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Segundo oro para Rafa Nadal, que quiere más

Una semana antes de llegar a Río de Janeiro, Rafa Nadal llegó a pensar que sólo podría vestirse de olímpico para pasear la bandera española en el desfile. Sin competir desde el mes de mayo, su muñeca seguía tierna incluso para temer por su participación en el torneo. En la víspera de los Juegos, dijo que no estaba para casi nada, pero que si saltaba a la pista lo haría "para competir". Y tanto. Una semana después ya luce en su pecho el oro en dobles y hoy podría sumar su segunda medalla en Brasil, la tercera de su vida después del oro de Pekín. Si derrota a Juan Martín del Potro y a la hinchada albiceleste que le acompaña, jugará el domingo para ser campeón olímpico por segunda vez en su vida. Lo nunca visto en la historia del tenis.

Su ambicioso viaje carioca tuvo, cerca de las tres de la mañana del sábado en España, la primera fiesta por la victoria en el dobles. Rodaban de alegría él y Marc López por el tercer oro de la delegación española, al derrotar a Rumanía en tres sets (6-2, 3-6 y 6-4). A pesar de que Nadal había tenido poco más de horas de descanso entre su exigente cita con Bellucci, en los cuartos del cuadro individual, irrumpió poderoso en la pista Central, su patio de recreo ayer. El día anterior había decidido no jugar el doble mixto al lado de Garbiñe Muguruza para ahorrar esfuerzos, motivadísimo por la final con Marc López. Tenían ya el metal apalabrado pero querían acabar la aventura en Barra de Tijuca con el gran premio: un oro olímpico. Subir al podio de la mano de un amigo era todo un incentivo. El líder de la pareja española abrió el choque con prisas, en la quinta marcha que había metido un rato antes para llegar a la final en solitario.

Calentamiento intenso y juego rápido, atento a los cruces en la red, siempre más adelantado que su colega, en la retaguardia. López estiraba el campo y Nadal picaba arriba, golpe a derecha, golpe a izquierda, ante los resoplidos rumanos, que no esperaban semejante acelerón de un tenista que acumulaba tres partidos en poco más de 24 horas. Mergea y Tecau tiene mucho nombre en el circuito de la modalidad. Expertos, con grand slams ganados y clavados en las primeras posiciones del ranking ATP de doblistas (14 y 10, respectivamente), las casas de apuestas les daban como favoritos a conquistar los Juegos. Hace un mes, en la Davis ganaron a Feliciano y Marc López. "Son muy buenos", decía este último la noche anterior, feliz ya por la plata garantizada.
- Resistencia rumana.

Pero el descorche de la final fue del dúo español gracias a la movililidad de Nadal y la defensa a la espalda de su compañero. Del break en el quinto juego salieron directos a por el set entre los vítores del estadio, volcado con la pareja. En tan sólo 33 minutos tomaban ventaja en el partido. Se aplaudían mutuamente los chicos de rojo. El oro quedaba más cerca ahora. Mucho o poco, nunca se sabe en el tenis, menos en esta especialidad compartida, donde la ayuda, el ataque, la correcta posición sobre la pista y los reflejos deben bailar en afinada coreografía.

Reaccionaron los rumanos para distanciarse en la segunda manga. Adelantaron metros, se clavaron junto a la red y desde allí atacaron en afilados ángulos, poderosos también desde el saque del gigantón Tecau. Altanero en los gestos, no pedía ni disculpas en los pelotazos al cuerpo de los rivales. El tercer set también lo dominó él, ante la desesperación de los españoles, inconformistas con el colchón de plata. Estuvieron perdidos (break abajo) para volver arañados, sin aliento, a abrazar el triunfo y escuchar el himno español en el podio. Primera ceremonia de Nadal, pero quizá no la única en Río, porque en individual busca hoy la final.

- Remontada ante Bellucci.

"Realmente no sé ni cómo las cosas están saliendo tan bien, habiendo llegado aquí sin preparación. Pero, estoy peleando mucho cada bola", explicaba tras ganar a Thomaz Bellucci (2-6, 6-4, 6-2). En otra lección de pundonor, se rehizo en un complicadísimo duelo ante el brasileño Bellucci. Nadal resistió ante el empuje de su rival y la presión de la grada para dar la vuelta a un partido que comenzó bastante mal. El coso arrancó frió, sin llenazo y con manga larga, por las rachas de aire húmedo que llegaban de la costa. Bueno para el español el descenso de temperatura ambiental de un partido que pintaba a encerrona. Pronto el jugador local se encargó de subir grados a su gente con un primer set demoledor, falto de aire Nadal.

La central carioca rompió a vibrar con Bellucci, duro al saque y sólido al fondo de la pista, ante un Nadal muy débil. Iba lanzado Bellucci, con su camiseta canarinha y las piernas arqueadas como Rivaldo. Aire de surfero. En los descansos, daba toquecitos a la pelota con el filo de la raqueta. Nunca en cinco partidos contra Nadal había conseguido ni siquiera un set. Nadal trató de apagar el fuego del brasileño en la segunda manga. Le hacía correr más, aunque la severidad de los impactos seguía siendo de Bellucci. Tiró de oficio el español para llevar el partido al desempate. En el terreno de los nervios, salió el mejor Nadal, cómodo ya en el cemento verde, flotando desde el fondo, para suplicio del paulista, de repente menos duro en sus respuestas.

Al campeón se le encendió la mirada. El amanecer de su tenis pudo con la bulla de las tribunas, que acabaron ovacionándole en avance de lo que vivirá hoy, en la semifinal ante Del Potro -ganador anoche (7-5, 7-6 (4)) ante sobre el esforzado Roberto Bautista-. La torcida será de Nadal por el cariño ganado y por la rivalidad futbolera contra Argentina.

(Jaime Rodríguez, El Mundo)