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Luis Raúl González Pérez: "Apremiante, cambiar la percepción sobre la CNDH"

La justicia tarde, no es justicia; la precipitada, tampoco

“Me estoy subiendo a una locomotora que va a alta velocidad y tengo que tomar el mando sin reducirla, pero sí imprimiéndole la conducción adecuada y tomar las decisiones en el momento oportuno para revertir la actual crisis de derechos humanos”

Luis Raúl González Pérez señala que llega a presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), "en uno de los momentos más difíciles de esa institución", a la cual se calificó de "alejada de la sociedad y de las víctimas, de no tener credibilidad, de no ejercer todas su atribuciones y de no actuar a tiempo", reconoce.
Cambiar esa situación, asevera, "es apremiante". Destaca que “la crispación social hace compleja la participación del ombudsman”, pero también, dice en entrevista con este diario, "es el gran reto y la oportunidad de mostrarse ante esta situación y encauzar la protesta social legítima y sin violencia".

Ayotzinapa es la prioridad y tiene que haber respuestas lo antes posible, porque tengo claro que "la justicia tardada no es justicia, pero la justicia precipitada, tampoco lo es".

González Pérez es profesional del derecho y fue hasta la semana pasada abogado general de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde el domingo asumió como titular de la CNDH, cargo que desempeñará hasta noviembre de 2019.

A continuación el texto de la entrevista.

–¡Cómo es vista la CNDH por la sociedad en medio de esta crisis de derechos humanos y cuál es la situación de éste órgano?

–Más bien intentaré señalar hacia dónde trazo el trabajo de la CNDH. Hay situaciones muy delicadas en ciertas regiones del país de violación a derechos humanos, y nadie puede ser indiferente ni dejar de protestar y condenar lo que estamos observando: la desaparición lacerante de 43 jóvenes que ha detonado esta indignación, este hartazgo, esta vergüenza nacional.

“Ante situaciones como ésta ,el ombudsman debe intervenir con oportunidad, ejerciendo todas las facultades que la Constitución y la ley le dan y ejercer la autonomía en los hechos.

“Ha habido una entrega –de la CNDH– que tendré que revisar, y la conformación del equipo lo haré lo antes posible, pero sin precipitaciones. Se ha estado trabajando, tengo ya un acercamiento sobre los casos sensibles.”

–¿Cómo veía a la CNDH antes de asumir el cargo?

–La sociedad se expresó: falta de credibilidad, de confianza, de oportunidad en la atención inmediata, el no ejercicio de todas las atribuciones como ombudsman, un alejamiento de las organizaciones sociales y de las víctimas.

–¿Qué propone para sacar a la CNDH de esta crisis de credibilidad?

–En los hechos, buscaré probar la afirmación de mis dichos, porque además los tiempos son apremiantes. “Me estoy subiendo a una locomotora que va a alta velocidad y tengo que tomar el mando sin reducirla, pero sí imprimiéndole la conducción adecuada y tomar las decisiones en su momento oportuno para revertir la crisis de derechos humanos.

–¿Cómo hacer para que la prisa no lo rebase?, porque pronto se esperan resultados de su actuación.

–Siendo honesto y franco con ellos. Diciéndoles lo que estoy haciendo y los tiempos que tengo; no puedo tampoco hacer días de más de 24 horas.

–Como funciona actualmente la CNDH, ¿le sirve a la sociedad en su demanda de justicia?

–Ha habido momentos muy positivos, y otros donde la sociedad se ha expresado diciendo que no ha actuado con oportunidad. El reto es ser consistente en cinco años que tengo por delante. Ya anuncié que no intentaré relegirme, y desde el primer día no cejaré en trabajar con intensidad para atender la agenda de derechos humanos, que es enorme.

–¿Cuál sería su estilo para dirigir la CNDH?

–Se va a hacer la presencia pública que se requiera para posicionar los pronunciamientos del ombudsman. No voy a buscar presencia personal.

