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Pili Zabala, ‘matrioska’ vasca en morado

Escuchando a Pili Zabala cualquiera diría que la única razón por la que es candidata de Elkarrekin Podemos a lehendakari es porque se lo pidió su amiga de la infancia, Nagua Alba. La estructura morada en Euskadi llevaba tiempo buscando la cara de su cartel para las elecciones autonómicas que les abrirán las puertas del Parlamento Vasco y que incluso podrían suponer el sorpasso a EH Bildu. Podemos Euskadi quería un popular cartel electoral, alguien conocido y con entidad pero a la vez no significado políticamente y, sobre todo, una mujer. Zabala tenía un hueco en la opinión pública, era respetada por su trabajo por la convivencia, era víctima de los GAL y ofrecía una resistencia pacífica a un pasado de violencia que sacudió su casa familiar en Tolosa en 1983. Un mirlo blanco sin apegos políticos y con una misión: la OPA a los votantes de esa izquierda aber-tzale que había capitalizado a las víctimas de la guerra sucia.

Pili Zabala es odontóloga forense, sus matrículas de honor amortiguaron el dolor de sus padres por la pérdida de su hermano Joxi, presunto militante de ETA secuestrado, torturado y asesinado por el terrorismo de Estado con 20 años junto a Joxean Lasa. Zabala emprendió entonces un viaje hacia el blindaje frente al odio, el refugio en el deporte, los estudios y la vida. Fue la hija fuerte y brillante de la familia Zabala Artano, obreros y cristianos. Eran los años de plomo de los 80, cuando se trastornaron las reglas del juego hasta el delirio, las víctimas del GAL enterraban a sus familiares en la clandestinidad, cuando en la casa de Pili Zabala no se hablaba de política y tras la aparición de Joxi, según se encoge, “entró la tristeza por la puerta y la ilusión saltó por la ventana”. Pero Zabala supo sobreponerse y activó un provechoso camino, pese a la década que transcurrió hasta la identificación de su hermano, pese a un Rodríguez Galindo libre. Zabala no se permitió desarrollar miopía alguna, mostró dureza con el olvido a las víctimas de los GAL, rechazó la estrategia ETA, pidió el revisionismo de la izquierda abertzale y expuso su solidaridad con todas las víctimas. Por la dignidad de todas ellas ha trabajado siendo ejemplo de una tarea pública que le ha impreso un innegable perfil de sostenido referente por la convivencia.

Quizás por esta trayectoria, intachable, sonó forzado su descargo de entrada en la política explicando a los periodistas y sin pregunta previa, su currículum profesional. Pili Zabala, como sacudiéndose un síndrome, era una víctima que venía a hacer política pero tenía un pasado en la empresa. También vino a mostrar un perfil más tibio rebajando las intenciones tantas veces expresadas de su partido de desalojar al PNV del Gobierno. “Nuestro proyecto es el que mejor responde a lo que Euskadi necesita, no hemos venido a desalojar a nadie”, dijo antes de las primarias en un ambiente de elección como acontecimiento.
- Indefinición.

Su discurso, excepto las veces que la candidata ha quedado en la nevera (el Twitter lo carga el diablo), ha desvelado a Zabala como la candidata independiente ligada al discurso posibilista de las estructuras, con escasas propuestas de contenido basadas básicamente en la necesidad de dotar a Euskadi de una política social fuerte que, a diferencia del resto del Estado, ya tiene y que sitúa a la CAV en los primeros puestos europeos. Tampoco parecen afinar sus propuestas sobre el independentismo o la economía, la relación con Nafarroa o Catalunya construyendo un alegato de la indefinición en la mayoría de frentes políticos y ejerciendo una función representativa, como si fuera la última matrioska, las muñecas rusas llenas de sí mismas y donde la más pequeña constituye un último eslabón. Todas exactamente igual que la más grande, esa que abriga al grupo. Pablo Iglesias, supremo, genera a Nagua Alba y a Lander Martinez, sus delegados y copistas en Euskadi; detrás de ellos, Zabala, alguien que habla de sí misma en tercera persona como mirándose de lejos: “Pili Zabala es una persona de consenso que puede aportar sentido común a la política”, señala.

Puede que su actual reto sea salir de la poderosa Matrioska e intentar convivir con la ya conocida estructura vertical con cúspide en una coleta. Otro desafío para Zabala, siempre flanqueda por Alba y Martínez, los fieles lugartenientes de Iglesias, aquel que inauguró el discurso contra la casta, los de arriba y los de abajo. Gente frente a élites, personas y purgas. Y en el frontispicio, la candidata de la gente excusando su chalet en Zarautz en la compensación tras un accidente de tráfico y amaneciendo en campaña otra necesidad de descargo como rendición de cuentas con lo público y lo privado; un alto patrimonio en su haber junto al modelo de diálogo, transversalidad y conciliación. Como advirtió Iglesias a Sánchez en su punzante referencia a la cal viva y a González en la investidura de marzo, hay consejos como bumerans. Cuídese de él.

(Susana M. Oxinalde, Deia)