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El PP desborda la mayoría absoluta

Baja la valoración de Rubalcaba, pese a la conferencia política. Sólo supera a Rajoy en conocimiento de los problemas y preocupación por los ciudadanos.

A poco más de un mes de las elecciones generales, el PP consolida y hasta amplía su mayoría absoluta. Mariano Rajoy tiene cada vez más cerca una amplia victoria electoral y la posibilidad de gobernar en solitario y hasta consigue superar en valoración a su oponente. El efecto Rubalcaba ya es negativo.

Según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, realizada justo después de la conferencia política del PSOE, la diferencia en favor de los populares es ya de 15,8 puntos, es decir, 1,7 puntos más que hace solo un mes. José Luis Rodríguez Zapatero utilizó en julio la metáfora del sprint para instar a su partido y a Alfredo Pérez Rubalcaba a la remontada, pero, en la práctica, la precampaña se está convirtiendo en una carrera de obstáculos y cuesta arriba para el candidato del PSOE.

Los socialistas tenían opción de apoyarse en la marca o en el tirón del candidato. Su problema es que, finalmente, ninguno de los dos factores les está funcionando. La marca porque está muy gastada y lastrada, y el candidato porque, siempre según la encuesta, no es suficiente para remontar y hasta empeora progresivamente su valoración. Por eso no le ha servido de nada la proyección de la conferencia política, las propuestas que han ido desgranando en las últimas semanas, ni tampoco la estrategia basada en la denuncia de los recortes que el PP hace en las comunidades.
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Según la proyección de Metroscopia, el PP está en condiciones de lograr entre 185 y 190 escaños, con un 45,5% de los votos. El PSOE quedaría con entre 115 y 120, es decir, por debajo del suelo de Joaquín Almunia en 2000 (125). La marca PSOE está en su peor momento y ha perdido un punto en el último mes, precisamente en el momento en el que empezaban a apretar el acelerador para la precampaña electoral. No es campaña de propuestas, porque Rajoy sube sin ellas, sino de sentimientos, emociones y percepciones identitarias. Al PP le funciona la movilización frente al PSOE y los socialistas no logran arrancar con el sentimiento de rechazo al triunfo de Rajoy. De hecho, un 87% de los ciudadanos da por segura la victoria del PP y la mayoría absoluta parece haber dejado de ser un concepto negativo, porque un 42% asegura que en estos momentos es mejor que quien gane pueda gobernar en solitario. Las crisis son malos tiempos para las "geometrías variables" y para la estrategia del miedo a las mayorías. La fidelidad de los votantes del PSOE está bajo mínimos en el 43%, con la única buena noticia de que un 24% se mantiene indeciso y el porcentaje de los que se han decantado por otras opciones se mantiene casi estable en el 28%. A esa bolsa de votantes socialistas indecisos es a la que apela el PSOE con el refuerzo del mensaje de la izquierda y del miedo al PP.

El colapso acelerado y sin final de los socialistas tiene dos beneficiarios claros y obvios: Izquierda Unida y UPyD. La federación que lidera Cayo Lara cumple la serie histórica según la cual actúa siempre como vaso comunicante con el PSOE, es decir, refuerza su posición cuando los socialistas bajan, como principal contenedor electoral del malestar de la izquierda. En esta ocasión, puede duplicar su resultado del 3,8% al 7,6%.

En ese trasvase de votos se cuela también UPyD con opciones de casi cuadruplicar su resultado de 2008 y pasar de 1,2% a 4,5%. UPyD es considerada por los expertos como una opción refugio, entendiendo como tal al partido que sirve para recoger votos de electores socialistas para los que pasar a votar al PP supone un salto excesivo. En ambos casos, que ese porcentaje se traduzca en escaños para IU y UPyD dependerá de la distribución territorial de los votos, porque debe superar el 3% en cada circunscripción y, además, que el reparto de diputados le favorezca. El que se conoce como "el partido de Rosa Díez" tiene a favor que, precisamente, su cabeza de lista es la valorada de los políticos que se presentan. Aunque ninguno de ellos, incluida Díez, apruebe. La encuesta pregunta, por primera vez, sobre las opciones de Equo, la formación ecologista y, según la encuesta, su enorme problema es que su líder, Juan López de Uralde, apenas es conocido por el 14% de los ciudadanos.

La otra opción que tenía el PSOE es la de engancharse en el tirón de su candidato, pero por segundo mes consecutivo Rubalcaba asume los valores negativos que lastran a su partido. Hace solo un mes, Rubalcaba aventajaba a Rajoy en todas las cualidades y ahora solo en dos: conocimiento de los problemas del país y en preocuparse más por los ciudadanos. El esprínter da muestras de desfondamiento, sin haber iniciado la recta final. Y, lo que es peor para el socialista, el líder del PP afianza su ventaja entre quienes le ven mejor preparado para afrontar la crisis, manejar mejor las exigencias de los mercados, dar seguridad y dar confianza. Es decir, hacer frente a lo que los ciudadanos siguen considerando como el principal problema y sobre el que no deja de crecer su pesimismo. Incluso parece no calar la tesis de que el PP no tiene programa, porque gana también a Rubalcaba en ideas y propuestas.
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- El 70% apoya las listas desbloqueadas.

