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"A mí no me van a quebrar". Rubalcaba promete unidad, cambio y fortaleza al tomar el mando del PSOE

Unidad, cambio y fortaleza. Estas fueron las tres ideas rectoras lanzadas por un exultante Alfredo Pérez Rubalcaba tras lograr la secretaría general del PSOE en una ajustada pugna electoral con Carme Chacón. El nuevo líder socialista venció en el congreso de Sevilla por 22 votos (487 frente a 465).

Rubalcaba promete un PSOE fuerte.

El nuevo líder del PSOE.

El candidato gana la secretaría general a Chacón por 22 votos que ponen de manifiesto la profunda división del partido.

El nuevo líder promete trabajar por la unidad.

Venció el cambio tranquilo y la experiencia que ofrecía Alfredo Pérez Rubalcaba a los militantes del partido para empezar una etapa de reformas que saquen al PSOE del desánimo tras la debacle y pérdida de poder en prácticamente todas las instituciones.

El 51,6% de los delegados al 38º congreso del PSOE dieron la mayoría al veterano político, de 61 años, 22 votos más que su adversaria. Carme Chacón obtuvo 465 votos frente a los 487 que han llevado a Rubalcaba a la secretaría general socialista.

Ese pequeño margen del ganador demuestra la enorme división del PSOE al afrontar la elección del sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero y la tarea que ahora tiene que emprender el líder socialista para restañar las heridas. Una primera prueba la tendrá que pasar hoy Rubalcaba al someter a votación al equipo que presentará a los delegados como miembros de la nueva ejecutiva federal. Pero de entrada una mayoría ha querido que un veterano socialista, miembro de todos los Gobiernos del PSOE y siempre en primera línea, coja las riendas del partido en el peor momento de su historia desde que se recuperó la democracia. "Somos un partido fuerte, fuerte, que nadie se equivoque; no es lo mismo estar en un momento débil que ser débil", animó Rubalcaba nada más conocerse el resultado. Su obsesión desde que empezó la carrera por la secretaría general se centró en convencer a los militantes de que el PSOE ha sido, es y será un partido de mayorías, por lo que todos los cambios y reformas tenían como único objetivo volver a gobernar. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le telefoneó para felicitarle nada más conocer la victoria.

Que el partido estaba dividido y la relación de fuerzas entre Rubalcaba y Chacón se igualaban a medida que pasaban los días se ha revelado como una auténtica verdad y no como parte de la estrategia de los dos candidatos. Lo único en lo que se han equivocado es en la diferencia de votos. Ambos se atribuían la victoria, pero siempre por un centenar de votos. En el momento en el que los delegados se dirigieron a las urnas las expectativas bajaron, aunque nunca por tan pocos votos de diferencia como la realidad deparó luego. Poco influyó el discurso de los candidatos, según analizaron después diferentes secretarios regionales. "Aquí venía todo el mundo con el voto decidido y los pocos que no, lo llevaban en el bolsillo dispuestos a venderlo". Esta apreciación de un barón provincial se refiere al peso que ha tenido en la pugna el criterio local y provincial, muy ajeno a los valores y virtudes de Chacón y Rubalcaba.

La escasa incidencia del discurso en el voto, siempre según una primera aproximación de los líderes territoriales, no significa que no sirviera para afianzar posiciones. No hubo grandes diferencias en el discurso programático entre él y el de su adversaria, pero Rubalcaba sí jugó la estrategia de la "experiencia" como se encargó de decir en su parlamento de presentación de candidatura. Lo que podía ser utilizado por sus adversarios como una rémora, él lo convirtió en valor y en su entorno añadían que, además de experiencia, aportaba solvencia, solidez e inteligencia. Esas capacidades las resaltaron sin descanso sus apoyos y, entre ellos, el expresidente del Gobierno Felipe González. Precisamente los apoyos de la otra candidatura colocaban a Rubalcaba junto a González e incluso a Zapatero, como dirigentes socialistas a los que hay que respetar y agradecer sus servicios pero cuyo tiempo ha pasado. Además, la derrota del 20 de noviembre con el descenso hasta las cotas de representación más baja de la historia del PSOE desde 1977 avalaba la invitación a que dejara el paso a otros. No lo ha querido así la mayoría de los delegados al 38º congreso.

Ahora bien, el reconocimiento que ayer mismo hizo Rubalcaba al trabajo de Chacón en esta campaña no puede situarse tan solo en el terreno de la cortesía. Chacón ha ido subiendo día a día en apoyos hasta el punto que casi le ha pisado los talones como ha demostrado la votación. Los dos se han retroalimentado en sus discursos hasta el último minuto. El proyecto de Rubalcaba ha incluido propuestas cada vez más reformistas y en alguna medida más a la izquierda. Algunos de esos requiebros se los reservó incluso para la presentación de su candidatura como el amago de pedir la revisión de los acuerdos de España con el Vaticano, que llevó al entusiasmo de los delegados en ese congreso. En proyectos y propuestas el contraste con Chacón era más en la música que en la letra.

También en el discurso de modelo de partido sobre el que sí tienen especial interés los militantes. Las llamadas de la candidata a abrir las puertas y las ventanas de la organización, con un aire aperturista y de más libertad, no logró imponerse a la oferta más clásica de Rubalcaba para los asuntos internos.

