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Rubalcaba, el triunfo del socialismo moderado. Vence a Carme Chacón por 22 votos

El exvicepresidente, que gana el Congreso del PSOE enarbolando el laicismo, reivindica a Zapatero y González e integra en la Ejecutiva a Patxi López.

La derrota de Chacón arrastra a Griñán, que la apoyó hasta el final.

Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido ayer secretario general del PSOE por los votos de 487 delegados frente a los 465 que obtuvo Carme Chacón.

Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido ayer secretario general del PSOE por los votos de 487 delegados frente a los 465 que obtuvo Carme Chacón. Tan escasa diferencia, 22 votos, configuró un recuento rodeado de enorme tensión. Hasta inhibidores de frecuencia —para evitar filtraciones por móvil— hubo en la sala de votación. Doce personas, siete de la organización y cinco interventores de ambas partes, contaron dos veces las 956 papeletas. Según la versión oficial, porque al sumar las de uno y las de otra depositadas en una determinada mesa, salían más votos que los emitidos. Según otras fuentes, se repitió a petición de los representantes de Chacón, que se resistían a creer lo que estaba ocurriendo, porque habían llegado a Sevilla convencidos de que ganarían «salvo que pase algo».

Y pasó que se coaligaron aquellos que en el PSOE, «vieja» y «nueva guardia», veían en la victoria de Chacón una peligrosa reedición de la levedad ideológica y estratégica del «zapaterismo». El histriónico discurso de la candidata, invocación a gritos de la ilusión de empezar una «nueva era», no ayudó en nada a disipar esa imagen de inconsistencia que, al final, ha sido su mayor lastre. Frente a ella, Alfredo Pérez Rubalcaba optó por una intervención cerebral, de un profesional de la política, que supo transmitir confianza, gravedad pero sin derrotismos, y la seguridad que se hace imprescindible para abordar los malos momentos. La experiencia pudo con las emociones.

- Transición.

El PSOE cuenta con que Rubalcaba pilote la transición y, dentro de tres años, ya se verá quién es el candidato a la Presidencia del Gobierno en 2015. Si Mariano Rajoy no endereza la situación económica y eso empieza a pasarle factura, igual él repite. Si no, cederá el paso al futuro. Ese planteamiento, radicalmente contrario al de una derrotada Chacón que instaba a los delegados a sacudirse la «resignación» y «levantarse ya», ha vuelto a unir a viejos adversarios, como terminaron siendo González y Alfonso Guerra; a Manuel Chaves, a Patxi López —que ayer se emocionó al abrazarse a Rubalcaba, y ya hay quien le ve como futuro secretario general—, el gallego Pachi Vázquez y otros.

Enfrente, Chacón tendrá que decidir si concurre o no a esas primarias. Recientemente, avanzó que lo haría si ganaba, y colaboradores muy próximos que la han acompañado en esta última andadura, aseguraban el viernes que no lo intentaría si fracasaba.

- O todo o nada.

Carme Chacón es desde ayer diputada de a pie, con una derrota electoral a su espalda, —la lista que encabezó por Barcelona el 20N perdió muchos miles de votos— y ahora, con otra orgánica, por la que había apostado muy fuerte y puede que incluso enturbiado su estatus dentro del PSC. La catalana se jugaba el todo o nada en este salto al vacío. El sábado por la tarde, una vez certificado que había perdido la elección, delegados afines a su adversario dejaban caer por los pasillos que el partido será «inmisericorde» con ella, «y más como se ha planteado la competición».

Abonando esa teoría, Alfredo Pérez Rubalcaba apenas se dirigió a Carme Chacón cuando subió entre aplausos al escenario de la victoria para agradecerle haber «contribuido también a que ésta sea una buena tarde para el Partido Socialista». Poco después, el cántabro le ofrecía un puesto en la Ejecutiva que ella rechazaba.

Pero Carme Chacón no es la única que puede haberse arruinado políticamente. José Antonio Griñán intentará recomponer su figura. La batalla congresual ha generado una «guerra» en el socialismo andaluz que puede haberle dejado tocado de muerte, políticamente hablando, a solo mes y medio para las elecciones autonómicas del 25 de marzo. Sin embargo, de madrugada, se especulaba con que Rubalcaba podía estar pensando en Griñán como presidente del partido. Un cargo honorífico que entraría dentro de un «ejercicio de responsabilidad» por parte del nuevo líder de cara a las elecciones andaluzas.

Griñán no llegó a decantarse en público, precisamente por miedo a sentirse desautorizado si ganaba la opción opuesta, pero no ha sabido evitar que el PSOE andaluz se dividiera hasta el extremo. El viernes trascendieron presiones «ilícitas», en expresión del secretario provincial sevillano, José Antonio Viera, a los 234 delegados para que votaran a la ex ministra.

Uno de los argumentos utilizados en privado a los delegados es que el cartel electoral del PSOE andaluz no podía hacer la campaña frente a Javier Arenas con un Rubalcaba al que veía desahuciado después de la debacle del 20-N con sus 110 diputados. Ayer, Griñán se abrazó a él cariacontecido y dijo: «Esta es la respuesta socialista», aunque después trató de recomponerse. Comentó que con Rubalcaba «todos nos sentimos ganadores» y negó que haya quedado en una posición de debilidad por esa inclinación del «aparato» andaluz que aún lidera en favor de la exministra.

Chacón, con gesto lloroso, siguió desde primera fila la entronización de su adversario, después de haberle dado la enhorabuena con un beso y haber alzado a medias el brazo de Rubalcaba. Poco después, la catalana publico en Twitter una entrada en la que decía: «Gracias, muchas gracias. Mi más sincera felicitación a Alfredo Pérez Rubalcaba. A partir de ahora a trabajar todos juntos por el PSOE».

En sus primeras palabras, el secretario general electo proclamó que no va a «pasar factura» y será secretario general de todos, porque el PSOE sale de este congreso muy dividido.
Gabriel Sanz, Laura L. Caro, ABC