— España es uno de los pocos países de la UE que no ha reconocido la independencia de Kosovo declarada unilateralmente en febrero de 2008. ¿Están ustedes agradecidos?
— Sí. Siempre que hablo con mis colegas españoles, les reitero lo que apreciamos y agradecemos su actitud. Creo que, en general, el unilateralismo no es la forma de solucionar problemas, especialmente en los Balcanes con la mezcla que tenemos de diferentes nacionalidades. En ese ambiente tan diverso, los actos unilaterales no van a crear nunca una solución sostenible. Tarde o temprano, los problemas aparecerán. Nosotros nunca iremos a una guerra pero créame que hay gente que está esperando su momento para insistir en volver a las armas.
— ¿Por qué han sido ustedes capaces de llegar a un entendimiento por ejemplo con Croacia o Bosnia-Herzegovina y no con Kosovo?
— Estamos dispuestos no sólo a un entendimiento con los albaneses, sino también a una reconciliación. Pero hasta al momento, ellos sólo han seguido una senda de acciones unilaterales. Nosotros quisiéramos llegar a una solución a través de negociaciones, sin un doble rasero.
— ¿Qué supone para Serbia enviar a sus criminales de guerra a La Haya?
— No es fácil pero creo que es el precio que debemos pagar para que el imperio de la ley triunfe en nuestro país. Nuestro principio es que los criminales no tengan impunidad y espero que Serbia se beneficie estratégicamente por ello.
— ¿Sigue siendo el nacionalismo radical el gran problema serbio?
— Desde nuestra transición democrática a partir del año 2000, todos los Ejecutivos sucesivos han intentado aliviar esas tensiones. Nuestro gobierno ha apostado por la reconciliación en los Balcanes, por buscar algo que sea aceptable para todos.
— Pero en el contexto de Europa parece que el siglo XX ha servido para superar toda clase de extremismos menos la lacra del nacionalismo…
— No estoy diciendo que en Serbia no haya gente en contra de Europa y hostil hacia otras nacionalidades. Somos una democracia y todo el mundo tiene derecho a su punto de vista. Pero la mayoría de la gente en Serbia está mucho más interesada en un mejor nivel de vida y eso es lo que reclaman al gobierno. En las próximas elecciones estoy seguro de que los nacionalistas no pasarán del 5 o 10 por ciento del electorado.
— El gobierno español ha promovido la llamada «memoria histórica» para reinterpretar nuestra guerra civil. ¿Tienen ustedes también la necesidad de reevaluar su historia reciente?
— Nosotros tenemos nuestra situación durante la Segunda Guerra Mundial en la que los comunistas se presentaron como los únicos que lucharon contra el fascismo y el nacional-socialismo.
— ¿Es la entrada en la Unión Europea la prioridad para Serbia?
— Es una cuestión estratégica para Serbia porque pensamos que es la mejor opción posible. El próximo 12 de octubre esperamos que la Comisión Europea presente su informe de evaluación y que se reconozcan todas las reformas que hemos llevado a cabo.
— Cuando observan la gravísima crisis que sufre en estos momentos la eurozona, ¿no tienen dudas?
— No. Si usted recuerda, cuando llegó nuestro gobierno de coalición al poder hace tres años y medio, todo el mundo estaba viviendo bien, altas tasas de crecimiento y todo era excelente. La gente estaba feliz y los gobernantes también. Ahora cuando estamos intentando superar la grave crisis que empezó con los problemas del sector financiero en Estados Unidos, tenemos otra crisis llamando a la puerta. Pero estas son subidas y bajadas normales en una economía. Nuestro objetivo de integración en la UE no es a corto plazo. Tenemos varios años de negociaciones por delante y estoy seguro de que cuando lleguemos, la situación habrá cambiado.
— ¿Qué proyección tienen las empresas y bancos de España en Serbia?
— Es una pena que nuestras relaciones políticas sean mucho mejores que nuestras relaciones económicas. Mi visita aquí ha sido para demostrar que es el momento para realizar inversiones rentables en Serbia.
- El «hacedor silencioso».
«Me siento como en casa». Rodeado de escoltas en un salón del Hotel Palace de Madrid, el presidente del Gobierno de Serbia se declara encantado de estar en España. País en el que dice encontrar un «montón de similitudes» con el suyo. Doctor en Economía por la Universidad de Belgrado, trabajó para instituciones internacionales como el Banco Mundial antes de ascender posiciones en la complicada transición democrática de Serbia. Le llaman el «hacedor silencioso». Sobrenombre que evidentemente le agrada y que él mismo explica como resultado de su forma de trabajo: «Me interesan mucho más los resultados que las apariencias o lo que le diga la gente». Y como ejemplo recuerda que cuando era director de la agencia de privatización, encargada de desmantelar la economía centralizada heredada de los tiempos del mariscal Tito, «en menos de un año y medio fuimos capaces de hacer todo el trabajo para el que otros necesitaron ocho años».
Pedro Rodríguez, ABC