Por más que José Luis Rodríguez Zapatero haya reiterado su obligada «neutralidad» en el 38 Congreso del PSOE, la primera escaramuza entre los dos candidatos que dan señales de querer sucederle, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, tiene como coartada la defensa, o no, de su legado. Zapatero asume que «eso se iba a producir», según reconocieron ayer a ABC fuentes socialistas, pero en privado ha comentado a los suyos que, para volver a conectar con la ciudadanía, el PSOE debe hablar «de futuro» y no tanto de pasado. Y ayer no perdió ocasión de recordar que nadie le sacará de su neutralidad y que mantiene «buena relación» con ambos.
Lo hizo a través del ex secretario de Estado de Comunicación Félix Monteira, curiosamente uno de los secretarios de Estado firmantes del artículo «Yo sí estuve allí», que los «chaconistas» tildan de maniobra de reacción urgente de Rubalcaba para hacer frente al manifiesto que «muchoPSOEporhacer.com» puso en circulación el martes.
Chacón y los también ex ministros Juan Fernando López Aguilar y Francisco Caamaño sorprendieron a Rubalcaba haciendo público ese texto nada más acabado el debate de investidura de Mariano Rajoy. Un manifiesto que quien fuera ideólogo del «zapaterismo», José Andrés Torres Mora, llevaba semanas coordinando. Además, siente como una traición que también lo firme Cristina Narbona, redactora del programa socialista para el 20-N. Rubalcaba conocía que Carme Chacón estaba en el manifiesto para impulsar su candidatura —ABC lo publicó el 8 de diciembre—, pero creía que nada se iba a mover hasta la primera semana de enero y que la inercia seguiría engordando sus expectativas de asentarse como líder de la oposición.
Con todo, lo que más le alarmó el martes, dicen otras fuentes, son los nombres de la plataforma. Una treintena de cargos institucionales y orgánicos de todas las federaciones, jóvenes y con tirón como el secretario general de los socialistas navarros, Roberto Jiménez —ayer pidió «no utilizar» a Zapatero—; o el alcalde de Soria, Carlos Martínez. «Si el congreso fuera hoy, habría empate», según un alto cargo de Ferraz.
Por eso, el «rubalcabismo» se pone a trabajar en la respuesta y el jueves, ya a primera hora, trasciende que Zapatero habría mostrado la noche anterior, en la cena-homenaje que le dieron sus ministros, «orgullo» por todo, incluido el giro económico neoliberal de mayo de 2010 criticado en el manifiesto de Chacón. Horas después se conocería el escrito-respuesta de los secretarios de Estado «Yo sí estuve allí». En este texto, que, a diferencia del manifiesto, no está pensado para ser sometido a debate en las agrupaciones, según advierte Soraya Rodríguez, una de los firmantes, se ataca sin citarles a Chacón y Caamaño porque no sería «decoroso», dice, que, habiendo sido miembros del Ejecutivo de Zapatero «de manera entusiasta», ahora se desmarquen. Algo que el diputado por Madrid Rafael Simancas recrimina de forma más contundente: «quienes antes firmaron la propuesta de indulto al banquero (Alfredo Sáez) o el acuerdo antimisiles con Estados Unidos» no pueden erigirse en el cambio en el PSOE
El manifiesto de Chacón se está encontrando con el recelo de los «aparatos» a estampar su firma. Hasta su amigo José Antonio Griñán, secretario general de la todopoderosa federación andaluza, reconoce que él «no habría incluido» los puntos 9 y 10, donde se pide otro PSOE. Mientras, el castellano-leonés Óscar López, «rubalcabista», pide «poner ideas» a la autocrítica y no tantos nombres.
- Nuevas incorporaciones.
A la maniobra del «rubalcabismo» de envolverse en un «zapaterismo» sobrevenido so pretexto de defenderle de una supuesta traición pidió ayer Chacón «ni una descalificación». Menos contemporizador estuvo Juan Fernando López Aguilar, quien dijo que en defensa de Zapatero todos han sacado «matrícula de honor». Desde este sector se señala a ABC que no van a «caer en la trampa» de Rubalcaba. Auguran nuevas incorporaciones formales a su causa, tal que las de Leire Pejín y otras menos conocidas pero no menos importantes, como la secretaria personal de Zapatero, Gertrudis Alcázar, y la ex jefa de prensa de Zapatero, Angélica Rubio.
Gabriel Sanz, ABC