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Del atentado en Ciudad de México a la matanza de Irapuato: Una semana de violencia en México

A pesar de estar en pandemia, la violencia no cesa en México. La semana transcurrida entre el atentado contra el jefe de Policía de Ciudad de México y la mayor masacre del año, con 26 muertos, en Guanajuato, muestra las dificultades del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para bajar la cifra de víctimas de la «guerra» iniciada por Felipe Calderón

La guerra llegó a una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México a bordo de cuatro vehículos con 28 hombres armados que atentaron contra el jefe de la Policía de la megalópolis, Omar García Harfuch. El viernes 26 de mayo tuvo lugar uno de los ataques del narco con más impacto simbólico. Durante dos minutos y diez segundos, un grupo de sicarios disparó con armas largas y munición de guerra contra el coche blindado del secretario de Seguridad. García Harfuch resultó herido, aunque logro salvar la vida. El ataque mató a dos de sus guardaespaldas y a Gabriela Gómez Cervantes, una vendedora ambulante que se dirigía a su puesto de quesadillas.

El atentado llevó la violencia que desangra México a Lomas de Chapultepec, una zona de viviendas unifamiliares valladas y muy cerca de las embajadas y las oficinas de grandes empresas como Google o Facebook. No parece que el ataque vaya a modificar la política de seguridad de Andrés Manuel López Obrador, que defiende poner fin a la estrategia de «guerra contra el narcotráfico», iniciada en 2006 por el presidente Felipe Calderón, y generar condiciones de vida dignas para las clases más empobrecidas con el objetivo de impedir que los cárteles recluten allí a su principal mano de obra.

Por el momento, de lo único que puede presumir el mandatario es de que la curva al alza se ha estabilizado. Esto quiere decir que los homicidios siguen creciendo, aunque no tanto como en años anteriores. El miércoles, en un acto de conmemoración de los dos años de su arrasador triunfo electoral, López Obrador celebró un descenso en los homicidios. Sin embargo, 2019 fue el año más violento del que se tienen registros, con más de 35.000 muertes violentas.
Habituados a que las masacres tengan lugar en estados como Guerrero, Veracruz, Tamaulipas o Guanajuato, el atentado llegó para decir a los habitantes de la Ciudad de México que ellos tampoco están a salvo. Históricamente se consideró que la capital mexicana era una especie de oasis en la que los cárteles podían sentarse a negociar, pero no armar enfrentamientos. Sin embargo, esta es una visión que oculta cómo las redes de narcotráfico llevan operando desde al menos el año 2010.

- Tres grandes cárteles.

En la capital están establecidos tres grandes carteles que trabajan aliados con estructuras nacionales. El más conocido es la Unión de Tepito, que está enfrentado a la Fuerza Anti Unión y al cartel de Tláhuac. Hace dos años, por ejemplo, un grupo de sicarios disfrazado de mariachis ametralló un local en plena plaza de Garibaldi y causó seis muertos en uno de los centros turísticos de la capital mexicana. La matanza tuvo lugar en medio de la pugna por la venta de droga en este icónico lugar. La diferencia es que ahora ha sido un ataque directo contra el Estado y no una confrontación entre grupos que se pelean por la plaza.

El ataque contra García Harfuch fue atribuido al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la estructura que más ha crecido en los últimos años y que trata de penetrar en la Ciudad de México desde hace al menos tres años. En 2007, sus integrantes formaban parte de un grupo conocido como «Los Matazetas», uno de los brazos armados del cartel de Sinaloa que, en aquel momento estaba liderado por Joaquín Chapo Guzmán Loera, actualmente preso en Estados Unidos. Con el inicio de la década y bajo el liderazgo de Nemesio Oseguera Cervantes, «el Mencho», el CJNG se constituyó como estructura independiente y cambió la forma en la que operaba el crimen organizado. Mientras que estructuras más tradicionales como Sinaloa se han dedicado exclusivamente al narcotráfico, Jalisco ha desarrollado una estrategia expansiva por la que llega a un nuevo territorio y termina haciéndose con el control de todos los negocios irregulares en la zona.

Esto explica, por ejemplo, por qué el estado de Guanajuato, 400 kilómetros al noreste de la Ciudad de México, se ha convertido en el epicentro de la violencia. El miércoles se produjo la mayor masacre de lo que llevamos de sexenio cuando sicarios del Cartel de Santa Rosa de Lima, históricamente ligado al robo de combustible en la zona, mataron a 28 personas en un local empleado para la rehabilitación de drogadictos. Supuestamente, los integrantes del cartel consideran estos lugares como bases del CJNG, con quien mantienen una dura pugna desde hace varios años.

Guanajuato, zona industrial con presencia de inversión vasca, es ahora el territorio más violento de uno de los países con mayor número de homicidios. La violencia, sin embargo, no se focaliza solo en algunos estados. El atentado en el corazón de la Ciudad de México lo demuestra.


(Alberto Pradilla, Gara)