Se cumple el bicentenario del nacimiento del escritor francés
El que desee conocerlo bien ha de leer su gran novela póstuma 'Bouvart y Pécuchet'
En el bicentenario del nacimiento de Flaubert, nos preguntamos: ¿por qué es tan gran novela 'Madame Bovary'? No porque fuera original el tema: la mujer insatisfecha aparece en muchas obras del XIX. Lo esencial es la unión de estilo y visión del mundo.
Buscaba Flaubert obsesivamente la perfección expresiva. Leía cada página en voz alta, para comprobar su música. (Lo mismo hacía Torrente Ballester). Se fue al campo, llevó un régimen ascético -ni carne, ni alcohol, ni mujeres- y le dio buenos frutos: en una semana de trabajo feliz, logró escribir... una página. Su idea es el distanciamiento ('détachement'): "El escritor debe estar en su obra como Dios en la creación: invisible pero siempre presente". Pero también nos cuenta que, al escribir el final de 'Madame Bovary', se puso enfermo: "Sentí en mi boca el sabor a arsénico". Por eso proclamó una verdad evidente, más allá de la anécdota: "Madame Bovary soy yo".Cualquier novelista sabe que el argumento es sólo un trampolín: a partir de él, el escritor de talento nos da su visión del mundo y de unos personajes. Escuchando 'Lucia di Lammermoor', de Donizetti, Emma Bovary siente el anhelo de una vida nueva, llena de amor y de poesía. La han comparado con don Quijote: ella posee una amplitud excesiva de sueños y deseos, con relación al mundo en que vive.
Estaba obsesionado Flaubert por los tópicos, por la estupidez universal (la 'bêtise'). El que desee conocerlo bien ha de leer su gran novela póstuma, 'Bouvard y Pécuchet': una sarcástica denuncia de la inutilidad del saber humano y una terrible sátira del burgués satisfecho, ignorante.
También debe leer su base teórica, un librito poco conocido en España pero una obra maestra: el 'Diccionario de lugares comunes'.
Todo eso cobra sentido, en él, por la escritura, la 'orgía perpetua' (Mario Vargas Llosa).
(Postdata, ABC Cultural, ABC, 24/07/21)