Más de 11.000 entradas y 1.050.000 visitantes desde el 9 de octubre de 2011

Arabescos dinásticos (Valentí Popescu)

El cambio de heredero del trono saudí tiene muchas lecturas entre las que sobresale la del amor paterno: El anciano rey Salman bin Abdelaziz decidió el pasado día 21 nombrar a su hijo predilecto -Mohamed bin Salman, de 31 años- primer príncipe heredero del trono en detrimento del primo de este, el príncipe Mohamed bin Nayef.

La medida se debe ante todo a que el nuevo príncipe heredero era cada vez más cuestionado por los grandes de la familia Saud debido a los fracasos en la guerra del Yemen -el nuevo príncipe heredero es también ministro de la Guerra- y a que sus ambiciosos planes de reestructuración de la economía del país brillan hasta ahora más sobre el papel que sobre el terreno. La fronda que se estaba gestando en la numerosa familia real (cerca de los 1.500 miembros), conjugada con el sólido prestigio de la labor gubernamental de Bin Nayef podía desembocar en un relegamiento de Bin Salman a la insignificancia dorada. Y el rey, impulsado por el amor de padre y el miedo a que surgiera una fronda por mor de la sucesión, cortó por lo amoroso y reforzó la posición de su hijo más querido.

Eminencias grises de esta especie de golpe de Estado real han sido el propio príncipe Mohamed bin Nayef y el heredero de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed al Nahyan. Bin Nayef, que además de primer príncipe heredero era ministro del Interior, jugó el papel más pasivo y decisivo en la maniobra. Con una dignidad y lealtad digna de los relatos de las 1001 Noches, mostró repetidas veces de forma respetuosa que discrepaba profundamente de la política seguida por su joven primo, pero que acataría sin rechistar cualquier decisión que tomase el rey. Y así lo hizo al anunciarse el cambio de prelación dinástica.
En cuanto a Bin Zayed, estableció una estrecha relación con Bin Salman, basándose en que ambos son dos dirigentes jóvenes con ansias de reformas y -elemento esencial- en el prestigio de que gozan los EUA en todo el mundo árabe por la eficiencia de su Administración Pública y los aciertos de su Economía. Por añadidura, Bin Zayed es muy ducho en las interioridades de la política estadounidense e hizo años atrás de cicerone del nuevo príncipe heredero en el avispero de Washington. En la capital estadounidense se señala que la ruptura saudí con Catar fue precedida hace un par de año largos por una intensa campaña de los lobistas de los Emiratos en el Congreso, poniendo en entredicho tanto la política como la fiabilidad de los dirigentes cataríes.

(Deia)