Sir Thomas Moro (1478-1535) ejerció diversas funciones de "consejero político". Su "Utopía" (4) aparece en 1516. La palabra latina tiene una etimología griega: 'ou' ("no") '-tópos' ("lugar"), "en ningún lugar". Los comentaristas han dudado en la interpretación: ¿compartía Moro las posiciones "utópicas" de su viajero imaginario, Rafael Hitlodeo, al volver de la Isla de la Utopía?, ¿o tenía una visión crítica de esta República sin jerarquía social, ni propiedad privada, ni dinero?
Se olvida a menudo que la obra está basada en un diálogo entre el propio Moro y Hitlodeo. La estructura 'dialogada' del libro orienta nuestra mirada a la dinámica del cambio de argumentos. ¿No sería la postura de Moro la de un diálogo permanente entre el consejero del príncipe que él era, y el utopista, entre el pragmatismo y la utopía, en una tensión sin fin entre las presiones de lo real y la búsqueda de lo imposible?
Moro defiende el realismo del 'compromiso' con las instituciones existencias con el objeto de mejorar la situación:
"Me parece que sería digno de un espíritu tan magnánimo, y de un verdadero filósofo como tú, si te decidieras, aun a pesar de tus repugnancias y sacrificios personales, a dedicar tu talento y actividades a la política" (5).
Hitlodeo responde rechazando 'compromissions' que legitiman la corrupción de los medios dirigentes:
"¿Sabéis lo que me sucedería de obrar así? Pues queriendo curar la locura de los demás me volvería tan loco como ellos [...] No hay, pues, modo de ser útil para unos hombres así. Su solo trato deprava [...] El más limpio y honesto terminaría como encubridor de la maldad y estupidez ajenas" (pp. 105-106).
Guardando una distancia irónica frente a las pretensiones utópicas de su interlocutor ("no sabía, por otra parte, si aguantaría que opinásemos en contra de sus teorías", libro II, p. 209), Moro concluye la obra atormentado y descolocado por el diálogo imaginado:
"Entre tanto tengo que confesar que no puedo asentir a todo cuanto me expuso este docto varón [...] También diré que existen en la república de los utopianos muchas cosas que quisiera ver impuestas en nuestras ciudades" (p. 210).
El diálogo entre Moro y Hitlodeo se presenta también como debate antropológico. Moro acentúa los defectos de 'la naturaleza humana' para justificar su prudencia política:
"Y te has de ingeniar por presentarlo con tal tino que, si no puedes conseguir todo el bien, resulte el menor mal posible. Para que todo saliera bien, deberían ser buenos todos, cosa que no espero ver hasta dentro de muchos años" (libro I, p. 103).
En cuanto al optimismo antropológico de Hitlodeo respecto al triunfo de "la virtud", no es total, ya que supone ciertas condiciones sociales. Según él, se trata de combatir "nuestra soberbia, bestia maligna" (libro II, p. 208), creando condiciones de igualdad que ahoguen esta tentación: en "Utopía", "la costumbre ha eliminado la avaricia y el dinero" (p. 207). El historiador del pensamiento Quentin Skinner comenta:
"Es la desigualdad en la distribución del dinero y la propiedad privada lo que permite a algunas personas dominar a las demás, alimentando con ello su orgullo y reservando el respeto no a la virtud, sino sólo al rango y a la riqueza" (6).
¿Acaso no se deduce de tal diálogo una visión pluralista de las potencialidades de la condición humana?
(Notas):
(4) Trad. de P. Rodríguez Santidrián, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
(5) 'Op. cit.', libro 1, p. 75.
(6) En "Les fondements de la pensée politique moderne" (1ª ed.: 1978), trad. de J. Grossman y J.-Y. Pouilloux, París, Albin Michel, 2001, p. 365 [trad. esp., "Los fundamentos del pensamiento político moderno", México, FCE, 1986].
(Continuación próximamente)
Traducción de Elena Bombín Izquierdo, Alianza Editorial