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El “fascismo cool” de Pablo Iglesias (Antonio Maestre)

La pedagogía en política es una carrera a largo plazo, muy costosa y con escaso rendimiento electoral. Es por ello que encontrar lugares comunes y discursos integradores es una solución mucho más efectiva para alcanzar el poder en una situación de emergencia. Existen cuestiones, problemas o situaciones con los que todos están de acuerdo sin importar la ideología que profesen o crean tener. Y si no todos, una mayoría que otorga gobiernos. La lucha contra la corrupción, una sanidad de calidad y, en estos días, incluso la antipolítica, son cuestiones que trascienden el eje ideológico izquierda-derecha y que hacen posible encontrar acuerdos con amplias mayorías. Pablo Iglesias y su equipo son conscientes de que envolviéndose en la bandera de la izquierda no se alcanza una mayoría suficiente para gobernar en apenas dos años. Para ello, para crear hegemonía, es necesario difuminar ese eje, en el que los promotores de Podemos personalmente se posicionan muy a la izquierda. Se trata de un discurso maquiavélico no exento de trampas, que Iglesias ya criticó cuando hacía política en las aulas, y puede servirle para alcanzar su fin, aunque el camino al hacerlo no sea el más honesto.

Pablo Iglesias, en una entrevista en La Opinión de A Coruña, respondía en 2013 a una pregunta sobre el devenir del país. Acertaba en definir lo que ocurría en los tiempos de crisis y cómo las formaciones que trascendían el eje izquierda-derecha en una situación de emergencia como la actual tenían muchas posibilidades. “La emergencia de UPyD es un ejemplo. UPyD tiene muchos elementos de fascismo cool, con eso de ‘no somos ni izquierdas ni de derechas, somos españoles’. Es un discurso de momento de crisis donde hay muchas posibilidades”.

Ese discurso del “fascismo cool” de UPyD ya había sido ensalzado por el líder de Podemos en otras ocasiones. En una conferencia en la Universidad de Zaragoza, al ser preguntado por un alumno sobre la formación magenta, no dudó en alabar su estrategia electoral, su valor como partido y la importancia de su discurso diferenciador del eje tradicional “UPyD solamente utiliza significantes ganadores, izquierda-derecha no, eso te divide. Si tú pones la palabra izquierda a tu partido, alguien a cuyo abuelo han matado los republicanos no te votará”.
Porque Pablo Iglesias siempre tuvo claro que el discurso de UPyD, con matices de cosecha propia, era el ganador. En un libro editado por Icaria en el que Pablo Iglesias hablaba con Nega, el cantante de Los Chikos del Maíz queda patente. En la conversación que mantienen aparece el manejo de la comunicación política que hace UPyD. El texto es muy ilustrativo. En él ambos explican que lo único que se puede hacer en una situación como la actual es un programa de mínimos al estilo de Syriza y que para lograrlo hay que movilizar a los que nunca votan y a los movimientos sociales, así como robarle espacio a los partidos tradicionales porque asumen que las siglas como las de IU tienen un techo cuantificable que jamás alcanzaría una mayoría suficiente.

Pablo Iglesias argumenta que esa mayoría no se consigue con una confluencia de siglas, sino con la construcción de un relato, de un discurso, con significantes: “Hay discursos que en este momento te pueden hacer ser mayoría”. Es en este punto donde entra el uso del discurso y el manejo de la comunicación política que hace UPyD. Para Iglesias, la formación de Rosa Díez es la única que ha entendido las claves del discurso, cuyo relato es la negación del eje clásico ideológico. UPyD dedica su manifiesto fundacional precisamente a alejarse de las ideas tradicionales de la izquierda y la derecha: “Ser considerados de izquierdas o derechas no nos parece el centro del problema, aunque nos apiadamos cordialmente de quien carece de mejores argumentos para descalificar al adversario”.

La negación del eje izquierda-derecha como la base sobre la que plantear la solución de los problemas es un discurso que está muy lejos de ser nuevo. Sus antecedentes históricos demuestran que es una estrategia muy manida que ha tenido éxito y fracasos a partes iguales. Históricamente ha recibido el nombre de Tercera Posición y tiene más similitudes con el posicionamiento programático de UPyD que con el de Podemos, que sólo mantiene una leve semejanza con él en la estructura de su discurso.

- Antecedentes históricos del discurso.

La tercera posición es una doctrina política que busca marcar distancias con el comunismo y el capitalismo. Apareció en la primera mitad del siglo XX como una doctrina que se declara al margen del espectro político, con marcadas ideologías nacionalistas y populistas. El tercerposicionismo históricamente ha estado relacionado con el fascismo italiano, la Falange de Primo de Rivera y el peronismo, así como otras posiciones más minoritarias como la Guardia de Hierro rumana.

El 29 de octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia, José Antonio Primo de Rivera realizó el discurso fundacional de Falange, que definió del siguiente modo:

“El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas… Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.“

No sólo la tercera posición ha renegado del eje izquierda-derecha a la hora de plantearse las bases de su relato y su discurso. Esta manera de estructurar el lenguaje se ha presentado siempre en alternativas de tercera vía a dos realidades preexistentes que siempre han recibido el nombre de derecha e izquierda. Es un modo de distanciarse de unas estructuras políticas que la ciudadanía advierte como un problema. En esos casos, se elimina la opción de hacer pedagogía para, mediante la propaganda, lograr una alternativa de poder de emergencia.

