abra una puerta hacia intendentes peronistas que no encuentren satisfacción en las otras alternativas. Pero, esta jugada tiene sus inconvenientes funcionales por la oposición del sector más antiperonista de Cambiemos; o por la decisión protagónica de los poderes locales”.

Para Roberto Bacman, una clave está en la oposición. “Un peronismo dividido en tres partes (FpV o kirchnerismo, PJ no kirchnerista y Frente Renovador o massismo) implica, ni más ni menos, que una ventaja competitiva fundamental para Cambiemos. Es cierto que faltan once meses para la elección, pero no es tanto tiempo. Y este comicio de medio término será crucial para el actual oficialismo: la gobernabilidad está en juego y el síndrome del pato rengo para transitar los dos últimos años de gestión, pende sobre Cambiemos cual espada de Damocles.. Aunque será una contienda que se librará en la totalidad del territorio nacional, tendrá su epicentro en la madre de todas las batallas: la provincia de Buenos Aires. En tal dirección, el principal desafío para este gobierno consiste en que la economía mejore y prospere, y de tal modo demostrarle a los argentinos que el cambio propuesto valió la pena. Es evidente que el relato basado en la pesada herencia recibida de cara a los próximos comicios no será suficiente: la gente necesitará un próximo año de hechos concretos. Esa es una clave. La otra, para Cambiemos, es la división del peronismo”.

“En las elecciones de medio termino –afirma Hugo Haime– los electores por lo general o buscan fortalecer el gobierno en el parlamento o debilitarlo. Si la gente vota por debilitar al gobierno, eso puede expresarse de dos modos. O a través de una oposición totalmente confrontativa o a través de una alternativa opositora, no de tanta confrontación, que garantice gobernabilidad, pero que a su vez alerte de que el camino elegido no es el correcto. Entonces si bien falta casi un año para el proceso electoral, podemos prefigurar hoy claramente tres posiciones. Un oficialismo que intentara conservar los votos obtenidos en primera vuelta (alrededor de 30 por ciento) e intentara dividir a la oposición. Una oposición confrontativa constituida por sectores del kircherismo y de la izquierda –los que no suelen ser aliados electorales– y un amplio arco de dirigencia que planteara la necesidad de un voto de control que le dé una alerta al gobierno de que el camino emprendido es erróneo pero que a su vez garantice acuerdos parlamentarios que reafirmen la gobernabilidad. Esta tercera posición hoy aparece expresada por un arco no homogéneo en donde se expresa el Frente Renovador de Sergio Massa, el GEN de Margarita Stolbizer, el bloque peronista de Diego Bossio, gobernadores e intendentes del peronismo no K, el socialismo en sus distintas vertientes, entre otros. Demasiado hay en juego y falta demasiado tiempo como para definir con claridad porcentuales electorales”.

Artemio López es categórico: “Se van consolidando tres espacios electorales a nivel nacional con tres liderazgos definidos: Mauricio Macri, Sergio Massa y Cristina Kirchner. Mauricio Macri y Sergio Massa compiten dentro de un espacio electoral común y está claro que la caída de imagen del presidente es capitalizada hoy por el diputado renovador de manera privilegiada. Por otra parte, el electorado que acompaña a Cristina Kirchner que supone un treinta por ciento de los electores nacionales, constituye un núcleo duro que permanece inalterado a pesar de la grosera campaña mediática en su contra y la notable persecución judicial que sufre la ex presidente. Predecir la dinámica electoral en vista al año 2017 hoy es una tarea imposible. Sin embargo sí hay un indicio fuerte respecto a la evolución futura de los tres liderazgos nacionales predominantes. Si se estabiliza la situación inflacionaria y el país retoma el crecimiento, la figura de Mauricio Macri está hoy aún con el suficiente nivel de popularidad para predominar sobre el resto. Si la situación económico-social empeora pero sin mayores sobresaltos, de manera administrable, la figura de Sergio Massa parece ser la que mejor capacidad de capitalizar esta situación manifiesta hoy. Si por el contrario, la profundización de la crisis socioeconómica toma velocidad y profundidad, es el liderazgo de Cristina Kirchner el que toma ventaja sobre el resto. El juego está en pleno desarrollo y el final, abierto”.

(Raúl Kollmann, Página 12)