A medida que corren los días, las previsiones electorales se consolidan: ascenso del PP y desplome del PSOE. Ambos efectos, sin precedentes. Los populares, de acuerdo con los resultados de la primera oleada del tracking electoral elaborado por Sigma Dos para EL MUNDO, conseguirían ocupar 193 escaños de los 350 del Congreso; los socialistas, por su parte, obtendrían 122.
El PP, de confirmarse estos pronósticos, gobernará durante los próximos cuatro años sin oposición. Su grupo parlamentario superará en 17 escaños el listón que marca la mayoría absoluta (176). Se ratificaría así el vaticinio que vienen haciendo todas las encuestas desde hace ya varios meses: Rajoy batiría la marca lograda por Aznar en el año 2000, y lo haría obteniendo 10 diputados más.
Igualmente, Rubalcaba romperá el suelo de Joaquín Almunia (125 escaños) y se instalará en el Congreso con tres diputados menos que los que obtuvieron los socialistas hace 11 años.
Entre PP y PSOE habría, pues, según la encuesta de EL MUNDO, una diferencia de 71 escaños a favor de los primeros o, lo que es lo mismo, los populares tendrían un 60% más de representación parlamentaria que los socialistas.
Y es que la ventaja del PP en intención de voto no deja de crecer. Hace una semana, el sondeo de EL MUNDO arrojaba una distancia entre ambos partidos de 15,6 puntos. Ahora la brecha se ha incrementado y es ya de 16,2.
De acuerdo con esta primera oleada del tracking, los populares obtendrían en las urnas un 47,8% de los votos –cuatro décimas más que hace siete días–, en tanto que los socialistas lograrían un 31,6% frente al 31,4% de la pasada semana.
Haciendo comparaciones con los resultados de las elecciones generales de marzo de 2008, el PSOE sufriría una pérdida de votantes de 12,3 puntos mientras que el PP sumaría 7,9 puntos más que hace cuatro años.
Estas previsiones de última hornada –elaboradas entre el 27 de septiembre y el 2 de octubre– vienen a demostrar el impacto nulo, e incluso negativo, que ha tenido la Conferencia Política del PSOE en el electorado. Un cónclave pensado para definir la oferta programática del candidato Alfredo Pérez Rubalcaba y que, lejos de concitar adhesiones, parece haber ahuyentado aún más si cabe a los votantes.
La fórmula electoral basada en la contraposición ricos/pobres no consigue convencer, de la misma forma que los ciudadanos parecen contemplar con escepticismo la idea de que los servicios sociales básicos, como por ejemplo la Sanidad y la Educación, puedan sostenerse simplemente elevando el impuesto sobre el tabaco y el alcohol o reclamando a la banca un incierto gravamen sobre sus beneficios.
La Conferencia Política girando en exclusiva en torno a las ideas y propuestas diseñadas por el candidato y su equipo electoral, y con la intervención sorpresa del ex presidente del Gobierno Felipe González, pudo servir para calentar el ánimo de los cuadros del partido, pero poco más.
A ello se ha sumado también el impacto de la información desvelada por EL MUNDO el pasado martes acerca de la presunta implicación del ministro de Fomento, portavoz del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, en una trama de corrupción.
El empresario lucense José Dorribo asegura haber pagado al ministro y número dos del PSOE la cantidad de 400.000 euros en comisiones a cambio de ayudas. Blanco ha negado los hechos y ha anunciado su intención de querellarse contra Dorribo por calumnias.
Sin embargo, la falta de explicaciones precisas no ha hecho sino abonar las dudas y, sobre todo, las comparaciones con el caso de los trajes de Francisco Camps, a quien los socialistas reclamaron responsabilidades políticas desde el mismo momento en que su nombre salió a relucir en la maraña del caso Gürtel.
Estos dos factores –la Conferencia Política y las acusaciones contra Blanco– se suman además al nuevo jarro de agua fría que ha caído sobre los ciudadanos al conocer las indemnizaciones millonarias que han cobrado algunos directivos de cajas de ahorros intervenidas. Un episodio que ha arrojado sombras sobre el papel supervisor del Banco de España.
Para finalizar, el dibujo se completa con el juego confuso de declaraciones y tomas de posición por parte del Gobierno, del candidato y de las figuras más importantes del PSOE en relación con un final próximo de ETA y los pasos que habría que dar para alentarlo.
Con estos mimbres, el panorama que se perfila para el 20-N muestra, además de la victoria por mayoría absoluta del PP, un Parlamento en el que Izquierda Unida, con un 5,2% de los votos, podría ver cumplida su aspiración de contar con grupo parlamentario propio, ya que lograría seis escaños.
Los nacionalistas catalanes de CiU también verían aumentar su grupo pasando de 10 a 12 diputados. ERC, por el contrario, perdería uno y se quedaría con dos escaños.
Los nacionalistas vascos (PNV) perderían un puesto y contarían con cinco escaños, en tanto que todo apunta a una entrada en el Parlamento de Amaiur, la coalición de partidos en la que se incluye a Bildu, hasta con tres puestos.
UPyD, la formación liderada por Rosa Díez, conseguiría tres diputados y, previsiblemente, Coalición Canaria y BNG mantendrían los dos puestos que han tenido cada una de ellas en la pasada legislatura.
Marisa Cruz, El Mundo