–¿Cómo define este momento en que es elegido titular de la CNDH?

–Encuentro una situación muy complicada, con una crispación social que hace compleja la participación del ombudsman, pero que es el gran reto también, la gran oportunidad de mostrarse ante éstas situaciones y encauzar la protesta social legítima, sin violencia.

–¿Le tocó llegar en el peor de los escenarios?

–Pues un escenario difícil, muy complicado, que no habíamos tenido contemporáneamente. Ha habido dos momentos difíciles (para la CNDH): sus comienzos y éste. Hoy estamos ante situaciones inéditas; ésta expresión nacional e internacional de hartazgo, indignación y exigencia no la habíamos visto.

–Organizaciones civiles dicen que debe marcar distancia de la UNAM, del rector, ¿cómo lograrlo?

–Si transité en el proceso es por mi apartidismo, mi neutralidad. La del ombudsman es la independencia de cualquier persona, porque a lo único que se debe es a la verdad que salga del expediente. Respecto de mi relación con el rector Narro es conocida, es una relación de muchos años de trabajo desde la UNAM, pero eso es diferente a que mi conducción sea en función de amistades.

–Usted señaló el martes que revisaría el caso Tlatlaya, ¿se plantea reabrir la investigación?

–Nunca he jugado a las especulaciones. Necesito conocer en qué términos está. Se emitió una recomendación a diferentes autoridades; la Secretaría de la Defensa Nacional la aceptó con algunas observaciones; quiero ver cuáles son y discutirlas con ellos.

–Uno de los señalamientos más comunes es que la CNDH es cara e ineficiente. ¿Es así?

–No sabría decir si es cara o barata; simplemente lo que se tiene que hacer es un análisis de presupuesto por resultados, con indicadores; ver dónde se pueden reorientar los recursos para fortalecer áreas de interés y que la Auditoría Superior de la Federación ejerza sus atribuciones.

–¿Cómo ve el tema de Ayotzinapa? ¿Cómo encarar este problema con credibilidad?

–Entrando en contacto con los representantes de las víctimas. El presidente saliente y el primer visitador me han presentado lo general del asunto y estoy por reunirme de nuevo con ellos para analizar los detalles del mismo, y también con las autoridades locales y federales.

Consultado sobre cuál caso es más difícil, entre los de Colosio y Ayotzinapa, González Pérez enfatízó que "sin duda éste último, porque es más complejo".

–Usted señala que se extravió el rumbo de la CNDH, ¿quién lo hizo?

–Quiero ver para adelante; no ayuda ni al ombudsman ni a la credibilidad bordar sobre aspectos que van a mandar un mensaje inadecuado.

–La CNDH ha tenido enfrentamientos tradicionalmente con tres instituciones: la Procuraduría General de la República (PGR), el Ejército y la Marina, ¿cómo hacer que atiendan las recomendaciones?

–Demostrando que tenemos la razón, convenciendo. No busco confrontación con las instituciones, pero sí voy a señalar cuando haya violaciones de derechos humanos, trátese de la PGR, el Ejército o la Marina o de cualquier servidor público.

"Si hay servidores públicos de cualquier institución, no es potestativo que deje de señalar. Parte del reto es convencer que no soy enemigo ni adversario; que lo mejor que le puede pasar es que les digan quién se está desviando del camino."

–¿Qué le pediría al presidente Enrique Peña Nieto para fortalecer la institución?

–Que la política institucional que ha anunciado para atender los pronunciamientos de la CNDH continúen en ese sentido, y que se derrame todo esto a las diversas instancias del Poder Ejecutivo.

–¿Para cuándo habrá una solución al caso de Iguala?

–Esa pregunta me la hacían cuando estaba yo en otro emblemático caso (Colosio) y siempre es malo decir tal o cual fecha. Lo antes posible. La justicia tardada no es justicia, pero la justicia precipitada, tampoco lo es.

(Fernando Camacho, Víctor Ballinas, La Jornada)