La renovación de los socialistas. El ganador.
El nuevo secretario general se impuso a Chacón por sólo 22 delegados de diferencia.
El candidato apeló a las esencias del partido: «Cambiar el PSOE para que sea el PSOE».
El PSOE ha optado por seguir en la trinchera. En su peor momento político de la etapa democrática, con la menor representación institucional que ha tenido desde la Transición y ante unas perspectivas futuras nada favorables, ha decidido no apostar por el cambio y no correr supuestos riesgos.
El candidato socialista que perdió las elecciones y más de cuatro millones de votos, Alfredo Pérez Rubalcaba, será quien liderará el PSOE los próximos cuatro años porque así lo han querido 487 delegados del partido, frente a 465 que optaban por una nueva vía que, en esa ocasión, no ha salido adelante: Carme Chacón.
Los socialistas parece que, ante la tempestad, no han querido cambiar de barco y prefieren refugiarse en el galeón de siempre con el que han navegado tantos años. Rubalcaba jugó a esa baza con un discurso en el que apeló a las esencias socialistas: «Cambiar el PSOE para que siga siendo el PSOE», dijo. Pero, antes, se aventuró a retar al PP por sus contrarreformas y hasta a plantear la revisión de los acuerdos con la Santa Sede.
Sin olvidar arremeter contra los banqueros y los mercados, a los que llamó los «nuevos caciques del siglo XXI». Ni que decir tiene que dicho discurso hizo las delicias de los delegados socialistas que, en su mayor parte, siguen siendo los veteranos del partido.
Es decir, el candidato fue a tocar la vieja esencia del PSOE, el que dice en toda España lo mismo -«algo que se nos estaba difuminando», dijo-, el que apela a los valores de justicia social, el único que es capaz de frenar a los poderosos.
Y los delegados allí presentes apoyaron mayoritariamente seguir en esta línea.
Chacón, por su parte, optó por un discurso pasional y emotivo. Buscó animar al cambio, pidió arriesgar, bucear en cosas nuevas. Tal y como hizo Zapatero hace más de once años. Pero si el ya ex líder del PSOE lo logró por nueve votos, quien quiso reeditar su hazaña no lo consiguió por sólo 22 delegados de diferencia.
Y tuvo más aplausos, y emocionó más, y llegó a la fibra más sensible de los delegados. Pero, en esta ocasión, no le bastó. Aunque la hazaña lograda de conseguir casi el 49% de los votos la coloca en una situación interesante de cara al futuro.
Las claves que han llevado a este resultado son difíciles de descifrar, y victorias tan escasas tienen muchos padrinos y mil lecturas.
De hecho, el recuento fue de infarto y puso nervioso al casi millar de delegados que esperaron más de lo previsto el resultado.
Según fuentes que estuvieron presentes durante el mismo -en una sala con inhibidores de frecuencia y de la que no podía salir nadie hasta el final-, el recuento de las cinco urnas puso a prueba el corazón de los interventores de ambos bandos.
En la primera urna que se contó -de aproximadamente 250 votos-, los dos candidatos quedaron exactamente empatados en número de papeletas.
Eso provocó tensiones en ambos equipos, pero mucho más en los de Rubalcaba, que tenían previsiones bastante mejores desde el principio. Incluso con respecto al resultado final.
En la segunda urna, el candidato se distanció en más de 20 votos de Chacón. Los gestos de los allí presentes cambiaron. Respiraron los interventores de Rubalcaba y empezaron a temblar los de la candidata.
Pero en la tercera y la cuarta urna, por muy pocos votos, tuvo mayoría la ex ministra de Defensa. El hecho de ganar en las dos urnas seguidas llevó los nervios al equipo del aspirante cántabro.
La tensión se prolongó hasta el último minuto. Empezó el recuento de la quinta urna con una diferencia de poco más de una docena de votos a favor de Rubalcaba. Finalmente, en este recuento venció el ex vicepresidente y se cerró su victoria ante su adversaria en 22 sufragios de diferencia.
Aunque los votos estaban muy contados y los cambios de bando de última hora fueron mínimos -el más significativo fue el de nueve delegados de la Comunidad Valenciana, en una operación en la que intervino José Blanco-, no se puede achacar a los discursos exactamente ni a los mensajes de los candidatos ante el plenario el resultado final que, incluso, podría haber sido el contrario.
Rubalcaba finalmente se ha hecho con la victoria porque una mayoría de delegados cree que les garantiza seguridad y solvencia. Y esa mayoría considera que en estas difíciles circunstancias aún no es la hora de Chacón. Aunque nadie duda de que ha conseguido un resultado tan espectacular que se hace necesario contar con la dirigente socialista.
Ambos candidatos, pese a la guerra soterrada de sus equipos, mostraron un comportamiento intachable en sus discursos y en sus apariciones públicas.
Chacón fue a escuchar al ganador cuando hizo un breve discurso ante el plenario tras conocerse su victoria, y aunque conteniendo las emociones, mantuvo la compostura todo el tiempo.