La mayoría, a favor de la cadena perpetua revisable que propone el PP.

Los dos principales partidos reman a favor de corriente y afinan sus propuestas electorales, para coincidir con el sentimiento general. O, al menos, el sentimiento de lo que consideran su electorado natural y aunque eso suponga, en algunos casos, proponer lo contrario a lo que han mantenido en las votaciones de la legislatura. Según el sondeo de Metroscopia, las principales propuestas no económicas son apoyadas por amplias mayorías. Por ejemplo, la de PSOE para desbloquear las listas electorales y la del PP para instaurar la cadena perpetua revisable.
La de reforma de la Ley Electoral, formulada por Alfredo Pérez Rubalcaba para que los ciudadanos puedan elegir entre los candidatos propuestos según su preferencia, tiene un apoyo del 77% de los ciudadanos. De hecho, es la oferta electoral más apoyada, en coincidencia con la posición de movimientos ciudadanos como el del 15-M que exigían cambios en la ley para mejorar la participación y la representatividad en las instituciones. El PSOE y el PP bloquearon hace pocos meses las propuestas de reformas del sistema electoral y ahora se han sumado a la ola ciudadana. Solo el PSOE lo lleva en su programa, a pesar de que no hay diferencia entre los encuestados según su adscripción ideológica, porque hasta un 77% de los votantes del PP está a favor de esta medida que Rajoy no propone.

Sí proponen los populares la aprobación de la cadena perpetua revisable, sobre la base de la percepción ficticia de que en España las penas son muy bajas. PSOE y PP han elevado las penas máximas a 40 años, con posibilidad incluso de medidas de libertad vigilada para delitos muy graves, y ahora los populares incluyen en su programa la cadena perpetua revisable a los 20 años. El apoyo a esta medida es del 61% y, curiosamente, la mayoría de votantes socialistas, el 51%, también la apoya. La medida se propone en los días en los que se habla del final de ETA, es decir, si esa previsión se cumpliera ya no sería aplicable a ningún miembro de la banda terrorista.

En estas circunstancias, los españoles no parecen tener la misma mínima tendencia a justificar gestos hacia ETA que faciliten el final del terrorismo. Así, la mayoría (49%) está en contra de acercar a cárceles vascas a etarras presos, incluso en el caso de que ETA abandonara definitivamente las armas. Los votantes del PSOE son más proclives que los del PP.

Tampoco tendría el PP apoyo ciudadano para reformar la ley del aborto y dejarla como estaba antes de la ley de plazos. Quizás por eso, Rajoy no ha sucumbido a los sectores más conservadores de su partido y ha optado por dejarlo lo más ambiguo posible en su programa electoral.

- Los supervisores también son culpables de los bonos millonarios.

Los ciudadanos reparten casi a partes iguales la culpa por las retribuciones elevadas e indemnizaciones cobradas por los responsables de las cajas de ahorros. Esa responsabilidad política por la falta de vigilancia se la reparten el Gobierno de España, los de las comunidades autónomas y el Banco de España.

Obviamente, los votantes del PSOE culpan en mayor medida a las comunidades autónomas, mientras que los del PSOE dirigen su indignación hacia los organismos de supervisión, es decir, el Banco de España. En este punto, los votantes del PP son los más críticos con el Banco de España.

En toda la encuesta hay un malestar patente respecto a la actuación de la banca, que se manifiesta en un rechazo hacia el uso de dinero público para ayudar a las instituciones financieras. También se concreta en una mayoría de respaldo a la creación de una banca pública que supla las deficiencias de la privada. Hasta los votantes del PP están a favor de crear estos bancos públicos, aunque en menor medida que los electores del PSOE.

- Reformas económicas sin resultados.

Los movimientos de indignados crecen, entre otras cosas, porque según el sondeo los ciudadanos consideran que las reformas y recortes que se aplican no tienen efectos positivos y que, incluso, por este camino se conseguirá empobrecer a los ciudadanos y a las empresas y ralentizar la recuperación. Así lo considera el 60% de los encuestados y en mayor medida los votantes del PSOE, lo que explica en parte el desgaste de los socialistas ante su electorado. En coincidencia con ese dato, el 64% entiende que los recortes aprobados hasta ahora no han dado resultado ni lo darán y no era la única solución a la crisis.

La prioridad de los Gobiernos, según los ciudadanos, debería ser buscar fondos del combate del déficit o el recorte de los gastos, más que de sacrificar servicios públicos. El 82% pide que se fomenten las inversiones productivas; el 62% cuestiona que se haya utilizado dinero público para sanear la banca y hasta el 94% de los encuestados por Metroscopia sostiene que, en lugar de recortar de gastos sociales como educación o sanidad, habría antes que tomar medidas contra el fraude fiscal y eliminar gastos superfluos. Antes incluso, deberían subirse impuestos.

Fernando Garea, El País