Ese rechazo a la autodenominación ideológica y la negación del esquema clásico se dio también en aquellos que algunos presentan, con poco acierto, como referentes de la formación de Pablo Iglesias. En una entrevista hecha en 1998 por Jaime Baylis a Hugo Chávez, el periodista le preguntó directamente si era de izquierdas, si se definía ideológicamente socialista. Esta fue la respuesta de Hugo Chávez:

“Yo no soy socialista, la América de hoy, la América que viene, requiere un salto adelante, vamos más allá del socialismo e incluso más allá del capitalismo salvaje como lo llama el Papa Juan Pablo II. Yo creo en un proyecto humanista, un proyecto incluso integral”. No fue la única vez que Hugo Chávez quiso diferenciarse de las definiciones ortodoxas ideológicas, y fue célebre una frase suya realizada en una entrevista en televisión el mismo día que salió electo: “Propongo una tercera vía, un modelo capitalista pero con rostro humano”.

Los prejuicios sobre los que se ha realizado a lo largo de la historia este discurso diferenciador del status quo han alcanzado hasta los que todos consideran situados en uno u otro extremo del espectro ideológico. Ya hemos hablado de Falange y La Guardia de Hierro como ejemplos paradigmáticos en la extrema derecha. Pero incluso Fidel Castro no escapó a este discurso integrador. Así, en en la Plaza Cívica, el 8 de mayo de 1959, negó que el movimiento revolucionario que él encabezaba fuera de izquierdas, ni de derechas, ni de centro.

“Nosotros no nos vamos a poner a la derecha, ni nos vamos a poner a la izquierda, ni nos vamos a poner en el centro, que nuestra Revolución no es centrista. Nosotros nos vamos a poner un poco más adelante que la derecha y que la izquierda. Ni a la derecha ni a la izquierda: ¡Un paso más allá de la derecha y de la izquierda!. ¿O es que acaso tengan los hombres que nacer maniatados a ideas determinadas?”

- Izquierda y derecha en Pablo Iglesias.

En el discurso de Podemos y Pablo Iglesias, plantear el problema desde un prisma diferente a la izquierda y la derecha se considera vital para alcanzar la mayoría y poder gobernar. No se trata de ocultar que Pablo Iglesias es de izquierdas, se trata de establecer un discurso que elimine los referentes que se asocian con la izquierda para alcanzar a una mayoría que de otro modo jamás conseguiría. El discurso y la estrategia de Podemos se basa en plantear el problema en términos de oligarquía frente a ciudadanía, democracia frente a dictadura y en atacar los privilegios de unos pocos. Es por ello que el concepto casta es tan importante, sustituye de un plumazo el enemigo que la izquierda tenía, la derecha, que es mucho más difuso y escurridizo. La casta es más identificable, un término más poderoso, un referente que todos entienden. El que te subyuga. Sea quien sea, esté donde esté. El que te hace la vida difícil. Sin necesidad de plantear un discurso ideologizado de clases que pueda ser desmontado con argumentos ya conocidos por siglos de enfrentamiento.

Pablo Iglesias antes definía a UPyD como “fascismo cool” porque no se definían de derechas ni de izquierdas, y por ello él rechaza que en Podemos digan lo mismo: “Yo nunca he dicho que seamos ni de izquierdas ni de derechas. Reto a encontrar una frase donde lo diga. Lo que yo digo es que lo que estamos diciendo no es de derechas ni de izquierdas, y eso es de sentido común”. Justo como Rosa Díez se definía: “de sentido común y progresista”.

Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero tienen claro que plantear su estrategia electoral en términos de izquierda y derecha es perder el centro del tablero, renunciar a gobernar. Consideran el discurso de UPyD ganador y por eso lo reutilizan. Han cogido el relato magenta y lo han modificado como si fuera de licencia copyleft adaptándolo a unas nuevas necesidades. Ellos no niegan ser de izquierdas, pero asumen que estos tiempos no se vencen desde esa trinchera y por ello renuncian a un discurso ideológico que llevan años defendiendo para adaptarlo a la gente. Según Pablo Iglesias, “plantear la pelea política en ese eje es entregarle la victoria al enemigo. Ellos quieren eso, que nosotros estemos preocupados en colocarnos en un plano ideológico que nos defina por nuestra identidad, quieren que la palabra izquierda esté en nuestro nombre, que en nuestros actos estén todos los símbolos de la izquierda y, si es posible, que suene la Internacional. Pero si somos capaces de construir un lenguaje que emocione, movilice y trabajar con gente de muchos ámbitos y convertir la mayoría social que existe en mayoría política, entonces sí se preocuparán”.

La realidad les está dando la razón, están consiguiendo lo que nadie antes logró desde la pureza ideológica y desde unos posiciones bien explícitas en el eje. Aunque ni siquiera es un discurso que la nueva política y los partidos de la regeneración han traído a nuestro país. Algunos, incluso ni se presentaban a las elecciones. Arturo Fernández, presidente de la CEIM, en una entrevista en marzo de 2010 fue preguntado por su apoyo a Esperanza Aguirre y respondió que “la CEOE y CEIM se han caracterizado por su neutralidad. No somos ni de izquierdas ni de derechas, pero en Madrid tenemos un gobierno que se ocupa mucho de los empresarios y que nos pregunta siempre que se toman decisiones económicas”

Y que no se extrañe nadie: para ganar las elecciones hay que rechazar ideales, ser pragmático y aludir a ese discurso tercerposicionista, de la tercera vía o de negación de tu identidad. Lo hizo hasta Mariano Rajoy, que en el año 2008 cuando aspiraba a gobernar pidió el voto de los socialistas porque “España no es de derechas ni de izquierdas”.

(La Marea)