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Rescatando el socialismo o ¿qué es socialismo en el siglo XXI? (Carlos Martínez)

Co-primer secretario de Alternativa Socialista

La idea socialista supera a los aparatos de la mayor parte de los partidos llamados socialistas y socialdemócratas “oficiales” y vinculados a la llamada internacional socialista.

Hay demasiadas personas a un lado y otro del espectro político y por supuesto las oligarquías que viven a costa de esos partidos, deseando que el socialismo sea un engranaje profesional, dedicado exclusivamente a gestionar el capitalismo y a ser su cara algo más amable y caritativa. Todo lo más mejoras en sanidad, pensiones –si puede ser- y educación. Igualdad de oportunidades, pero sin corregir precisamente lo que impide que las oportunidades sean las mismas para todas y todos, oséa, la injusta distribución de la riqueza y desde la implantación del neoliberalismo, las políticas de austeridad y los recortes.

Por eso el socialismo de este siglo, para sobrevivir necesita volver a plantearse los problemas que dejó abandonados y cuya culminación de su desastre y derechización fue la llamada tercera vía, de la que Felipe González fue un pionero. Es más, en España, está llevando –González- al PSOE a la irrelevancia y la destrucción con tal de apoyar a la corona, el establishment y los poderes establecidos desde antes de 1975.
Lo primero es que el origen del socialismo, utópicos aparte, es marxista, al menos en su ideario moderno. Lo segundo, que su principal impulsor fue el movimiento obrero. Tercero, que con Kaustky, Jaures, Iglesias, incluso Bernstein, se aplicó en conseguir gradualmente y de forma democrática el socialismo, estando sus partidos enfrentados a la burguesía. Es decir el reparto, la creación de una nueva economía social, justa y en la que los productores, serían los dueños de los medios de producción. Democracia política para conseguir la democracia económica plena. Sin democracia económica, ni hay socialismo, ni se puede afirmar por parte de quien no la defienda que es socialista, ni socialdemócrata. Los laboristas introducen posteriormente con fuerza y éxito las nacionalizaciones de los servicios públicos, transporte público, energía, industria pesada y por supuesto sanidad.

Así pues, si el socialismo hoy no recupera la idea del reparto de la riqueza, y ello puede hacerse de diversas formas, no hay ideal socialista. Alguien puede decir que soy dogmático, pero claro, yo le respondo: ¿Estamos hablando de socialismo, o de democracia cristiana o de liberalismo? Si hablamos de socialismo la propiedad no es un concepto sagrado, sino un bien a repartir y a hacer colectivo. Seamos claros.

Para recuperar la idea socialista y su impulso, lo primero es recuperar el sueño de que es posible construir otro mundo. Lo segundo, saber que la clase obrera existe. Es diferente, si, pero ¿Qué son precarias y precarios, becarias y becarios tanto del sector público como privado, reponedoras, cajeras, envasadoras, vendedores y vendedoras de franquicias o falsos autónomos de instalaciones, compañías de telefonía etc. sino los nuevos jornaleros? Obreras y obreros con carrera, educados para ser clase media, pero que matarían por tener el sueldo de un ferroviario, un montador de una gran fábrica o una enfermera de la Seguridad Social con más de cuarenta y cinco años y de los que quedan pocos. Esa es la gente (Los jóvenes sin futuro) que Jeremy Corbyn y Bernie Sanders, socialistas ambos –no otras cosas- han logrado ilusionar y que vuelvan a llenar los locales laboristas o hacer una campaña en las primarias demócratas, que la perdedora que apoyaba el sistema tuvo que trampear para vencer. Ese es el camino de la recuperación, la vuelta a generar el sueño de otra sociedad, implementando políticas transformadoras y rompedoras con la injusticia neoliberal. Denunciando que la falacia neoliberal es un fracaso para las gentes y su derecho a una vida digna, practicando otra política e iniciándola desde los ayuntamientos. Recuperar la identidad de clase, el compañerismo social, la solidaridad entre asalariadas y autónomos iguales, frente a otras identidades que nos dividen. Recuperar la cultura como elemento de liberación y disfrute.

En el estado español y ahora, recuperar el ideal republicano y la república. Combatir con fuerza y efectividad el precariado. Volver a poner en el centro de la agenda el salario mínimo y la dignidad laboral. No dejar a nadie en la cuneta, sea cual sea su edad. Educación pública, universidad pública accesible. Derecho al cuerpo, a la vida, a la identidad sexual. Defender pensiones públicas, banca pública, rentas permanentes garantizadas a paradas y personas sin seguridad vital… Volver a nacionalizar los regalos hechos a poderosos amiguitos del poder, crear sector público, apoyar la economía social… Defender a los sectores productivos del poder financiero y de los tratados internacionales que sólo favorecen a las grandes multinacionales. Ser honestos, honrados, valientes y alegres. Ser tan profundamente demócratas que seamos capaces de repartir el poder y la riqueza. El socialismo democrático es autosuficiente y un valor en sí mismo tan preciado que demasiadas y demasiados quieren destruir o piratear.

Defender el estado. Estado laico y republicano, federal. Denunciar que de la teta de los gobiernos, la UE etc., viven precisamente los grandes y poderosos que atacan lo público y dicen que ha fracasado, pero lo hacen por seguir defendiendo sus intereses labrados a costa de jugosos contratos públicos, subvenciones al capital y la banca o la corrupción de la que son los grandes beneficiarios. Seamos tan claros como el gran Pablo Iglesias, el educador de multitudes y padre de nuestro socialismo. Eso si tiene futuro. Un futuro de libertad y reparto.

(Espacio Público)