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Conversación póstuma con Curro Jiménez, rey de la serranía (Tico Medina)

Sancho Gracia se sentía a gusto en el mapa de Granada. Me hablaba de Los Manueles, del Chikito y de la Alcaicería. De la Alhambra, la Sierra, la Vega y la playa

Siempre hay en la misma entrevista, dos entrevistas. A saber: la que se hace y no se publica y la que se publica porque no hay más remedio. Hay, sin embargo, una muy buena definición, que no sé ahora mismo de quién fue, que decía:

– Una entrevista es una cosa que hace uno y cobra otro.

Es cierto, aunque no siempre. Y se lo dice a ustedes un hombre que, con lo que está cayendo fuera, ha pasado de las cuarenta mil entrevistas más o menos a lo largo de toda una vida. Ajusten cuentas.

Dicho lo cual, esta entrevista de hoy –conversación se llamó cuando César González Ruano me lo enseñó–, reúne lo que tantas veces me dijo esta leyenda que se nos acaba de marchar del todo. Los medios, todos, le han tratado con un enorme respeto y consideración, porque era un extraordinario luchador, más aún en su vida diaria que en lo que en su oficio demostró. Se nos acaba de ir don Sancho Gracia, después de un largo combate con el arte de interpretar y con el cáncer, ese gran ‘hijoputa’, y que perdonen los ‘hijoputas’, con el que llevaba fajándose más de diez años.

– Tico, hijo, que ya no hago más películas que las que tengo que hacer de calvo.

– También tienes guasa, Sancho, mi viejo amigo, que no pasan los años por ti.

– Ni por ti los siglos, macho, que no sé cómo te las apañas.

La última fue hace unas semanas en un programa de Canal Sur Televisión, donde servidor hacía la memoria de Juan Y Medio, al que acabo de ver en su última cita en el tanatorio.

– Sancho, que ya me dirás cómo te va, que cada día estás más joven.

– Eso se lo dirá usted a todos, aquí con mi combate en la esquina del ring, ya sabes que no me olvido de aquel titular, ‘Más Quijote que Sancho’, gracia andaluza, se nota que le has ‘dao’ fuerte en tus años jóvenes a la tortilla del Sacromonte.

Y hacía su recorrido de la nostalgia por Granada, que parece que lo estoy sintiendo con aquella voz ronca con la que hacía de Rey León en español en las películas de dibujos animados de Walt Disney.

– Los Manueles, Chikito, que es mi amigo de toda la vida, con el que me gusta tanto hablar de fútbol, y la Alcaicería, que no sabéis lo que tenéis. ¿Sabes una cosa, Tico Medina, viejo amigo? ¿Sabes una de las veces que yo dije ‘Granada’, cuándo fue? Pues mira, hará no sé cuántos años, porque yo soy uruguayo, lo que pasa es que recriado en Madrid, –bueno, recriado no lo dijo, que eso no lo dice ninguna persona bien nacida, aunque sea académico, sino ‘recriao’, que queda más chulo, y más de uso diario–. Fíjate que la Xirgu, que es paisana mía y que tanto me hizo para que subiera al teatro, me habló de tu paisano García Lorca y de su teatrillo ambulante de los del mono, los que iban por los pueblos.

En el que sé, de buena ley, que habría ido ahora un día, una tarde, una noche, de haber seguido en este mundo mi buen amigo de más de cuarenta años, como les digo, don Sancho Gracia, que hemos tenido la desgracia de que se nos vaya. El cáncer no sabe de cine, ni de teatro, ni de nada de nada.

En fin, que le habré entrevistado no sé cuántas veces. Por ejemplo, en la tele, la última vez, un día de cuando yo hacía los retratos con Sonsoles, la hija de Adolfo Suárez. Y en la radio pues un día sí y otro no, que siempre sabía incluso en tardes imposibles que él estaba ahí, Él, ya hoy con mayúscula, que con su voz, ronca, única, personal como la de Paco Rabal, nos respondía de todo, porque había vivido todo y porque era un amigo leal para sacarte de un problema.

– Bueno, la verdad, socio, es que últimamente me pongo menos, porque a veces, y aunque dejé hace mucho tiempo de fumar, la voz no me acompaña.

– Sabes que a veces, cuando dirigía un capitulo de la serie, Pilar Miró, más de una vez me dijo: ‘Bandido, que nos vamos a rodar a Granada, que te gusta tanto’.

