Profesor de la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne
Las situaciones excepcionales requieren medidas excepcionales. Ante la magnitud de los riesgos para la salud causados por la pandemia de la enfermedad del covid-19 los Gobiernos nacionales han tenido que decidir rápidamente si declarar o no el estado de emergencia para frenar la propagación de la enfermedad.
Cuando una amenaza a la salud constituye un peligro para toda la población, la suspensión del derecho ordinario es legítima con el fin de incrementar la capacidad del Gobierno para proteger a la sociedad. Un estado de necesidad justifica el estado de emergencia. Este estado proporciona un marco legal para limitar las libertades individuales durante un corto período de tiempo, como la libertad de movimiento, de reunión y la libertad empresarial. Este estado permite a los Gobienos requisar bienes y servicios, el cierre de instalaciones públicas o privadas y la adopción de medidas vinculantes que en circunstancias normales se considerarían una vulneración de los derechos fundamentales. La seguridad sanitaria se convierte en una cuestión de seguridad pública.
Las situaciones excepcionales requieren medios excepcionales. ante una amenaza inminente, los Gobiernos no dudan en emplear tecnología de vigilancia masiva de última generación (1). China utiliza drones, cámaras de reconocimiento facial y tecnología de código de respuesta rápida para monitorizar la ubicación de sus ciudadanos en todo momento. Corea del Sur, Singapur e israel extraen datos del Sistema de Posicionalmeinto Global de las redes de telefonía móvil, de la información de las tarjetas de crédito e imágenes para controlar el estallido. Estos países ejercen una biopolítica intrusiva en la que todo el mundo puede ser vigilado, controlado y monitorizado en cada uno de sus movimientos. Aunque este tipo de observación a distancia es eficaz en la contención del covid-19, muy poco se sabe sobre el almacenamiento de estos datos a largo plazo y sobre cuán tentador resultará mantener este aumento de la vigilancia después de la pandemia.
¿Puede esta situación de excepcionalidad poner en riesgo, a la larga, algunos de los principios democráticos? ¿Podría conducir esta epidemia a una reducción de los derechos individuales una vez se supere el pico de la crisis? El primer riesgo es que algunas de las medidas excepcionales adoptadas en el contexto de una emergencia podrían acabar siendo incluidas en la legislación ordiaria si los dirigentes alegan que una amenaza generalizada para la salud podría reaparecer en cualquier momento. En Estados Unidos, la Ley Patriótica ha vulnerado las libertades civiles a largo plazo al permitir que las agencias de seguridad espíen a todos los estadounidenses sin el debido proceso legal. En Francia, después de los ataques terroristas de París en 2015, una ley antiterrorista redujo las libertades civiles al restringir la supervisión judicial de las herramientas de seguridad. Muchos intelectuales sostienen que tal normalización de las medidas de emergencia se ha convertido en tendencia en las democracias (2).
El segundo riesgo es que los Gobiernos puedan aprovechar los sustanciales efectos de esta crisis para aplicar la llamada estrategia de choque, que tiene por objeto el fortalecimiento de la política de vigilancia. Como ha señalado Naomi Klein, esta estrategia consiste en que los Gobiernos aprovechen la oportunidad que ofrece un trauma nacional -por ejemplo, una guerra, un ataque terrorista, una catástrofe natural- para llevar a cabo reformas radicales que previamente habrían sido consideradas inaceptables (3). Muchos gobiernos podrían aprovechar las tecnologías de seguimiento, la inteligencia artificial y la robótica para expandir la vigilancia invasiva (4). Es muy probable que los Gobiernos pretendan vigilar la vida íntima de las personas, predecir y monitorizar sus comportamientos y movimientos. Estas prácticas podrían transformarse en una vigilancia panóptica de la vida de los ciudadanos (5).
El tercer riesgo es que el miedo modifique el valor que los ciudadanos otorgan a la libertad. A medida que aumenten las amenazas medioambientales y biológicas globales, los ciudadanos podrían estar dispuestos a renunciar a algunos de sus derechos constitucionales. La aspiración de seguridad puede erosionar rápidamente el deseo de libertad. Esta aspiración puede llevar a que los individuos prefieran la autoridad de un líder a la ética del debate democrático. Los ciudadanos podrían incluso reclamar la seguridad blanda de la tecnología inteligente y la gobernanza algorítmica (6).
- Vigilancia sanitaria masiva.
