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Luis Bárcenas. Veinte años de poder en Génova

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Bárcenas fue el todopoderoso gerente del PP con Fraga, toda la etapa de Aznar y Rajoy

Pocas personas, y quizá ninguna, permanecieron durante tanto tiempo en un puesto de primera en la calle Génova y sobrevivieron a tantos cambios en la dirección y crisis varias como Luis Bárcenas.

La lista de nombres a cuyo servicio llevó la gestión administrativa del PP es sinónimo de poder durante dos largas décadas. En Génova y en España. Manuel Fraga, José María Aznar, Mariano Rajoy, Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja... De un primer vistazo, dos presidentes del Gobierno, varios vicepresidentes y diversos ministros. De ahí para abajo, decenas de dirigentes que han conformado las sucesivas direcciones del PP, desde la primera línea hasta la fontanería.

La historia de Bárcenas comienza con la misma historia del PP, en aquel congreso de enero de 1989 en el que Manuel Fraga regresó a la presidencia del partido y se empleó a fondo para refundarlo y cambiarle el nombre.

Fue el inicio del giro al centro que tantos frutos políticos daría a los populares en los siguientes años. Pocos meses después, en abril de 1990, esa evolución ideológica se consumó con el relevo al frente del partido. Aznar exigió todo el poder para poner al PP en la línea de salida para ganar las elecciones, y lo logró.

Con él llegó la nueva hornada de jóvenes militantes que iba a marcar toda una época de la política española. Como secretario general, Francisco Álvarez-Cascos, que ya había accedido al puesto en 1989 y que Aznar mantuvo como su mano derecha en Génova durante toda una década, etapa en la que el hoy exiliado en su Foro Asturias fue el dueño y señor del funcionamiento interno del PP.

En la primera línea, pronto estuvieron Javier Arenas, Mariano Rajoy, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, los vicesecretarios que escoltaron a Aznar primero durante la dura oposición al felipismo y, después, en sus ocho años de Gobierno.

Por debajo de ellos, el aparato, con nombres sempiternos en las ejecutivas de aquellos años, como eran los de JuanCarlosVera, JesúsSepúlveda, José María Robles o Guillermo Cortázar. Y con ellos, Luis Bárcenas, gerente del partido a la sombra del tesorero Álvaro Lapuerta, que consiguió sobrevivir al caso Naseiro y recorría con confianza los pasillos y los despachos de Génova.

- La sucesión.

En 1999, Aznar introdujo cambios en la dirección, preparando al partido para consolidarse en el poder y, seguramente, con su propia sucesión rondándole ya por la cabeza. El principal fue la entrada de Arenas como número dos y el inicio del ostracismo de Álvarez-Cascos, pero también aparecieron nombres nuevos, como los de Ana Mato, Pío García-Escudero o Rafael Hernando.

El núcleo duro, no obstante, siguieron formándolo los potenciales sucesores de Aznar, aquella tríada que formaban Rajoy, Rato y Mayor Oreja. El elegido fue el primero y en 2004, derrota electoral traumática mediante, se materializó el relevo, aunque la sombra del aznarismo iba a ser más que alargada.

Rajoy asumió el Gobierno de Génova sin un equipo propio y durante cuatro años dirigió el PP con personas de la etapa anterior, lo que, por otra parte, él mismo era. Introdujo nuevos nombres y formó un círculo personal con Soraya Sáenz de Santamaría, Miguel Arias Cañete e Ignacio Astarloa, pero el nuevo secretario general era Ángel Acebes, un hombre de Aznar, y el aparato seguía en manos de los mismos de siempre. Entre ellos, claro, Bárcenas, una vez más superviviente.

Sólo cuando llegó la segunda derrota electoral de Rajoy y el convulso 2008, hubo un auténtico cambio en la dirección, simbolizado en el acceso de María Dolores de Cospedal a la Secretaría General. Pero incluso a aquel terremoto interno que fue el congreso de Valencia consiguió sobrevivir Bárcenas, que, de hecho, fue ascendido a tesorero tras la jubilación de Álvaro Lapuerta. Por poco tiempo, eso sí. En febrero de 2009 estalló el caso Gürtel y la convivencia con la nueva dirección se rompió un 28 de julio de 2009, día en que Rajoy forzó la salida de Bárcenas tras más de 20 años de servicio.

Roberto Benito, El Mundo