Es cuando Sierra Morena se convierte en Serranía. Yo mismo, cateto, pues ya saben, ayer estuve haciendo, espero, una buena noche de memoria en ese pueblo fascinante que se llama Alhama de Granada, culto, excepcional y magnífico, ya les contaré, a ver si llego, la próxima semana. Pero también es que yo soy serrano, de la de los Montes Orientales, donde aún sin ser sierra es pie de sierra, como si lo fuera. En fin, que Curro Jiménez se sentía a gusto, y me lo dijo más de una vez en el mapa de Granada.

– Hombre, luego estaba la Alhambra –me confesó un día no sé dónde ni hace cuánto tiempo, pero como si fuera ayer–, que no sabes y lo dices a los tuyos, que no me quiero quedar con la gana de hacer en la tele o en el cine o donde sea la historia de ese cabo granaíno –siempre decía ‘granaíno’– que salvó a la Alhambra de que la quemaran los cabrones de los franceses.

– Tampoco eran así, Curro, que diga, Sancho, los franceses, que eran los de Napoleón, que no es lo mismo.

– Cierto, viejo, y perdona, pero es que a veces me puede lo sudamericano, y además ya sabes que yo soy un forofo de la Historia.

Y era verdad. Tanto es así que le ayudé en alguno de los guiones, de palabra y por teléfono, que hizo cuando lo de Simón Bolívar, otro de sus personajes maravillosos y que marcha al menos en la cabeza en la serie de los ‘Libertadores de América’.

– Tico, ya sabes, que es que a Uruguay le llaman la Andalucía de América.

Y es como casi verdad. Lo que sí les puedo decir es que incluso en su banda tenía uno que se llamaba el ‘granaíno’ y que leí en algún sitio el otro día que por ahí abajo anda suelto todavía su caballo blanco, el de los de la Sierra, viejo, pero suelto. Y no sé si de vez en cuando estará echándose encima de una yegua por perpetuar la especie.

– Bueno, y esas aguas de la Sierra, en la Alpujarra, y esa Vega, para que los planos largos donde salgan corriendo con los caballos se pudieran rodar… Y las últimas playas sin gente, cuando había que hacer alguna historia de contrabando ultramarino.

Le gustaba mucho, pero mucho, Granada. Por eso hoy quizá haya que hacerle un recuerdo en la Barraca, digo yo. Al fin y al cabo era: «El rey de la Serranía El que a los ricos robaba Y a los pobres socorría». Y no es por incitar a la rebelión, que no está el patio para ello, pero el otro día le di un abrazo a Sánchez Gordillo, que de estar en aquella época sería por lo menos el que hacía el café a los ‘escapaos’…..

Se nos fue, adiós Currograciasanchojiménez, que en la trastienda de la tele me bajó la cabeza para pedirme:

– Tira del pelo, tira, pero tira con fuerza que no es peluca, que el pelo es mío, y toco madera, a ver lo que me dura antes de que sigan dándome quimio… Que ‘pa’ radio, el que más sabe de eso soy yo.

La gracia, el talento, el talante. Adiós viejo amigo, que un día incluso nos tomamos un mate en el ‘mercao’ de Montevideo, haciendo el trescientos millones de entonces, y un pedazo de carne que parecía Bok de ese, durmiendo la siesta, con perdón. Y además buscamos luego la casa donde dicen que nació Carlos Gardel, que te encargaste de demostrarme que era uruguayo y no argentino.

A poco atrevimos juntos a cruzar el río de piel de león que separa tu ciudad de nacimiento de Buenos Aires, aquella larga noche de espera, en que no paraba de llover.

En fin, otra vez, que estoy triste esta mañana de verano, fíjate si te querré, que he dejado de escribir sobre Marilin Monroe, que hace cincuenta años que se fue –todos los grandes os vais siempre antes de tiempo, por más tiempo que tengáis–, por escribir sobre ti. Que te digo que están diciendo de ti cosas que nunca habían dicho, de tan hermosas... solo que reivindica la palabra bandolero... y ¡hay tantos!

O sea, que no titulo lo del último bandolero por que no es verdad, Curro Jiménez, que habíamos quedado en vernos.

– Hombre, que he visto en el Internet que por tener tienes hasta un parque con tu nombre… Escolástico, viejo amigo. ¿Y hay bancos donde sentarse? –Hombre, claro… –Pues ahí nos vamos a ver, porque quiero volver a hacer teatro y en Granada gusta mucho. Y además ahí tengo muy buenos amigos. ¡Ay, si yo te contara de Granada! Por cierto, a ver si es verdad que Banderas quiere producir la película de Boabdil, que es un papel que me va como anillo al dedo… ¿O no?

Y se puso de perfil, viva moneda que nunca se volverá a repetir. Te vamos a echar mucho de menos, compadre.

¡Qué gran señor en el cine! ¡Qué gran serrano en la sierra!

Ideal