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600 millones de hablantes (Antonio Ubago)

Un viernes por la mañana puede ser lacerante o glorioso; a mí me acaecieron ambas contingencias. Que se te atragante la media de tomate y la diligente camarera acuda a ti solícita con un vaso de agua es porque algo gordo has leído en el periódico: "La Junta censura una campaña por sexista al decir usuarios en vez de personas usuarias". Dios es bondadoso porque después, en el ensayo general de la Orquesta Ciudad de Granada del Auditoria Manuel de Falla, asistí extasiado a la interpretación de la 2ª y 7ª sinfonías de Beethoven, comentadas por su competente director e interpretadas con virtuosismo por unos músicos, olvidados entonces de su deplorable situación laboral, que me hicieron sentir en atmósfera plena de las más sublimes resonancias.

En el telediario no hay quien te libre de, verbigracia, Pedro Sánchez con la cantinela insufrible de "diputados y diputadas catalanes y catalanas" que, con viveza y denodado empeño, la profiere cual jaculatoria ridícula y salvífica de la equidad y redención general de las mujeres, ni de la Junta penalizando o recomendando a "consumidores y usuarios", como le ha sucedido a Facua-Consumidores en Acción porque utilizan manifestaciones propias de un "lenguaje sexista" y hay que decir, igualmente, "personas consumidoras" para dar visibilidad e igualdad a las mujeres, transgrediendo las normas fundamentales de uso del sistema y estructura de la segunda lengua del mundo pero que la Administración andaluza considera lenguaje excluyente.

Todas las áreas de esta Administración se ven afectadas por el virus devastador y reformista del que llaman 'lenguaje sexista' que les obliga a sustituir 'oes' por 'aes' con la mayor generosidad y ahínco. Pero no queda la cosa ahí sino que nos sumen en una profunda orfandad al eludir citar padres, madres y perros (sin perras) que les ladren; 'El huerfanito' de Machín, en una palabra. Guardador/guardadora los sustituyen; que ternura, dónde va a parar. En cuanto a los términos monoparentales y 'monomarentales', la zapatiesta es mayúscula; aclárese el rifirrafe: el uso del vocablo monoparental está atestiguado de tiempo en el campo de la protección a la infancia. Si lo recoge desde finales del año pasado la primera actualización de la vigesimotercera edición del Diccionario de la Lengua Española, y el término 'monomarental' se considera inadecuado pero ha surgido con fuerza por la necesidad de cubrir un hueco semántico preciso que permanecía libre: cómo llamar de una forma clara y sencilla a las familias monoparentales que están a cargo de una mujer, que son la mayoría.
A 'parental' se le asigna un significado que, en realidad, no le es propio, ya que no tiene que ver con 'padre' sino con 'progenitor' -proviene del latín 'parentalis', de 'parens' ('padre o madre'), participio presente del verbo parire ('parir, engendrar')-. Por lo tanto, según recomendación de la Fundéu, la Fundación del Español Urgente, para no dejar vacío este nicho semántico, serían apropiadas las expresiones familia monoparental materna/de madre/de mujer y familia monoparental paterna/de padre/de hombre... Y de estos, un ciento. Por hoy, suficiente la dosis.

Aunque, por otra parte, le doy a la directora general de Consumo de la Junta la relevancia que desmerece y reproduzco algunas de sus palabras referidas a Facua-Consumidores en Acción en evitación del 'lenguaje sexista': "... Pero cuando uno quiere tener una subvención de la Administración debe atenerse a la norma de subvenciones y a la ley para la promoción de la igualdad de género en Andalucía que, en su artículo 9, estipula que la Junta garantizará un uso no sexista del lenguaje. Además se ha tomado como referencia la 'Guía para un lenguaje administrativo no sexista' del Instituto Andaluz de la Mujer que dedica un apartado precisamente a las reglas para evitar el uso del masculino genérico".

Más de 570 millones de personas, según el Instituto Cervantes, hablan español; cinco millones más que hace un año y aumentarán a 754 millones a mediados de siglo. el español, que sigue siendo la segunda lengua materna del mundo por número de usuarios (término este que subrayo, precisamente), no pueden transigir la manipulación burda e interesada de nuestra lengua por parte de la Junta de Andalucía, que obliga a las asociaciones de consumidores, entre otras sutilezas, a decir que son asociaciones de "personas consumidoras". Si en Cataluña se ha penalizado rotular los negocios en español, en Andalucía se hace lo mismo obligando a usar expresiones ajenas a la lengua común.

No podemos dar facilidades a los que contaminan nuestra lengua con criterios artificiales, interesados, distorsionados y perniciosos, con expresiones grotescas y ridículas alejadas de la norma común que facilita que el idioma sea el instrumento común y universal de comunicación armoniosa y compartida, no irrisoria, caricaturesca y bochornosa.

Somos los hablantes, son los escritores, los medios de comunicación, los pensadores, los científicos los protagonistas de la evolución de nuestra lengua; de ninguna manera los políticos de la Junta, y este galimatías conceptual y lingüístico no lo van a tolerar los 600 millones de hablantes de la lengua española. Ni muchísimo menos.

(03/02/18, Ideal, p. 23)