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Una mirada a la mutilación genital femenina desde dentro

Isatu*, de 15 años, sufrió la Mutilación Genital Femenina (MGF) cuando tenía 10 en su país natal, Sierra Leona. En aquel momento, sus padres acababan de morir a causa de un brote de Ébola y su tía la obligó además a convertirse en “Sowei”, es decir, en una de las mujeres que dirigen las prácticas de iniciación en su comunidad. Convertida en cortadora, Isatu tuvo que practicar mutilación genital a otras niñas en contra de su voluntad.

Las dificultades seguían aumentando. Isatu fue obligada a casarse a los trece años, y muy poco tiempo después tuvo una hija.

“Pasé por el rito de iniciación hace cinco años, cuando tenía diez. Aquel día hubo una gran fiesta. En nuestra comunidad, cuando una niña es iniciada, la gente lo celebra. Dicen que se ha ‘purificado’ y que, después de eso, ya es capaz de mantener un hogar. No se tiene la misma percepción de una chica que no ha pasado por la MGF que de una que sí”, explica Isatu. En la provincia del norte del país, el 96,3% de las niñas son obligadas a someterse a esta nociva práctica.
“Me convertí en ‘Sowei’ cuando tenía 11 años, pero fue en contra de mi voluntad. Mi familia me obligó. Sabía que practicar la MGF era peligroso y que podía derivar en distintas complicaciones, siendo el riesgo principal la muerte. Nunca quise hacerlo, pero me obligaron”.

A pesar de todo, Isatu ha sabido sobreponerse a las dificultades de la vida y ahora es una activista juvenil que está decidida a erradicar definitivamente la práctica de la mutilación genital femenina en su país, Sierra Leona.

Isatu supo de los talleres de Madame Rugiatu Neneh Turay, activista contra la Mutilación Genital Femenina, e inmediatamente decidió a asistir. Gracias a los conocimientos adquiridos y a la información que ha recibido, Isatu ha dejado de practicar MGF a otras niñas y se ha convertido en una activista en contra de esta práctica.

Madame Neneh, como se la conoce en su comunidad, creó su organización contra la MGF cuando tenía tan solo 22 años. Ahora, con el apoyo de Plan International, está formando a una nueva generación de activistas.

“Si no hubiera asistido al taller organizado por Madame Neneh, no hubiera llegado a ser quien soy ahora. Antes de conocerla, nunca habría pensado que podría hacer algo tan importante. Creo que ha habido un gran cambio en mí misma, comparado con mi yo de hace unos años. Ahora, me siento capaz de hacer muchas más cosas. Puedo salir y hablar con la gente, que es algo que nunca me hubiese atrevido a hacer antes”.

A través de su proyecto “Rompiendo el silencio”, Plan International ha capacitado a muchas Soweis de los distritos de Port Loko y Bombali, en el norte de Sierra Leona, para que conozcan los peligros de esta práctica y, finalmente, decidan dejar de llevarla a cabo. Precisamente estas dos provincias registran las tasas más altas del país de mutilación genital femenina.

“Cuando me reúno con mis compañeras – otras “Soweis” de mi edad – les hablo sobre los efectos negativos de la MGF y comparto con ellas todo lo que he aprendido en los talleres. Aunque algunas han seguido practicándola, otras han dejado de hacerlo gracias a la información que les he dado; algo que me hace muy feliz. Me siento orgullosa”.

Con el fin de sensibilizar y crear conciencia sobre los daños que causa esta práctica, el proyecto también promueve el dialogo entre líderes religiosos, dirigentes políticos, grupos de mujeres, y otras organizaciones que tienen una gran influencia dentro de la comunidad y cuya opinión tiene mucho peso.

Sin embargo, hablar sobre la mutilación genital femenina no es fácil. “Me he encontrado con reacciones muy negativas por parte de personas que están a favor de que esta práctica continúe”, cuenta Isatu. “Algunos de los comentarios que recibimos son muy agresivos. Aun así, intento que no me influyan porque sé que lo que estoy haciendo es lo correcto. Creo que todas las personas deberían tener en cuenta las opiniones de las jóvenes porque somos quienes mejor conocemos nuestras necesidades”.

La policía local y los líderes comunitarios también reciben formación para que puedan garantizar que las niñas estén protegidas. “Tengo una hija de dos años y nunca dejaré que la sometan a MGF. Si alguien intentara hacerlo, los llevaría a los tribunales. Nunca, en ningún caso lo voy a permitir”.

“Espero, en un futuro, tener la oportunidad de poder ir a la escuela. Si yo hubiera podido ir a la escuela, me habría encantado ser maestra. Pero tuve que abandonar los estudios cuando me convertí en “Sowei” y no quiero que mi hija tenga la misma suerte que yo”.

“Como también he sido víctima del matrimonio infantil, tampoco quiero que ninguna niña pase por lo mismo que yo, así que haré todo lo posible para protegerlas”, concluye Isatu.

* El nombre de la protagonista ha sido modificado para proteger su identidad.

(Plan Internacional, Planeta Solidario, La Vanguardia)