En el campo de la salud, las tecnologías de seguimiento son eficaces en la mejora de la investigación sanitaria, anticipando amenazas para la salud y mitigando los comportamientos individuales de riesgo (7). Esta eficacia es la razón por la que los Gobiernos se verán tentados a incorporar la vigilancia masiva en la legislación ordinaria. Esta evolución ya está en marcha: un elevado número de reguladores nacionales del entorno sanitario, centros de investigación y profesionales de la salud en todo el mundo hacen uso de datos personales (8). Por un lado, los sistemas de seguimiento de la salud se valoran por sus beneficios excepcionales en términos de prevención de enfermedades, seguimiento terapéutico de los pacientes y monitorización epidemiológica. Por otro lado, nadie puede ignorar el riesgo de que la recopilación masiva de datos puede transformar la vigilancia de las cuestiones sanitarias en una vigilancia de las personas, con todo un abanico de información posible sobre estilos de vida, elecciones personales y afiliaciones territoriales, sociales y minoritarias. En los países autoritarios, una situación como esta puede conducir a la estigmatización de las minorías sociales. No hay motivos para pensar que las democracias liberales sean inmunes a este riesgo (9).
¿Existe alguna razón para seguir siendo optimista? Las grandes crisis que causan convulsiones sociales pueden provocar en última instancia formas positivas de reconsiderar el bien común y los derechos fundamentales. La participación de las mujeres en los esfuerzos de la guerra entre 1914 y 1918, por ejemplo, llevó a la extensión del derecho al voto a las mujeres en muchos países. El fin de la Segunda Guerra Mundial brindó a los países europeos una oportunidad para replantearse el contrato social en torno a sistemas de protección de la salud inclusivos. A fin de cuentas, ahora que la humanidad se enfrenta a esta crisis, es el momento oportuno pra empezar a pensar en la reconstrucción post covid-19. En este debate no se deberían eludir los derechos fundamentales, en especial en los países con políticas de privacidad y de protección de datos débiles.
¿Cómo puede el ser humano reflexionar sobre sistemas de gestión de crisis santiarias que protejan a la sociedad sin socavar la libertad individual? Las legislaturas nacionales deberían adoptar normas adecuadas para garantizar que la vigilancia sanitaria y las políticas de monitorización estén estrictamente fijadas por la ley, sean proporcionales a las necesidades de la salud pública, se efectúen con trasparencia, estén controladas por autoridades reguladoras independientes y sujetas a una constante reflexión ética, no discriminatoria y respetuosa con los derechos fundamentales.
(Notas):
(1) Harari, Yuval Noah, 'The world after coronavirus [El mundo después del coronavirus]'. 20 de marzo de 2020. Financial Times.
(2) Alford, Ryan, 'Permanent state of emergency: unchecked executive power and the demise of the rule of law [Estado de emergencia permanente: poder ejecutivo sin control y la desaparición del Estado de derecho]', Montreal, McGill-Queen's University Press, 2017.
(3) Klein, Naomi, 'La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre', Barcelona, Paidós, 2007.
(4) Kubler, Lyle, 'Stete of urgency: surveillance, power, and algorithms in France's state of emergency [Estado de urgencia: vigilancia, poder y algoritmos en el estado de emergencia de Francia]'. Big Data Soc 2017; 4: 1-10.
(5) Stahl, Titus, 'Indiscriminate mass surveillance and the public sphere [Vigilancia masiva indiscriminada y la esfera pública]'. Ethics and Information Technology, 2016; 18: 33-39.
(6) Lupton, Deborah, 'The quantified self: a sociology of self-tracking [El yo cuantificado: una sociología del seguimiento automático]'. Cambridge, Polity Press, 2016.
(7) Greenhalgh, Trisha, 'Patient and public involvement in chronic illness: beyond the expert patient [Implicación del paciente y participación pública en las enfermedades crónicas. el paciente experto]'. BMJ, 2009; 338: b49.
(8) Ancker JS, Witteman HO, Hafeez B., Provencher T. Van de Graaf M., Wei E., 'The invisible work of personal health information management among people with multiple chronic conditions: qualitative interview study among patients and providers [La labor invisible de la gestión de la información sobre la salud personal entre las personas con múltiples enfermedades crónicas: estudio cualitativo de entrevistas entre pacientes y profesionales]'. Journal of Medical Internet Research, 2015; 17. e137.
(9) Snell, Karoliina, 'Health as the moral principle of post-genomic society: data-driven arguments against privacy and autonomy [La salud como principio moral de la sociedad postgenómica: argumentos contra la privacidad y la autonomía basados en datos]'. Cambridge Quarterly of Healthcare Ethics, 2019; 28: 201-14.
(traducción de Lucía Barahona, Tinta Libre, junio 2020)