Es más, de su discurso se desprendió una vuelta a los años en los que la ejecutiva federal del PSOE tenía un peso y un predicamento sobre las federaciones que había perdido en los últimos tiempos. "Voy a ser un secretario general que no me voy a dejar quebrar", advirtió. Y, además, defendió un partido federal, pero no "una federación de partidos".

No pareció que esta advertencia haya asustado a los militantes porque le han elegido mayoritariamente, aunque la vida de las federaciones se ha visto absolutamente convulsionada en esta competición en la que los dos y sus equipos se han dejado la piel en el intento de ganar. También se ponía a prueba el peso de los aparatos del partido.

Lo cierto es que los que se decantaron por Rubalcaba no han salido mal parados porque su apuesta ha sido la ganadora. El secretario general del PSE, Patxi López, apostó por él, y le siguieron al menos 20 de los 22 delegados vascos. El líder de los socialistas asturianos, Javier Fernández, estuvo inequívocamente con Rubalcaba desde el primer momento y con él, la inmensa mayoría de su federación. Con Rubalcaba se alineó el secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, en sintonía con la mayoría de los socialistas gallegos, como el alcalde de Vigo, Abel Caballero.

El aparato de Canarias y su secretario general, José Miguel Pérez, también estuvo con Rubalcaba y lo mismo Dolores Gorostiaga, de Cantabria; Francesc Antich, de Baleares, y Óscar López, de Castilla y León. Desde esta perspectiva los seguidores de Rubalcaba resaltaban que si tuviera que analizarse el resultado por aparatos, el ya secretario general se ha impuesto a los de Andalucía, Castilla-La Mancha y Madrid, cuyos secretarios generales, José Antonio Griñán, José María Barreda y Tomás Gómez, respectivamente, apoyaban a Chacón.

Aunque en cada caso hay matices. Barreda la apoyó desde el primer momento, a sabiendas de que parte de su federación estaba con Rubalcaba, como es el caso del alcalde de Toledo, Emiliano García-Page. También se ha visto aliviado con este resultado el secretario general de los socialistas valencianos, Jorge Alarte, que apostó por Rubalcaba y que se llevó un buen revolcón al quedar en minoría en la elección de delegados. Ayer era uno de los dirigentes más satisfechos del congreso. La mayoría de la federación de Extremadura apoyó a Rubalcaba como había augurado su secretario general, Guillermo Fernández Vara.

En Madrid, la división era un hecho desde el primer momento, máxime cuando el portavoz municipal, Jaime Lissavetzky, casi un hermano para Rubalcaba, encabezó una lista contra la de Gómez, aunque esta salió ganadora. En Andalucía, la batalla ha sido de una enorme intensidad para desgracia de todos los socialistas, ya que el aparato se había alineado con Chacón y ha dado bazas al PP para desautorizar a José Antonio Griñán, candidato a la Junta de Andalucía, por haber apostado a perdedor. Rubalcaba hará todos los esfuerzos posibles para aliviar esta carga, consciente de que la derrota en Andalucía es de todos los socialistas, también suya. Ahora el objetivo del PSOE es Andalucía, pero no solo, ya que se abre una oportunidad en Asturias al celebrarse elecciones el mismo día, 25 de marzo.

Andalucía fue también la primera prueba que tuvo que pasar el anterior secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero. Ganó en contra del aparato andaluz, entonces controlado por Manuel Chaves. Zapatero lo quiso olvidar esa misma noche y ofreció a Chaves la presidencia del PSOE, que ostentará hasta hoy, y además tuvo en los socialistas andaluces sus mejores colaboradores. Entre ellos, Alfonso Perales, fallecido hace pocos años y al que también ayer rindió tributo Rubalcaba. Sin cámaras, algunos testigos pudieron ver abrazos emocionados de Rubalcaba con Zapatero y con Patxi López. También con José Blanco.

El ganador solo mencionó a tres políticos en la tribuna para asegurar que quiere irse del puesto con la dignidad que ellos lo hicieron. Felipe González, Joaquín Almunia y Zapatero. El último ha estado once años y medio. La historia de Rubalcaba como secretario general del PSOE está aún por escribir y empezó ayer en Sevilla.

- Recuento lento de guante blanco.

No hubo impugnación ni nada raro. El proceso de recuento fue lento porque es así. Las urnas se abren una a una y se cuentan de forma consecutiva. Hasta que no se termina una y se certifica el resultado no se empieza con la otra. Había cinco. Alfredo Pérez Rubalcaba, donde más votos ha obtenido, fue la segunda, donde se depositaban las papeletas de los militantes cuyos apellidos estaban entre la C de Camacho y la G de García.

En la primera urna hubo empate a 104 votos y los responsables del recuento se miraron sorprendidos ante un resultado tan inesperado. Las otras cuatro urnas marcaron la diferencia. Dos a favor de Rubalcaba y dos con mayoría de apoyos de Carme Chacón. Pero las dos de Rubalcaba incluían los 22 votos que han marcado la diferencia.

El único voto nulo lo fue porque incluía dos papeletas. Solo un delegado no ha votado.

El único momento de desconcierto se produjo cuando en un recuento parcial no coincidían el número de votos con el de papeletas. Dos estaban pegadas y se arregló el conflicto.

Anabel Díez, Raúl Limón, El País