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Jero García ('coach' de "Hermano Mayor"): "Somos prisioneros de los monstruos electrónicos: móvil, Internet, ordenador y televisión"

No se fija en comparaciones y pasa de críticas positivas y negativas. Le gusta el mundo audiovisual, pero su vida es el boxeo

La falta de comunicación es el principal problema de los jóvenes que participan en Hermano mayor. Esto opina Jero García, un ex boxeador profesional que se confiesa cinéfilo desde los 13 años, y que está al frente de la nueva edición del programa que emite Cuatro. Stephan, el protagonista de la entrega de hoy, no se hace cargo de ningún tipo de obligación y su único objetivo es disfrutar de un ocio extremo que saca su lado más violento. Vive únicamente para el hardcore y sus fiestas rave. Odia a los homosexuales y no deja que ninguno se le acerque. Es violento fuera de casa y por una pelea ha sido condenado a pagar más de 11.000 euros de indemnización por romperle la mandíbula a un joven. Su madre se ve obligada a mantenerle y, también, a hacerse cargo de la deuda

- Boxeador, presentador y actor en varias series, entre ellas ‘Águila roja’. Es usted muy diverso y un poco atípico.

- El boxeo es mi vida y la interpretación es el hobby. Nunca he vivido de la interpretación, mi familia come del boxeo. Si me vienen la televisión o el cine, me daré mis lujos. Si a través de Cuatro me dicen si quiero ayudar a personas, por supuesto, y soy el hermano mayor.
- El segundo que tiene la cadena. ¿Hay comparaciones?

- Por mi parte no. Desde que dejé de competir he dejado de compararme.

- ¿De verdad no se compara con nadie?

- Tiene usted razón, siempre me comparo con una persona: conmigo mismo. Todas las mañanas me levanto para ser mejor que el día anterior.

- Es usted muy profundo.

- ¿Eso cree? Ja, ja, ja… Sigamos con la pregunta anterior. Siempre hay personas que comparan y eso no es malo, de esa forma pueden elegir. Pero a mí no me afectan las comparaciones.

- ¿Las críticas tampoco?

- No, ni las buenas ni las malas.

- ¡Qué seguridad!

- No lo crea. Pero no podemos vivir pensando en que nos van a criticar, eso sería un infierno.

- Si hablamos de críticas, el boxeo, su pasión, no es que salga bien parado, está muy maltratado por las críticas: violencia, no es deporte…

- Están muy equivocados. Violento no puede ser porque ese término viene de violatis. Eso significa forzar a alguien y en boxeo no se fuerza a nadie. Dicen que es agresividad porque tiene contacto, hay otro boxeo que es sin contacto y que sirve para desestresar.

- Hablamos de lo que entiende la mayoría, un cuadrilátero y dos personas pegándose para, se supone, ganar algún título.

- Boxeo competición, quien quiere lo hace y quien no quiere no; no se fuerza a nadie. Puedo jugar al fútbol todos los domingos con mis amigos y no juego en Primera División. Hay una cosa en la que estoy de acuerdo con usted, estamos vilipendiados por determinada gente. Si no gusta, que no se mire. La gente que lo critica es que no conoce el boxeo. Boxeo es el arte de pegar y que no te peguen.

- ¿Cómo llegó al mundo del boxeo?

- Me llevaba mi abuelo, con él iba a las veladas que había en la plaza del Pardo, debía de tener entre 4 y 6 añitos…

- Eso estaría muy mal visto hoy en día.

- No digo que no, pero a mí no me hizo ningún daño. Me enamoré de ese cadalso de las 16 cuerdas, de las dos personas en camiseta y de ver cómo pelean. Hay que extrapolar que el boxeo es la vida y en la vida siempre estamos peleando.

- Dicho así, el boxeo va a parecer poesía.

- Ja, ja, ja… En la vida estamos peleando desde que nos levantamos por la mañana: primero, contra los demás, y después, contra nosotros mismos.

- ¿Y qué le lleva al cine y a la televisión?

- Compro la revista Fotogramas todos los meses desde que tengo 13 años y de eso han pasado ya unos cuantos. Entre los 13 y los 14 me había visto todas las películas de los videoclubes, lugares maravillosos para mí. Recuerdo que iba todos los viernes a ver si traían películas nuevas porque me había visto todas. Soy muy cinéfilo. ¿Sabe usted cómo le pedí matrimonio a mi mujer?

- ¿En una sala de cine?

- No, más elaborado. Escribí, dirigí y protagonicé un corto que estrené en una sala. Creía que era un homenaje para la que sería mi mujer. Lo considero mi hobby. Nunca he pretendido vivir de la interpretación.

- Me imagino que sería un sí rotundo.

- Brutal. Le dio tal ataque que yo le decía: “Que no me has dicho el sí”. Gracias a Dios, al año nos casamos.

- Un boxeador romántico.

- ¿Alguna pega?

- Claro que no, sorprendente en todo caso.

- Vamos a ver, el motor de la vida es el amor. El amor por todo: por una mujer, por tus padres, por tu hermano, por un deporte… El amor, si no hay pasión no hay amor y yo tengo pasión.

- Dicen que la pasión tiene fecha de caducidad y no es muy amplia.

- Todo depende si echas leña o no al fuego.

- Le veo muy idílico. Sin embargo, en su programa, ‘Hermano mayor’, parece lo contrario.

- Los jóvenes que hay en mi programa tienen una falta de comunicación extrema con los padres. Hay otros errores, pero el principal es la falta de comunicación. Intentamos subsanar todas las equivocaciones que pueden darse en la vida de estos chavales.

- ¿Es un mal general o particular?

- Más que general. Entre en un restaurante y fíjese en una mesa, ¿cuántos están mirando el móvil? Hay estudios que dicen que estamos en la época en la que los chavales pasan más tiempo en casa pero en la que menos hablan con los padres.

- ¿Demasiadas pantallas?

- Claro, están con sus aparatejos electrónicos. Nos quitan todas las vías de comunicación real.

- Es cierto que el móvil se ha convertido en uno de los elementos imprescindibles.

- Y el ordenador, Internet, la televisión… Somos prisioneros de estos monstruos electrónicos: móvil, Internet, ordenador y televisión.

- ¿Puede prescindir usted de los monstruos electrónicos?

- Me costaría. Hace quince años estaba yo con la furgoneta e iba sin teléfono para arriba y para abajo, no tenía GPS, iba con el callejero de papel manoseado.

- El callejero de papel ya se ha quedado un poco obsoleto, ¿no?

- Eso nos parece, pero llegábamos a los sitios. Ahora estamos enganchados. Ése es el gran problema de nuestros jóvenes y de los adultos también.

- ¿Cuál sería su solución?

- Que durante unos días al año la gente dejara todos esos aparatejos apagados, sobre todo el móvil.

(R. Lakunza, Deia)