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Nueve décadas de hoz y martillo. 90º aniversario del Partido Comunista de España (PCE)

Esta semana los comunistas españoles celebran un aniversario muy especial. El 14 de noviembre se cumplían 90 años de la fundación del Partido Comunista de España. Aunque algunos eventos conmemorativos ya se habían desarrollado durante la celebración de su tradicional fiesta anual, el pasado mes de septiembre, el próximo 18 de diciembre tendrá lugar el acto principal; un mitin-fiesta en el antiguo matadero de Madrid, ahora reformado como un espectacular centro cultural, y conocido como Casa del Reloj. Los oradores recordarán la larga trayectoria de esta formación e impulsarán la Conferencia del PCE prevista para el próximo mes de junio.

"Venimos de lejos, pero vamos más lejos todavía”, reza el eslogan bajo el que los comunistas españoles han organizado una serie de actividades para conmemorar el 90º aniversario de su fundación. El acto central, que se desarrollará el próximo domingo, 18 de diciembre, reivindicará la memoria de una formación que ha ejercido un papel determinante en la reciente historia de nuestro país, y que se convirtió casi en el único referente en el interior del Estado de la lucha política y la resistencia contra la dictadura del general Franco.

La actual dirección del Partido Comunista también pretende relanzar el papel de esta fuerza, en un contexto en el que se están imponiendo las políticas neoliberales, tanto en España, como en el conjunto del Viejo Continente, y dará a conocer la elaboración efectuada por su militancia de cara a su próxima Conferencia Política, que se celebrará el mes de junio de 2012. Un evento en el que no se tratará de elegir a una nueva dirección, sino que únicamente girará en torno a las propuestas políticas y la línea estratégica que la militancia decida aprobar.

El actual secretario general, José Luis Centella, que también acaba de estrenarse como diputado, al haber conseguido un escaño por Sevilla, será uno de los oradores principales en el acto central. Reivindica que el “PCE es un partido vivo y activo” que siente “orgullo por su historia y esperanza en el futuro”. Y aunque “asume sus errores históricos”, también quiere dejar bien claro que “la historia de la democracia y de la clase trabajadora en España no se puede explicar sin el PCE”.

El propio Centella hacía unos días un llamamiento abierto a todas las personas que en su día fueron militantes del Partido Comunista para que regresen a la formación. Su argumento principal se centraba en la necesidad de hacer frente a las políticas neoliberales de fuertes recortes, y a la amenaza que, según el análisis del PCE, se cierne sobre la democracia en España y en Europa por la imposición de las más duras condiciones por parte del capitalismo y los mercados. Un capitalismo que, según el secretario general de los comunistas, “no es capaz de resolver los problemas de la Humanidad y crea pobreza y sufrimiento”.

Del mismo modo reivindica su trayectoria la responsable de Memoria Histórica del PCE, Gloria Aguilar, que no duda en proclamar que “cuando desde la derecha más extrema se intenta reescribir la historia, equiparar a las víctimas con los verdugos, a los defensores de la libertad y la legalidad con quienes asesinaron y destruyeron para imponer una cruel dictadura, desde el PCE reivindicamos orgullosos nuestro pasado. Frente a quienes nos acusan y criminalizan nuestra historia e ideología, tenemos que gritar que no solo no nos arrepentimos, sino que nos sentimos orgullosos de él”.

Una historia que comenzaba el 14 de noviembre de 1921, cuando concluía un congreso en el que decidían unificarse en una sola fuerza el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español. El primero había sido fundado el 15 de abril de 1920 por la Federación de Juventudes Socialistas, mientras que el segundo, nacido el 13 de abril de 1921, había sido puesto en pie por un numerosos grupo de militantes y dirigentes del Partido Socialista Obrero Español, partidarios de ingresar en la III Internacional, y que se marcharon de esa formación al no conseguir este propósito.

Sin embargo, la unidad entre socialistas y comunistas sí se conseguía a nivel juvenil. Las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas daban un paso adelante fusionándose en una única organización, la Juventud Socialista Unificada, en agosto de 1936, cuya dirección estaba integrada, a partes iguales, por miembros de las dos formaciones originales. Declarándose marxistasleninistas, se integraban en la Internacional Socialista con la intención declarada de trabajar por la unidad con la Internacional Comunista, aunque sabemos por la historia que esta intención jamás llegó a sustanciarse.

El PCE alcanzaba su momento de máximo esplendor tras el triunfo electoral del Frente Popular, en 1936, y más aún en plena Guerra Civil, durante la que su crecimiento e implantación fueron espectaculares. Eran los tiempos de los míticos José Díaz –entonces, secretario general- y Dolores Ibarruri, la Pasionaria. Con la derrota de la República, el PCE comenzaba a organizar la resistencia interna. En una primera fase, continuando con las acciones militares del maquis, con la esperanza de que la derrota de Italia y Alemania en la II Guerra Mundial también traería la liberación de España y Portugal del fascismo por parte de las fuerzas aliadas.

Estos grupos, cada vez más escasos y hostigados, llegaron a prolongar su actividad armada hasta finales de los años 50. En 1956, el PCE inicia un gran giro estratégico, pasando a desarrollar una resistencia política en el interior, e impulsando su conocida ‘Política de reconciliación nacional’. De hecho, se convertía en la única fuerza real que ejercía oposición política a la dictadura fascista de Francisco Franco desde el interior del país. Desde mediados de los años sesenta, y durante más de una década, la militancia comunista experimentó un crecimiento exponencial, llegando a contar en 1977 –justo coincidiendo con la legalización del PCE, el 9 de abril de ese año, ‘Sábado Santo Rojo’ ya para los anales de la historia– con más de medio millón de militantes.

Suyo fue el impulso a la creación del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), dirigido durante muchos años por el mítico Marcelino Camacho –aunque en una primera etapa, los comunistas habían trabajado intensamente en el seno de UGT–.

Su política de alianzas daba lugar a la creación del Partido Socialista Unificado de Cataluña (fruto de la fusión entre socialistas y comunistas en este territorio), y ya en los años 80, tras haberse convertido en uno de los soportes fundamentales de la Comisión Anti-OTAN, impulsaba la creación de Izquierda Unida, de la que es el integrante mayoritario.

La llegada de la democracia, que mucho le debe al esfuerzo y el sacrificio de miles de militantes de ese partido, no traía buenos resultados para el PCE. En las primeras elecciones democráticas, las grandes expectativas acerca de su representatividad se veían defraudadas. La formación entonces liderada por Santiago Carrillo, solo conseguía sentar a 23 diputados en el Congreso, mientras que observaba que la representación conseguida por el PSOE les quintuplicaba.

En parte, la respuesta de los electores fue bastante menor de la esperada, pero también tenía una gran influencia una ley electoral –que continúa vigente en nuestros días-, diseñada exprofeso -como confesaría a la prensa poco antes de morir, el expresidente Leopoldo Calvo Sotelo- para perjudicar las expectativas electorales del PCE.

Tras varios altibajos –desde los momentos dorados bajo la dirección de Julio Anguita, en que IU conseguía 21 diputados y casi tres millones de votos, a los más bajos, la pasada legislatura, con solo dos escaños–, Izquierda Unida se ha consolidado como el proyecto estratégico del PCE. Ahora, con 11 actas –le habrían correspondido 25 con una ley electoral ecuánime– retoma parte de la fuerza perdida.

La próxima Conferencia Política, en junio de 2012, aclarará las nuevas líneas estratégicas de una formación que tiene la intención de cumplir muchos más años.

P. A. N., El Siglo de Europa