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'Diarios' (editorial Acantilado) de Stefan Zweig. Stefan Zweig en la ciudad de Vigo

Diarios. Stefan Zweig. Acantilado. 2021. 557 páginas. 32 euros. Cuatro estrellas

Los diarios del austríaco siguen la Historia de Europa y se detienen en España. En Galicia arriba su barco camino del exilio

En la biblioteca del barco encontró, por casualidad, una biografía de Magallanes

Ve camiones con jóvenes que, según él, no tienen pinta de ser furiosos combatientes

En el mes de agosto del año 1936, el día ocho, el escritor austríaco zarpó del puerto inglés de Southampton en el transatlántico 'Alcántara', de la naviera británica Royal Mail Lines. Iba camino del puerto brasileño de Río de Janeiro. El barco le pareció bastante correcto, así como el puerto le recordó al de Portsmouth. Él, tan viajado, prefería la elegancia de otros buques como el 'Rex' italiano o el 'Manhattan'. El tiempo era apacible. Escribe, al día siguiente, en este diario, que está leyendo en español, lengua en la cual va avanzando mucho en su conocimiento. En la biblioteca del barco encontró, por casualidad, una biografía de Magallanes, personaje al cual le dedicará uno de sus libros más famosos. También nos confiesa que está redactando otro de los numerosos comienzos de la novela 'La impaciencia del corazón'. Apenas tiene vida social, excepto las charlas esporádicas que mantiene con un profesor de botánica. El día diez ya vislumbra la costa española y la ciudad de Vigo al fondo. Ya anclados en su puerto, el capitán del buque les dice a los pasajeros que pueden desembarcar, pero dada la situación política que vive el país, en los inicios de la Guerra Civil, bajo su total responsabilidad. Pero por otra parte, esa voz del capitán, les anima a que lo hagan porque no existe el menor riesgo.

A Zweig le extraña la presencia, a la entrada de la bahía, de un fondeado navío estadounidense "de un gris metálico como un iceberg". Él se decide, sin duda alguna, a visitar la urbe. Se incorpora a un grupo de portugueses con los que habla en español. La ciudad está llena de militares con relucientes uniformes. Él ve cierta similitud entre ellos y los alemanes. No es que lo sean, sino que los modales los asemejan. Zweig, durante la Primera Guerra Mundial, llegó a ser Sargento primero en el ejército Austrohúngaro. Afortunadamente para él siempre estuvo destinado en un archivo militar. En este diario se ve la admiración que tenía por el ejército alemán, sobre todo por los prusianos, frente a las diferentes tropas nacionales pertenecientes a este Imperio en su ocaso. Lo que pasó luego, en la Segunda Guerra Mundial, fue ya otra cosa. Zweig, un pacifista, sin embargo está con su país. Resalta la contribución judía militar y las compañías de veteranos judíos que combatieron. Sabemos que, luego, con el nazismo, no les valió de nada.

- Niños con armas.

Zweig habla de soldados españoles disciplinados, con relucientes uniformes con camisas "azul marino o de color caqui, y boina militar". Le sorprende también que muchos niños manejen armas como si fueran juguetes. Les encantaba que los fotografiaran. Zweig iba acompañado de su cámara fotográfica. Con la gente local con la que se va cruzando no llevan ningún distintivo rojo de los fascistas. El diecisiete de julio se había producido el alzamiento militar. Vigo había sido la última población gallega en caer en manos sublevadas. Lo fuera el veintiocho de julio. Pasan camiones repletos de jóvenes soldados que, según él, no tienen pinta de ser furiosos combatientes. Zweig repite otro tópico hispano, éste de que "respetan todos rigurosamente la hora de la siesta aunque estén en medio del combate". Delante del ayuntamiento de la ciudad, se sorprende de las largas colas que hay para apuntarse como soldados voluntarios para ir al frente. Y, en español, en el original, afirma que en esas dos horas de intenso paseo ha visto más chicas guapas que en toda Inglaterra. "Los españoles son de una belleza fascinante y a la vez pintoresca: las mujeres cargan quintales sobre sus cabezas como las romanas, los carreteros arrean burros, todo tiene un aire griego. La revolución no parece preocupar mucho a la gente".

A la vista de los libros que contempla en el escaparate de una librería, comenta que está muy bien surtida de novedades aborrecibles: el libro de Hitler y el antisemita de Ford, 'El judío internacional'. Evidentemente los vencedores imponen sus criterios. Descansa en la terraza de un café y le hablan de las penalidades que la población empieza a sufrir: cortes de agua y suministros, trenes sin circulación... Sin embargo el diarista ve una gran calma en la vida cotidiana. No hay muestras dramáticas ni trágicas, para reconocer que el país está en guerra. Muchas escenas que observa las compara con cuadros de Goya o de Murillo. Esas dos horas transcurridas en España, fueron para él más intenesas que un año en Inglaterra.

- Frescura del instante.

El martes once de agosto ya estaba en Lisboa. Compara esta ciudad con Génova. La ve elegante y con un esplendor "en la miseria y la miseria en el esplendor". El escritor subraya que allí la gente no es tan altiva como en España, ni tan bien parecida. A partir de aquí Zweig ya se relaciona con los emigrantes judíos que se han embarcado. En 'El mundo de ayer', el escritor judío austríaco ya había dedicado muchas páginas a España. Pero éstas tienen la frescura del instante. Estos diario son extraordianrios, una cumbre de este género tan maltratado en nuestro país. A través de estos apuntes magistrales se puede seguir la Historia de Europa, fundamentalmente, desde comienzos del siglo XX hasta la primera mitad del mismo. Todo lo que pasó está explicado aquí. Motivos y razones.

El propio Zweig no es que lo cuente desde la barrera, sino que él mismo sufrió todos estos acontecimientos y fue un inmolado por los mismos. Diarios de unos años extraordinarios culturalmente que por las ideologías totalitarias y nacionalistas fueron incinerados en el altar de la barbarie y lo irracional.

(César Antonio Molina, ABC Cultural, 24/07/21)