En cualquier caso, como dijo el nuevo secretario general del PSOE, lo más difícil viene ahora.
Rubalcaba tiene que liderar un PSOE absolutamente dividido -y no sólo por el resultado de ayer- en casi todos sus territorios, que está en la oposición en prácticamente toda España y que, internamente, sabe que hay casi un 49% de sus representantes que preferían la opción de Chacón.
Además, se enfrentará en menos de mes y medio a dos comicios que le resultan trascendentales: Andalucía y Asturias.
Si se pierde Andalucía y no se gana en Asturias, el nuevo secretario general volverá a encontrarse en una situación muy difícil a nivel interno.
Lo de Andalucía, según un importante dirigente del partido, se antoja crucial para el futuro de los socialistas y las perspectivas no están siendo nada positivas, según todas las encuestas.
Además, el desarrollo del 38º Congreso, lejos de ser un impulso político para José Antonio Griñán, como él pretendía, se puede haber convertido en su tumba.
La federación andaluza saldrá del cónclave socialista partida y enfrentada en prácticamente todas las provincias.
Además, aunque en el último momento Griñán tuvo la prudencia de no hacer una apuesta pública por Chacón, se da por hecho en todo el partido que era su candidata, que la ha apoyado desde el principio y que con su derrota el líder andaluz queda muy cuestionado tanto interna como públicamente.
Pero Rubalcaba, además, tendrá que afrontar problemas en el partido de Madrid, donde el enfrentamiento interno es evidente. Además, las relaciones entre el nuevo secretario general y Tomás Gómez son muy negativas.
Divisiones parecidas se pueden dar en los congresos regionales que se avecinan en la Comunidad Valenciana, en Castilla-La Mancha y en otros territorios.
Y todo esto, sin olvidar que el nuevo líder debe hacer frente a un Gobierno con una amplísima mayoría absoluta y hacerlo desde una situación de enorme debilidad. En cualquier caso, el hecho es que el PSOE, democráticamente, ha optado porque las cosas sean así.
- López, a un área muy importante.
En una noche que se preveía larga, el único nombre que al cierre de esta edición se daba como 100% seguro que ocuparía un puesto destacado en la nueva ejecutiva del PSOE era el de Patxi López, mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba y potencial delfín del secretario general.
Según fuentes muy cercanas a las negociaciones, López ocupará a partir de hoy la secretaría de un área muy importante y formará parte fundamental del núcleo duro de Rubalcaba en el partido. El puesto concreto no estaba definido, pero sí que será compatible con la 'Lehendakaritza', que López ocupará al menos hasta las elecciones autonómicas del País Vasco, previstas para marzo del año que viene.
Otro nombre que sonaba con fuerza era el del secretario general del PSOE en Castilla y León, Óscar López, que se posicionaba para ocupar la secretaría de Organización, lo que le convertirá en el 'número dos' o 'número tres' del partido.
En las negociaciones también entraba el nombre de Elena Valenciano, firme colaboradora de Rubalcaba tanto en la campaña de las elecciones generales como en la de este congreso, pero no estaba claro si ocupará un puesto en el partido o en el grupo parlamentario del Congreso.
Más dudas había con la persona que se convertirá en presidente del PSOE. Las fuentes consultadas indicaron que Manuel Chaves había decidido renunciar y que su más probable sucesor era José Bono.
La que seguro que no estará en la ejecutiva será Carme Chacón, que así se lo transmitió a Rubalcaba en una reunión que mantuvieron tras la votación. Sí pidió, en cambio, que se hiciera un esfuerzo de integración de su equipo y de la gente que le ha apoyado en este proceso.
- El discurso del ganador. Apelación a la unidad del partido.
Dijo Alfredo Pérez Rubalcaba tanto en su discurso matutino como en su intervención vespertina que lo más importante era ahora la unidad del partido, y como vencedor del congreso que ha sido le tocará ahora demostrarlo. El nuevo secretario general no sorprendió ayer a nadie antes de las votaciones y, mención aparte de la revisión de los acuerdos con la Iglesia que propugnó, ni siquiera hizo ningún anuncio notable. Fiel a sí mismo, explicando y explicando, prometió que «no habrá rubalcabismo» ni «sectarismo» y que impulsará un «liderazgo colectivo».
- El discurso de la perdedora. Petición de cambio que no se produjo.
Carme Chacón quiso ponerle muchas ganas y apeló a los delegados a que apostaran por un «cambio» encarnado en ella que finalmente no se produjo. Su discurso dejó un sabor agridulce, considerado excesivo por algunos, pero lo cierto es que consiguió despertar aplauso tras aplauso. Hizo una reivindicación de la figura de Zapatero, situándose con claridad como su sucesora natural, y trazó paralelismos con el 35º Congreso del año 2000, tratando de convencer al socialismo de que entonces, como ahora, el PSOE estaba muy mal, y de que entonces, como debe ocurrir ahora, puede estar mejor pronto.
Manuel Sánchez, Roberto Benito, El Mundo