En el discurso que pronunció el 13 de mayo de 1940 en la Cámara de los Comunes del Reino Unido, con ocasión de su designación como primer ministro, en un momento crítico de la historia de aquella nación, cuando sus tropas combatían en Noruega y Holanda, cuando se preparaban para luchar en el Mediterráneo y cuando la batalla aérea sobre el territorio británico estaba en su apogeo, Sir Winston Churchill dirigiéndose a la Cámara manifestó: «I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat», expresión que en castellano quiere decir «no tengo nada que ofrecer salvo sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor».
Aunque comúnmente se habla de su discurso recordando la expresión «sangre, sudor y lágrimas», el «premier» británico en su discurso sin embargo incluyó expresamente la palabra «toil» que se puede traducir por esfuerzo o trabajo duro.
Cualquier líder europeo que se dirigiera hoy a sus ciudadanos podría perfectamente parafrasear al político británico; los tiempos que tenemos por delante son de esfuerzo permanente y de sacrificios compartidos y repartidos solidariamente.
El pasado día 9 de diciembre en el marco del Consejo Europeo los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro aprobaron por medio de una declaración común un nuevo «pacto presupuestario» y una coordinación considerablemente mayor de sus políticas económicas en ámbitos de interés común.
Establecieron nada menos que los presupuestos de las administraciones públicas estarán equilibrados o con superávit sin que su déficit anual exceda del 0,5 % del PIB nominal, y que este acuerdo se introduciría bien en las Constituciones o normas de efecto equivalente de los estados miembros que deberían converger hacia su nivel de referencia específico siguiendo un calendario propuesto por la Comisión Europea, y viéndose obligados además aquellos que estuvieran siendo objeto de un procedimiento por déficit excesivo a presentar a la Comisión y al Consejo, para que lo refrende, un programa en el que se precisen las reformas estructurales necesarias para garantizar una corrección duradera y efectiva de los déficits excesivos.
Pero no sólo hay un compromiso de los Estados de realizar en muchos casos un durísimo ajuste presupuestario, sino que además la Comisión y el Consejo supervisarán la ejecución del programa y los planes presupuestarios anuales.
Estas y otras medidas se adoptarán mediante un acuerdo internacional que será firmado como muy tarde en el mes de marzo de 2012.
Además de los gobiernos de la zona euro, los jefes de Estado y de Gobierno de Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania y Suecia han indicado su disposición a participar en este proceso tras una consulta a sus respectivos parlamentos.
Queda así dibujado un escenario de rigor y austeridad presupuestaria que afectará a todos los estados de la zona euro en principio y singularmente a España.
Como ha señalado Mariano Rajoy en la junta directiva nacional de su partido celebrada el 12 de diciembre, el control del déficit público «nos afecta a todos». Esto les afecta al Gobierno de la nación y al resto de las instituciones de la nación. «No se puede gastar lo que no se tiene y no se puede vivir ni como persona, ni como empresa, ni como país por encima de las posibilidades de uno».
Los problemas que tiene España por delante son ingentes. Además de refinanciar la deuda pública del Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, además de refinanciar la deuda de entidades financieras con el exterior, tenemos que reducir nuestro déficit público que no sabemos si será del 6 % o superior; pero, en todo caso, tendremos que reducir nuestro gasto público en más de 60.000 millones de euros para lograr el equilibrio presupuestario a que nos obliga nuestro compromiso comunitario; reducción que se somete a un calendario pactado con las instituciones comunitarias y a la supervisión permanente de éstas.
Se ha terminado ya, y sería bueno que todas las fuerzas parlamentarias empezaran a ser conscientes de ello, la política descabellada de despilfarro permanente seguida por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero y los que le han prestado apoyo parlamentario. Esta política ha multiplicado por dos nuestra deuda pública y desde una situación de equilibrio presupuestario, heredada de los gobiernos de Aznar, nos ha llevado a las actuales cotas de déficit, aún no conocidas con exactitud, pero que en todo caso nos van a obligar a racionalizar el funcionamiento de nuestras administraciones públicas, a una reducción generalizada del gasto público y a dolorosos ajustes presupuestarios.
En este proceso de ajuste habrá que velar por conseguir un reparto equilibrado de los sacrificios que habrá que realizar.
En su famoso discurso del «blood, toil, tears and sweat», Churchill decía también: «At this time I feel entittled to claim the aid of all» que se traduce por «en estas circunstancias me siento legitimado para pedir la ayuda de todos».
Y efectivamente todos los españoles tenemos que comprometernos en esta gran tarea de recuperación de nuestro equilibrio financiero, instrumento necesario para retornar al crecimiento económico y la creación de empleo.
Todos sin excepción tendremos que hacer sacrificios, cada uno en la medida de sus posibilidades, subordinando los intereses particulares al superior interés nacional.
Todos tenemos que remar en la misma dirección. Como Churchill terminaba su discurso. «Come then, let us go forward together with our united strength». Avancemos juntos, uniendo nuestras fuerzas.
La Razón