Más de 11.000 entradas y 1.050.000 visitantes desde el 9 de octubre de 2011

Bela Lugosi vive (Boris Izaguirre)

Queda claro que 2011 ha sido un año acelerado. Todas las cosas posibles han pasado. Un desastre natural en Japón con una central nuclear dando muestras de administración y políticas subdesarrolladas. Bin Laden asesinado en un complejo de viviendas en un barrio residencial en las afueras de Islamabad. Strauss Khan envuelto en un turbio asunto de cambio de sábanas en un hotel de lujo en Nueva York. Las primas de riesgo convirtiéndose en sospechosas habituales. Cambios en el Museo de Cera. Expresidentes autonómicos escuchándose a sí mismos llamar amiguitos del alma a quien desearían no haber conocido jamás. Una familia real que no cena unida en Nochebuena. En fin, 2011 ha sido convulso.

Pero cuando creíamos que ya no ganábamos para sustos, han aparecido las Monster High; unas muñecas, no de cera, sino de plástico chino, que convierten a los padres en esclavos de los deseos monstruosos de sus hijas. Las Monster High son góticas, oscuras, vampíricas y, a ojos de muchos, muy parecidas al look precursor de las hijas del presidente Zapatero cuando asombraron con sus trajes Halloween en la Casa Blanca. Estas muñecas Monster High (que podrían traducirse como "Instituto de Monstruos" y también como "Monstruos en colocón") se han agotado en grandes almacenes ante la exigencia de menores entre 5 y 11 años, que las miran como nuevas heroínas para estos tiempo difíciles. Su éxito viene a lanzar una suerte de profecía o dulce venganza al Gobierno de Rajoy. Tanto burlarse del look gótico de las niñas de Zapatero y ahora resulta que en la nueva etapa será el aspecto hipercomercial que Mattel impone a las muñecas de sus hijas.

¿Qué está pasando para que regrese este look siniestro? Mirando ligeramente hacia atrás, sin ira, el gótico, el oscuro, surgió de la semilla del punk en los años ochenta, quizá un poco antes en Inglaterra, que como siempre se adelanta a todo, incluido el distanciamiento con el euro. Esos primeros ochenta anunciaban un horizonte rico, pero todavía se respiraban los miedos de la recesión. Lo dark, gótico u oscuro siempre surge en momentos bisagra, cuando cambias de un estadio a otro. Exactamente como ahora, que pasamos del gobierno triste al gobierno sensato; del Querido Líder al Brillante Camarada; de estar en la zona de la familia real a la de los deportistas en el justiciero Museo de Cera. Por eso vuelve lo dark y triunfan las Monster High, porque en épocas de cambio queremos aferrarnos a cosas que tienen probada inmortalidad y un marketing agresivo. Y hoy día, nada como los vampiros de siempre. El año que viene ya no celebraremos siquiera la Navidad, sino que todo el invierno será un largo Halloween con los dinosaurios definitivamente extinguidos.

Las Monster High son unas muñecas no necesariamente bonitas. Son, igual que 2011 y lo que venga, inquietantes. Delgadas, escuálidas como el propio año que termina, pálidas, aferradas a ese aspecto entre enfermizo e hipnotizante. Más de un progenitor añorará a los Pokémon o a Pikachu. Está claro que las hijas de Zapatero se adelantaron a la moda, vieron el futuro negro cuando nadie estaba dispuesto a reconocerlo.

En 2011, todo está unido. Es curioso que, en España, Rajoy y, en Corea del Norte, Kim Jong-un, inicien al mismo tiempo un tiempo nuevo, camaradas y discípulos de la misma filosofía: hermetismo y paciencia. Rajoy no es supersticioso, sus Ministerios son 13 y su anuncio coincide con la llegada de 2012, año señalado por los mayas para el fin del mundo. Kim Jong-un, como heredero predilecto, debe estar lleno de manías. Rajoy tiene el voto popular, Kim Jong-un tiene el botón nuclear. Rajoy adelgazó para ser presidente, Kim jamás se ha preocupado por su figura. Ni siquiera evita mostrar ese peinado que mezcla a Liz Taylor con la cantante y princesa coreana Kimera.

Mientras nos resignábamos a aceptar la figura de Kim Jong-un, una ruptura sacudió nuestros asientos. Fernando Alonso y Raquel del Rosario anunciaban separación. Todos esperábamos otra separación, pero esta confirma que correr y cantar es muy difícil. Aunque para demostrar que se puede cantar y bajar escaleras, el Crazy Horse, el mítico cabaret parisiense, que decide traer sus muñecas de carne y hueso a Madrid e instalarse una temporada en los teatros públicos de la Comunidad. Con muñecos por todas partes, en Madrid solo se habla de centímetros. 25 es el nombre del nuevo perfume de Nacho Vidal, la estrella porno. Se refiere crudamente a esos centímetros que separan la envidia de la admiración. Veintiún centímetros es la distancia que separa un pezón de otro de una bailarina del Crazy Horse. Veintiún centímetros es la altura de las Monster High, siempre ofreciendo ese nuevo tipo de belleza, pálida, inquietante pero asimilable. Como el aspecto de ese Bela Lugosi, que fue el primer Drácula franquiciado. Veremos al final cómo este look de muñeca se apodera del aspecto de las niñas de esta nueva generación. Recuerdan, en el fondo, al nuevo líder norcoreano sometido a una estricta dieta de soja y arroz blanco. A lo mejor él mismo se vuelve una Monster High y logra esa sensación de que al ser el Brillante Líder también tiene la cabeza brillante.

El País