Pero tanta trascendencia tendrá la victoria del PP como la severa derrota que los conservadores infligirán al Partido Socialista. El PSOE se arriesga a obtener su peor resultado electoral desde las primeras elecciones democráticas en las que se restablecieron las libertades. La estimación de voto para los socialistas cae hasta el 33%. En función de cual sea la distribución territorial del voto, el PSOE conseguirá entre 115 y 122 diputados. Hay que retrotraerse a las primeras elecciones democráticas de 1977 para encontrar un resultado similar. Entonces un PSOE recién salido de la clandestinidad obtuvo 118 escaños. En otra debacle electoral socialista, la de las elecciones del año 2000, el PSOE, con Joaquín Almunia de candidato, aún alcanzó los 125 escaños, cifra que los estrategas socialistas consideraban hasta ahora como el suelo electoral del partido, es decir, de donde no se puede bajar más. La crisis y la gestión de la crisis por parte del Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero está rompiendo pues todas las barreras psicológicas. Son trece puntos de ventaja los que le saca el PP al PSOE cuando falta un mes y medio para las elecciones y lo más significativo políticamente es que más de la mitad de los votos que pierde el PSOE se van directamente al PP. Apenas el 68% de quienes votaron a Zapatero en 2008 están dispuestos a repetir, mientras que la fidelidad del votante de la derecha es casi total. El sondeo señala que el 20-N podría registrar un índice de participación de los más bajos de los últimos treinta años. La abstención de buena parte de los electores que apoyaron a Zapatero en el 2008 es la gran amenaza para Rubalcaba. Por supuesto, el PSOE pierde votos también en otras direcciones, hacia IU, UPyD y hacia Convergència i Unió.
En cuanto al resto de partidos, el mapa político español registra pocos cambios. De hecho sólo uno significativo: la irrupción de Amaiur en el Congreso de los Diputados. La coalición de la izquierda abertzale podría incluso llegar a formar grupo parlamentario si supera los cuatro diputados que, de momento, le vaticina el sondeo de Noxa.
La muestra del sondeo no permite sacar conclusiones relevantes sobre los resultados de las formaciones minoritarias, pero si muestra la tendencia. Así IU-ICV podría doblar de 2 a 4 diputados su representación en el Congreso, igual que UPyD. El PNV se quedaría más o menos igual, escaño arriba, escaño abajo. En el mapa político catalán, ICV pasaría de uno a dos escaños, mientras ERC registra una leve tendencia a la baja, que le costará al menos un escaño.
En cuanto a las transferencias de voto entre los partidos catalanes, el PP se alimenta sobre todo de las pérdidas del PSC como ya ocurrió en las municipios del área metropolitana de Barcelona en las elecciones municipales de la pasada primavera. También una parte de votos del PSC se van a CiU, el 8%, pero los nacionalistas no consiguen retener una parte de sus votantes más de derechas. que se pasan al PP.
Universo: Población mayor de 18 años. Muestra: 1.272 entrevistas: 800 en base representativa de la población española y 472 para completar una muestra total de 600 en Catalunya. Estratificación de la muestra: Proporcional a la población. Selección de individuos por cuotas de sexo y edad. Error muestral: Para un intervalo de confianza del 95,5% y para p=q=0,50, el margen de error es de b 3,16% en España y de b 4,08% para Catalunya. Metodología: Entrevista telefónica en fijos en hogares y en móviles en una proporción de 75/25% respectivamente, sistema CATI, con selección de teléfonos aleatoria. Trabajo de campo: Días 28 de septiembre al 4 de octubre del 2011.
- El 85% rechaza los recortes sociales y el 60% prefiere antes más impuestos.
Se instala el pesimismo: siete de cada diez catalanes teme que sus hijos vivirán peor.
¿Con qué política se sale de la crisis? Pues todo el mundo entiende que hay que reducir gastos, pero hay una mayoría amplia dispuesta a sacrificarse a cambio de mantener los servicios públicos principales. El 60% de los españoles y el 62% de los catalanes considera que la política más adecuada para salir de la crisis es "reducir el gasto pero garantizar las prestaciones sociales, aunque haya que subir los impuestos". Son más del doble los que defienden "reducir el gasto y bajar los impuestos aunque haya que recortar prestaciones sociales". Se apuntan a esta opción el 37% de los que votan PP y el 24% de los que votan al PSOE, más de los que votan a CiU, de los cuales sólo el 22% apoyaría esta política.
La mayoría no es partidaria de retrasar de nuevo la edad de jubilación. Con la reforma realizada esta legislatura que preveía una progresión hasta los 67 años la inmensa mayoría cree que ya es suficiente. El 86% en España y el 85% en Catalunya. Y en contraste con todas estas políticas más bien de cariz socialdemócrata, también la mayoría considera necesario que el nuevo gobierno que salga de las urnas lleve a cabo una nueva reforma laboral. Cada cual puede entender lo que quiera pero siempre se habla de reforma laboral para flexibilizar el mercado de trabajo y abaratar los despidos como medida para facilitar la contratación de personal... Se pronuncia a favor el 71% en España y el 66% en Catalunya.
Con todo, el dato más estremecedor que aporta el sondeo de Noxa es que se ha instalado el pesimismo en la sociedad. El 60% en España y el 68% en Catalunya teme que sus hijos vivirán peor. Ese es la enorme responsabilidad y el gran desafío histórico al que se enfrenta la actual generación de líderes políticos y sociales que dirigen el país.
- ¿Cheque en blanco?
La pelota está en el campo del PSOE, en su capacidad de movilizar a su electorado y evitar fugas a otros partidos.
