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El mundo de Anelio

El mundo de Anelio Rodríguez Concepción (un escritor de los de verdad) está lleno de recuerdos domésticos, familiares y cómplices. En Historia ilustrada del mundo (Pre-Textos, 2017), Anelio dibuja su mundo con una solidez sentimental y literaria envidiable. En sus páginas resucitan personajes ya fallecidos pero que son fundamento y esencia del imaginario del escritor palmero. En esas mismas páginas hay un mundo entero. Reducido geográficamente es, sin embargo, un mundo ancho, propio, mágico y real al mismo tiempo. La Palma, lo repito una vez más, no es sólo una isla especial: es un mundo extraordinario que genera personajes cuyas historias Anelio despliega con una escritura limpia, de frase larga y bien construida, una escritura a la que no le hacen falta muchas palabras para mostrarse como un mapa personal, lleno de una magia misteriosa que transforma en papel y palabras a los personajes en seres vivos. No voy a citar ninguna de las ilustraciones literarias de Anelio: lean el libro. Léanlo y conozcan a un escritor de verdad aquellos lectores que sigan pensando que la literatura es una necesidad para todos los seres humanos, aunque a la mayoría, por desgracia, no le interese. Peor para esa mayoría, esa masa analfabeta que no quiere saber nada de los libros por falta de civilización, de educación y respeto. Así nos va.

Por el contrario, el mundo de Anelio está lleno de seres cuya sabiduría, incluso la natural, incluye ese respeto perdido en nuestros tiempos, el amor por la civilización y la literatura, el amor de verdad por el ser humano. La arquitectura de Historia ilustrada del mundo es perfecta. Las páginas de cada capítulo van describiendo un edificio lleno de amor al que la memoria concede cada una de las palabras -la palabra justa de Flaubert-, una memoria que ordena con una pasión de gran madurez literaria ese universo interior y familiar de una isla llena de personajes y episodios realmente fuera de lo común. La Palma: por ahí entró la Ilustración en España, la masonería, una de las máquinas del progreso. La Palma: isla verde, cumbres, volcán, gente que fue y volvió de América, de Cuba, de Venezuela, gente que conoce el mar, gente que recuerda su historia de los crímenes de la dictadura, isla republicana, aún por escribir sus grandes historias. La Palma y Anelio: una gran conjunción, un gran sentido de la pertenencia, con el gesto del humor, lejos del nacionalismo tan de moda, lejos de la maniática y funesta locura del complejo de superioridad. La Palma: laurisilva, Astrofísico, mar, tierra volcánica, cercanía americana.

Esos personajes de Anelio son, en la realidad, históricamente americanos sin dejar de ser insulares. Recuerden al poeta “Omeros”, nacido en una isla diminuta (Santa Lucía) en estos momentos: “Amar un horizonte es insularidad”. Porque tuvieron que huir de la miseria y de la muerte. En el prólogo de la primera edición de Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, obra capital del sabio cubano Fernando Ortíz, firmado en Yale en 1940, el gran antropólogo Bronislaw Malinowski afirma haber conocido América en un viaje que realizó a la isla de La Palma, lugar al que llegaban de regreso de Cuba los palmeros emigrados por una u otra razón: indianos que regresaban a su tierra con otro caminar, con otros ropajes, con otra visión del mundo, palmeros americanos que nunca dejaron de serlo. Ahí está la vaina: La Palma y Cuba, Canarias y América. Rodríguez Concepción dibuja esa suerte de transculturación que inunda la historia de las Islas Canarias con los colores del Caribe.
Ojo, editores de España: ya lo he repetido otras veces. En Canarias se está moviendo algo muy importante literariamente. Otros se sonríen y disimulan su ignorancia sobre esta pequeña literatura que crece al sur del sur, entre América y Canarias, entre Europa y África. Ojo, editores: estos escritores están superando con mucho la leyenda poco ajustada a la realidad de la llamada Generación del 70, en gran parte de los escritores un invento de los medios informativos escritos en las islas.

Voy a decir nombres: el galdosiano Santiago Gil (reciente la publicación de su espléndida Dos, una novela sobre la belleza), José Luis Correa (que publica en Alba sus muy buenas novelas “noir”), Nicolás Melini, Alexis Ravelo (que ha publicado dos novelas importantísimas) y, sobre todo y sobre todos, Emilio González Déniz, un gran escritor que debería ser mejor considerado por los editores españoles, aunque goza de un grande y merecido respeto entre los lectores de las islas). Hay, desde luego, más escritores, pero estos son para mí, hoy y ahora, los novelistas de Canarias, con un lugar de honor, sin duda, para Anelio Rodríguez Concepción. Sigan atentos a los próximos acontecimientos literarios. Vayan el 14 de febrero a la Librería Alberti, en Madrid, a la presentación que José María Merino hará de Historia ilustrada del mundo. Conozcan a Anelio Rodríguez Concepción, el palmero, cuentista, novelista, ensayista (su libro sobre el tabaco en la Isla de La Palma es extraordinario). Pasen, lean y vean que no me he equivocado en mis apuestas.

(J. J. Armas Marcelo, A la intemperie, El Cultural, El Mundo)