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Los otros periodistas vascos (Unai Aranzadi)

"No, ninguna organización de periodistas o favorable a la libertad de prensa nos ha apoyado o ni siquiera contactado". Quienes hablan son los familiares de dos periodistas vascos asesinados por individuos al servicio de la fuerza pública española. El primero, en 1985, Xabier Galdeano, corresponsal del diario Egin en Iparralde. El segundo, en 1989, Josu Muguruza, antiguo alumno de periodismo en la UPV (Universidad Pública del País Vasco) y redactor jefe de Egin.

"Aunque digan que los periodistas asesinados en el conflicto vasco son dos (José María Portell en 1978 y José Luis López de Lacalle en el 2000) la verdad es que son más". Begoña, hija de Xabier Galdeano, describe cómo llegaron al lugar donde su padre fue abatido. "Estábamos haciendo un recado y al regresar a casa, en Donibane, vimos luces de policía. Sabiendo de toda la actividad del GAL en la zona, tardamos poco en comprobar que aita fue víctima de un atentado". Con los carretes de su último reportaje aún en la mano, el corresponsal de Egin fue fatalmente alcanzado. Elena Bartolomé, pareja sentimental de Josu Muguruza, y madre de su hija común, Ane, comprendió por las noticias que "algo fuerte" había pasado. "Yo primero vi algo en la tele, más tarde, haciendo llamadas a hospitales de Madrid y recibiendo otras tantas, supe que lo habían matado". El autor fue un policía español.

Estas muertes han sufrido una doble condena. Por un lado son crímenes impunes aún sin esclarecer ni reparar; por otro, los medios y organizaciones que ostentan la antorcha de los derechos humanos los han apartado de la historia oficial. Ni Reporteros Sin Fronteras, ni la Asociación Vasca de Periodistas o ningún gran medio de comunicación los citan actualmente en sus denuncias y artículos sobre los ataques que en nuestro pueblo se han producido contra la libertad de expresión.

"Nadie de estas organizaciones que tanto han hablado sobre la libertad en el País Vasco se ha mostrado interesados en visibilizar lo mas mínimo nuestros casos. Habrán hablado de los otros, pero no de los nuestros", dicen. Para estos familiares de periodistas asesinados por los aparatos del Estado, se trata de organizaciones llenas de hipocresía y tradicionalmente apegadas a los poderes del reino. "La verdad es que nunca hemos esperado nada de ellas y ellos. Les caracteriza el doble rasero". Sostienen resignadas.

Contradiciendo su actual política de no reconocimiento profesional, las hemerotecas donde habitan las cabeceras de Vocento y Prisa revelan con claridad que Galdeano y Muguruza eran periodistas. Sin embargo, hoy, estos mismos grupos informativos, junto con las organizaciones de periodistas que articulan, ocultan ese hecho, y rechazan incluirlos en sus influyentes homenajes a la libertad de prensa. "Hablar de atentados a periodistas vascos y callar frente al asesinato de un compañero es de un cinismo tremendo". Para Elena, estos sectores de un conflicto (que aún costando vidas fue negado) "se han apropiado del uso y significado de términos como víctima, libertad o prensa", pues "creen tener el monopolio del sufrimiento en este pueblo".

A pesar de todo, las familias de estas víctimas no viven aferradas a un discurso que propicie el odio y la violencia, ni mucho menos disgustadas porque otros familiares de periodistas hayan sido arropados por las instituciones públicas y privadas. Todo lo contrario. "No es el ánimo de venganza lo que nos traerá la paz a casa. Ni siquiera el hecho de que castiguen duramente a quienes han atentado contra nuestros seres queridos solucionaría nada. Que va. No seremos más felices por saber que hay quienes sufren, sino por saber que ya nadie sufrirá más".

Sin duda, los medios y asociaciones que dicen defender a los periodistas tienen una deuda pendiente con ellas, de lo contrario, tal y como señala Elena, invisibilizar a estos profesionales silenciados "sería admitir por activa o por pasiva que nos merecimos los asesinatos". La verdadera historia del periodismo vasco sigue esperando.

Deia