La inmensa mayoría de catalanes y españoles dan por hecha, a día de hoy, la victoria del PP el 20-N. A partir de las medidas impuestas por el Gobierno en mayo del 2010 para evitar un rescate a la griega se abrió una brecha de diez puntos a favor del PP. Me preguntaba entonces, como otros muchos, si el PSOE podría superar esa diferencia, si podría ayudarle la remodelación del Gobierno, la pasividad de la oposición, negándole su colaboración ante un problema de Estado, o cómo podrían incidir los resultados de las elecciones autonómicas o la desaparición de ETA, en caso de producirse. Mi respuesta era prudente: no es imposible, pero si muy improbable. Pensaba entonces como ahora que las elecciones se decidirían en función de la situación de la economía y el empleo sin que se percibieran señales de que pudieran mejorar mucho en el tiempo que quedaba.
El resto de los factores enunciados ha tenido escasa incidencia. Los efectos de la remodelación gubernamental fueron escasos y se agotaron pronto. La inhibición del PP no parece haberle perjudicado. Anulada en la práctica la capacidad de ETA, la preocupación por el terrorismo había pasado ya a segundo plano y el fin de la banda se da por descontado. El castigo que recibió el gobierno en las autonómicas y locales, no fue un simple desahogo, sino como una severísima sanción. Y, para rematar, la elección de Rubalcaba como candidato del PSOE coincidió con un verano caliente en que los mercados de la deuda arreciaron con mayor fuerza en España, Europa y EE.UU. dificultando aun más la fluidez del crédito y la inversión, y, por tanto, la recuperación de la actividad y el empleo.
Los datos de este estudio refuerzan aquella impresión y apuntan a una holgada mayoría del PP en una atmósfera de notable frustración ante la duración y los efectos de la crisis y de gran pesimismo respecto al futuro. El 95% de los entrevistados consideran la situación económica mala o muy mala tanto en Catalunya como en el resto de España. A corto plazo, sólo entre una cuarta y una quinta parte piensan que será mejor dentro de un año. A medio, seis de cada diez españoles y siete de cada diez catalanes entienden que la próxima generación vivirá peor que ellos. Cuesta imaginar un escenario más difícil para el PSOE. Quizá el de 1982 para la UCD, con la salvedad de que antes de aquellas elecciones la coalición había sufrido ya toda una serie de escisiones.
Cuando la situación económica y el desempleo han sido los temas centrales de esta legislatura, sobre ellos girará la campaña y el resultado final. Españoles y catalanes se muestran muy críticos con la gestión del gobierno. Se muestran también muy críticos, aunque algo menos, con lo que ha hecho el PP en la oposición, y aunque en Catalunya se invierten los términos y la valoración de la oposición es bastante más negativa que la del gobierno, también allí progresa el PP. Sí, es la economía. Esta vez no hay duda. Se hace responsable al Gobierno con independencia del carácter global de la crisis, se exonera por completo la falta de cooperación de sus adversarios y se renuncia incluso a conocer sus propuestas para superarla.
La idea de que las elecciones sirven para echar a los gobiernos está muy extendida desde los tiempos de Schumpeter y Popper y los estudiosos del comportamiento electoral la matizan señalando que eso es lo razonable si, además, se piensa que hay una alternativa que pueda hacerlo mejor. Parece ser el caso. Los entrevistados coinciden en que se puede recortar el déficit sin tocar la sanidad y la educación aunque haya que subir los impuestos, como defiende Rubalcaba, y rechazan la idea que sostiene Rajoy de que hay que bajar los impuestos para salir de la crisis. No se sabe mucho más de sus propuestas. Pese a ello y pese a valorar mejor a Rubalcaba, consideran, salvo en Catalunya, que Rajoy está mejor preparado para abordar esta tarea y lo prefieren como presidente. El bucle se cierra. La fe reemplaza a la esperanza y se entrega al PP un cheque casi en blanco.
Falta algo más de un mes para las elecciones. En el último año la ventaja del PP ha ido ensanchándose con algún repunte ocasional del PSOE que no llegó a consolidarse. Se ha visto a su electorado poco motivado en comparación con la euforia del electorado popular, aunque también es cierto que la lealtad de los viejos votantes socialistas a su partido ha ido en aumento en los últimos meses. La pregunta es si el PP llegará o no a la mayoría absoluta. La respuesta que ofrece este sondeo es que a día de hoy la sobrepasará ampliamente. Con todo, el reducido tamaño de la muestra sólo permite una aproximación al hacer el cálculo de los escaños que puede variar o no de forma sensible. La clave está en la diferencia en votos que separe a ambos partidos. A mayor distancia mayor ventaja y viceversa.
Por tanto, la pelota está en el campo del PSOE, en su mayor o menor capacidad para movilizar a su electorado potencial y evitar fugas a otros partidos. Tarea difícil porque el impulso del PP se extiende a territorios clave como Catalunya donde podría obtener su mejor resultado histórico convirtiéndose en la segunda fuerza política, mientras CiU ganaría uno o dos escaños, ICV mejoraría ligeramente y ERC retrocedería. El tamaño de la muestra hace muy difícil la estimación de votos y escaños de los partidos más pequeños no sólo en Catalunya sino también en el conjunto. Con todas las reservas, de confirmarse nuestros datos las elecciones supondrían un vuelco en el mapa parlamentario con una clara mayoría del PP, un notable retroceso del PSOE, más escaños para las minorías, la presencia de más partidos regionalistas y el acceso de Amaiur a la Cámara. Eso supondría una profunda alteración del formato y la dinámica del sistema de partidos que se había venido consolidando desde 1993, tendría profundas repercusiones en la vida política y, como en la legislatura 2000-04, reduciría a los partidos nacionalistas y regionalistas a un papel claramente subordinado.
Jordi Barbeta, Julián Santamaría Ossorio, La Vanguardia