Merkel y Lagarde aprovecharán el foro para negociar un acuerdo sobre Grecia.
El club de Davos siempre busca narrativas épicas para sus encuentros anuales en los Alpes suizos. Pero todos estaban más a gusto cuando la historia del nuevo siglo era aquello de la Gran Moderación –crecimiento sin inflación para siempre– que se contaba antes de la megacrisis actual.
Ahora, la crisis de deuda en la zona euro es un drama de desenlace demasiado tenso incluso para los ejecutivos de bancos de inversiones de Wall Street, como Brian Moynihan de Bank of América y Vikram Pandrit de Citigroup o Jamie Dimon, de JP Morgan que se embolsó 23 millones de dólares (casi 18 millones de euros) en el 2010. O gestores de fondos de capital como Steve Schwartzman, así como una abultada representación de fondos de alto riesgo conocidos como hedge funds, entre ellos George Soros.
Klaus Schwabb, el empresario suizo que creó el foro hace 41 años, pretende, como siempre, que Davos sea un gran brainstorming (tormenta de ideas) para esbozar algunos escenarios (preferiblemente positivos) para la postcrisis. Por eso los 2.600 participantes, entre ellos 1.000 consejeros delegados y altos ejecutivos, y 40 jefes de gobierno (entre ellos Ángela Merkel y David Cameron), cientos de ministros (incluido Luis de Guindos), un ejército de periodistas y académicos creativos se reúnen bajo el lema: "La Gran Transformación, formando nuevos modelos".
Es una de esas consignas etéreas que suelen camuflar lo que de verdad se negocia en el centro de convenciones vigilado por tecnología punta de reconocimiento de rostro y, por si falla, 3.500 militares, y en los viejos sanatorios ahora hoteles de wellness de cinco estrellas a lo largo de Promenade, la antigua calle mayor, y en la literaria montaña mágica de Schatzalp. Ante una segunda recesión en la zona euro en lo que va de década, un título mejor para este Davos habría sido el del debate que patrocinado por la revista Time se celebra este miércoles: "¿Está el capitalismo del siglo XX fallando a la sociedad del siglo XXI?"
La banca privada aprovechará para seguir buscando terreno común con los acreedores públicos de Grecia –asisten Angela Merkel y Christine Lagarde- para finalizar el acuerdo sobre la deuda griega. Charles Dallara, el representante de los acreedores privados, dijo ayer en Zurich que los acreedores no pueden ceder más en el toma y daca con la UE y el FMI sobre los tipos aplicados a los nuevos bonos en la reestructuración. "Son las pérdidas máximas que los acreedores pueden sufrir en una reestructuración voluntaria", dijo.
Pero mientras Davos busca públicamente sus soluciones a la crisis, en los cubículos herméticamente cerrados y aislados en el centro de convenciones esos mismos financieros estarán buscando formas de rentabilizar el viaje a Europa. Los gestores de fondos buitres y de vehículos especiales de los bancos mantendrán conversaciones excitadas sobre las oportunidades que ofrece la inminente reestructuración griega.
"Compraron deuda griega por el 30% del precio de emisión en el mercado secundario de modo que siempre que la quita sea menor del 70% han triunfado", dijo Yanis Varoufakis de la Universidad de Atenas. Ajay Jani, director gerente del hedge fund Gramercy, dijo que hay poco interés en comprar deuda griega por estos precios ya que Grecia tendrá que reestructurar varias veces para llegar a una quita del 70 o el 80%. "Otra oratoria es inevitable tras el acuerdo" – dijo– pero algunos acreedores pueden estar interesados en participar en el acuerdo y mantener sus CDS -seguros contra moratoria- para cubrirse cuando Grecia suspenda pagos más adelante".
Asimismo, los linces del private equity como Schwartzman de Blackstone o el equipo de Carlyle en Davos, así como ejecutivos de los fondos soberanos chinos y de Medio Oriente averiguarán si ha llegado el momento para rentabilizar los rebajados precios de activos en Europa mientras algunos plantean que el fondo tanto para las bolsas y el euro ya se ha tocado. Consejeros delegados bancarios como Anshu Jain de Deutschebank o Enrico Cucchaiani de Intesa Sanpaolo, Urs Rohner de Credit Suisse o Francisco González del BBVA, debatirán hasta cuando podrían seguir rentabilizando el generoso programa de créditos del BCE que les ofrece dinero al 1% con cualquier colateral para comprar deuda soberana italiana o española al 5 al 6%.
Es el negocio que ha creado una calma en la crisis en las últimas semanas. Para los demás, la zona euro es un problema que convierte toda sesión de brainstorming en un quebradero de cabeza. Pese al éxito del último programa del BCE para evitar un inminente credit crunch con una sorprendente reducción de primas de riesgo en Italia a y España, la mayoría en Davos lo consideran un parche provisional. La segunda recesión europea en tres años hará inviable cualquier plan de reducción de deuda, coinciden gestores de fondos consultados. Mohamed El Erien, de Pimco, advierte en un informe que "si sigue la política de improvisar sin resolver, habrá una fragmentación de la zona euro".
- ¿Austeridad con prosperidad?
Habrá discusiones sobre cómo evitar que las políticas de austeridad en países como España e Italia provoquen una larga recesión en la zona euro y, como advirtió Lagarde, una década perdida. Larry Summers encabezará una sesión titulada, con optimismo más voluntarista que real, “Dolor y avance: austeridad con prosperidad”. Una opción más realista puede ser el debate dirigido por Nouriel Roubini, el pesimista gurú de la Universidad de Nueva York: “Las semillas de la distopía”. Según otro miembro del panel, Philip Jennings, de la coordinadora de sindicatos UNI Global, consultado ayer, “se refiere al mundo que puede emerger si se mantiene la polarización de rentas entre la élite y las clases medias”. Es un tema que Barack Obama probablemente abordará en su discurso sobre el estado de la nación esta noche.
Andy Robinson, La Vanguardia