La editorial Gallo Nero está recuperando clásicos del cómic nipón alternativo, con autores como Tsuge, Abe o Suzuki
Alienación.- Los personajes de Ôji Suzuki muchas veces se nos presentan con sus caras ocultas en sombra, o apartan su mirada de nosotros
Al igual que sucedió en casi todo el mundo, el cómic en Japón se desarrolló enfocado de manera casi exclusiva a un público infantil. Pero, a finales de los años 50 y principios de los 60 -también de forma paralela a lo que sucedía en otros países-, una generación de autores que se habían criado leyendo historietas se dieron cuenta de que este medio les podía servir perfectamente para hablar de temas más adultos, para contar la realidad de un país desconcertado, todavía perdido en una posguerra que había puesto patas arriba la sociedad y la vida japonesas, con un 'milagro económico' que sólo alcanzaba a unos pocos y en donde gran parte de la juventud se veía perdida y sin rumbo.
- 'Dibujos dramáticos'.
Se suele considerar que el padre de esta nueva forma de ver el cómic en Japón fue Yoshihiro Tatsumi, quien llamó a su idea 'gekiga' ('dibujos dramáticos'), en contraposición al 'manga' ('dibujos caprichosos'). En torno a revistas como 'Garo' y 'Young Comic' se fue reuniendo un grupo de jóvenes autores que desarrollaron el 'gekiga' en distintas direcciones, incluyendo el 'watakushi manga', el 'cómic del yo', historias fuertemente autobiográficas, muchas veces centradas en la vida bohemia de unos autores que veían que era difícil ganarse el pan dibujando.
En los últimos años, la editorial Gallo Nero ha ido publicando una serie de clásicos del 'gekiga' hasta ahora inéditos en España. Los ocho títulos que han aparecido hasta el momento denotan la gran variedad de temas, visiones y estilos que florecieron en torno a este movimiento. Por ejemplo, en 'Pescadores de medianoche', Yoshihiro Tatsumi cuenta -con un estilo algo más realista que el del 'manga' tradicional, pero aún no muy alejado de éste- historias del 'desarrollismo' en versión japonesa: jóvenes que tratan de ganarse la vida con chanchullos, ejecutivos jugándose la nómina de la empresa a los dados, gente que sueña con tener un terrenito en su pueblo para poder escapar de ser devorados por la ciudad... Masahiko Matsumoto, por su parte, se distingue por un dibujo más ligero, más humorístico, pero los relatos recogidos en 'La chica de los cigarrillos' no son menos descarnados en su retrato social. Y Shini'ichi Abe ('Los sentimientos de Miyoko en Asagaya') cuenta historias de jóvenes disolutos cuyo dibujo mezcla la exageración de los ragos con un detallismo y una precisión en los encuadres fruto de su uso como referencia de las fotografías que él mismo tomaba.Si Tatsumi es el 'padre' del 'gekiga', su figura más singular quizá sea la de Yoshiharu Tsuge. Sus primeros trabajos ('La mujer de al lado') repiten temas sociales de estraperlistas y trabajo infantil, pero pronto sus problemas de ansiedad y fobias le arrastraron a crear cómics mucho más extremos: en 'Nejishiki' bordea el surrealismo incluyendo elementos sacados de sus sueños; son historias perturbadoras y, en ocasiones, su falta de tiempo para terminarlas le hace dejar el dibujo en forma de boceto sin fondos o experimentar con formas que se alejan radicalmente del 'manga' tradicional. Más adelante, en 'El hombre sin talento', confiesa las tribulaciones de un autor de cómic que se considera fracasado. Esta visión angustiada contrasta con la que da su hermano, Tadao Tsuge, en 'Mi vida en barco', cuyo protagonista tampoco tiene maña para ganarse la vida, pero se lo toma con mucha más filosofía y nos cuenta sus tranquilas jornadas de pesca fluvial.
Pero quizá el 'gekiga' más singular de los editados por Gallo Nero sea el que acaba de publicar: 'Tokyo Goodbye', de Ôji Suzuki. Suzuki lleva más lejos que nadie la sensación de desconcierto, de pérdida de significado: las conversaciones en sus relatos se descoyuntan, carecen de coherencia.
- Dolor y dejadez.
El propio autor explica que con esto representa el estado mental de la juventud de su época: "el sinsentido existencial en que vivían [...] Los jóvenes sólo mostraban dolor y dejadez". Es algo que también observamos en los relatos de Shini'ichi Abe, aunque no de forma tan marcada. También con el dibujo transmite Suzuki esa alienación de la juventud, emborronando los rasgos de sus personajes, escondiendo las caras en sombra o en siluetas, dejándolas meramente esbozadas o haciendo que aparten la mirada de nosotros.
Las historias de 'Tokyo Goodbye' nos hablan, ante todo, de desarraigo. De niños que sienten a sus padres alejarse; de jóvenes que saben que nunca pueden volver a casa, como el protagonista de 'Noche de añoranza', un mendigo que se arrodilla borracho ante una vivienda que imagina es la de su madre; de buscar lugares familiares en la memoria -sustitutos del hogar- y encontrar que tampoco estos existen, como sucede en 'Morder un caqui'. Personas perdidas en un país que no sabe qué rumbo tomar.
Hay que alabar la apuesta de Gallo Nero por traernos a estos autores, de culto en Japón y muy poco conocidos fuera de sus fronteras. Una visión del cómic nipón muy distinta a los estereotipos habituales.
(Manuel Muñiz, ABC Cultural, ABC, 24/07/21)